La fe y la duda
Viaje al centro de la Tierra explora a través de sus personajes la oposición entre la fe y la duda. El profesor Lidenbrock tiene una fe inquebrantable desde el principio de la historia. Él está seguro de que descifrará el pergamino y no se da por vencido. Cuando por fin descifra el documento, insiste en ir al volcán señalado a pesar de los peligros que toda la aventura conlleva. En definitiva, Lidenbrock confía en que lo que está escrito es auténtico y acertado.
Axel, en cambio, representa la duda. Se muestra siempre escéptico e intenta por todos los medios persuadir a su tío para que detenga el viaje, aunque sus esfuerzos sean en vano. Teme constantemente a la muerte y cuando él y sus compañeros se ven envueltos en situaciones terribles, Axel siempre asume que han llegado al momento de su perdición. Por el contrario, su tío cree incansablemente que podrán salir de los problemas de una forma u otra. Al final, la fe vence a la duda y los exploradores regresan sanos y salvos a su tierra natal.
La Humanidad vs. la Naturaleza
A lo largo de la novela, Lidenbrock es tanto un observador como un rival de la Naturaleza. Como científico, aprecia el mundo natural, pero está claro que no es un observador pasivo; al fin y al cabo, su objetivo de llegar al centro de la Tierra tiene prioridad sobre su respeto a la Naturaleza. De hecho, en ocasiones Lidenbrock se muestra bastante arrogante con la Naturaleza, asumiendo que ella les proveerá a él y a sus compañeros, mientras ignora las ominosas señales y advertencias naturales que aparecen en su camino. Cuando el último obstáculo para su progreso —la roca— se revela, Lidenbrock aprueba su destrucción sin importar las consecuencias. Poco antes, se había jactado de que vencería a la Naturaleza. Por desgracia para él, es la Naturaleza la que vence al final, al expulsarlo literalmente de sus entrañas con una erupción volcánica.
La supervivencia
Si bien gran parte del viaje descrito en la novela es asombroso, pero bastante seguro, en otras ocasiones es increíblemente peligroso y exige a los viajeros algo más que caminar y tomar notas. De hecho, la Naturaleza se encuentra en su estado más primitivo debajo de la tierra, y los seres humanos que la transitan deben necesariamente adaptarse a ella. No es fácil obtener agua, se desatan tormentas tempestuosas, aparecen bestias temibles, el viento desvía la expedición y la oscuridad los envuelve en un manto de pesadumbre y soledad. Hay varios momentos a lo largo del viaje en los que los hombres están a punto de perecer, y uno de los episodios más aterradores es cuando Axel se encuentra solo y perdido. El viaje exige que sus participantes estén dispuestos a sacrificar casi todo, quizás incluso sus vidas, para completarlo.
El tiempo y el espacio
Los viajeros no solo se desplazan por el espacio mientras descienden en las profundidades del planeta; también se desplazan a través del tiempo. Verne quiere mostrar a sus lectores los niveles sucesivos de la historia humana y biológica, dándonos una verdadera lección de paleontología, geología y antropología. De esta manera, Viaje al centro de la Tierra fusiona literatura y ciencia trascendiendo los límites de ambos géneros o disciplinas.
La ciencia
La novela de Verne desafía muchas de las tendencias literarias del siglo XIX por su interés en los hechos y los datos y por los relatos prolijos de descubrimientos científicos. Hay muchos pasajes didácticos sobre mineralogía o paleontología que son tangenciales a la trama y que amenazan con sobrepasar la narración principal. En este sentido, Viaje al centro de la Tierra es una novela que intenta exponer las realidades científicas de su época, lo que hace de la ciencia uno de sus temas principales. No es casual entonces que los aventureros sean científicos y que la fascinación por los hallazgos subterráneos provenga no solo de lo maravilloso de hallar flora y fauna de dimensiones colosales, sino también de que estos descubrimientos signifiquen una corroboración, dentro de la ficción, de los saberes de la época. En este sentido, la obra de Verne es inaugural de la ciencia ficción como género literario, en tanto imagina hasta dónde se podría llegar con los conocimientos científicos disponibles, como dar la vuelta al mundo o viajar hasta el centro de la tierra.
El conocimiento y el descubrimiento
La novela de Verne trata la búsqueda del conocimiento en su forma más pura. Tanto Lidenbrock como Axel muestran un entusiasmo casi infantil en el estudio de su campo. La primera vez que se nos presenta a Lidenbrock, él está fascinado con el manuscrito de Sturluson. La curiosidad científica sostiene a estos dos personajes a lo largo del viaje. Incluso la ansiedad y la inquietud de Axel se ven a menudo aplacadas por el fervor del descubrimiento. Lo que presencian bajo la superficie de la Tierra son cosas que nadie más ha visto (excepto Saknussemm, supuestamente) y Verne describe el asombro de los personajes de manera memorable y creíble. Salvando las distancias entre realidad y ficción, el lector estaría igual de emocionado si viera un plesiosaurio, un hombre de tres metros de altura o un mastodonte.
El coraje
El coraje se manifiesta de muchas maneras en la novela. Hans muestra su valentía con su ánimo tranquilo e inquebrantable. Se guarda los miedos para sí mismo; sabe que su trabajo es estar en la expedición y muestra el valor que requiere este deber. El coraje de Lidenbrock también es inflexible, pero es casi temerario y tempestuoso. Él proyecta su coraje hacia el exterior, probablemente para convencer a Axel (y a sí mismo) de que van por el buen camino; después de todo, su valentía surge de su ferviente entusiasmo por el viaje. Tal vez la mayoría de los lectores se identifiquen con el coraje de Axel, que con frecuencia flaquea. Él experimenta muchos temores y a menudo quiere dar un paso al costado; piensa en lo que le espera en casa y le preocupa no salir vivo de la aventura. Sin embargo, cuando llega el momento de mostrar su determinación, Axel se arma de valor. Emprende esfuerzos enormes, se anima a cruzar sus propios límites y logra enorgullecer a su tío y a sí mismo. Puede que no le sea fácil mostrar su valentía, pero esa dificultad hace que su coraje sea más loable.