Gabriela Mistral, cuyo verdadero nombre era Lucila Godoy Alcayaga, nace en Monte Grande, capital de la provincia de Elqui, al norte de Chile. Es hija de Petronila Alcayaga Rojas y de Juan Jerónimo Godoy Villanueva. Su padre era profesor y poeta y, pese a que abandonó el hogar cuando Gabriela tenía solamente trece años, ella lo reconoce como una figura que la inspiró a dedicarse a la poesía.
Mistral recibe su educación en casa, por su hermana mayor, Emelina Molina Alcayaga, ya que la familia no poseía recursos para pagarle una educación formal. En 1904, a sus quince años, Mistral comienza a trabajar como maestra, a publicar sus primeros escritos en periódicos de la zona, y a colaborar en la revista literaria Elegancias, dirigida por Rubén Darío. En 1910, comienza un recorrido por diferentes escuelas rurales de todo Chile.
En 1914, Gabriela gana el concurso literario de los Juegos Florales de Santiago con sus Sonetos de la muerte, una serie de tres sonetos que, tal como lo indica el título, tienen a la muerte como tema central. La obtención de este premio le da a la poetisa un gran reconocimiento a nivel nacional.
En 1922, tras once años de trabajar como maestra rural en su país natal, Mistral es contratada por el gobierno de México, por petición del ministro de educación, el famoso escritor y educador José Vasconcelos, quien estaba llevando a cabo en su país una gran reforma educativa. Ese mismo año, se publica en Nueva York su primera obra: Desolación.
Tras vivir dos años en México, consagrada a su tarea de educadora y poeta, y rodeada por una gran cantidad de intelectuales, Mistral viaja rumbo a Europa. Allí, en 1924, publica su segunda obra poética: Ternura. Tras recorrer el viejo continente y pasar por Estados Unidos, Gabriela regresa a Chile. Sin embargo, la situación política que se vive en su país natal es muy tensa, lo que la obliga a partir de nuevo rumbo a Europa. Allí, ocupa el cargo de secretaria en una sección de la Liga de las Naciones.
A partir de entonces, Mistral comienza a vivir viajando por diferentes países y ejerciendo distintos cargos, generalmente relacionados con la educación. Empieza a ser reconocida mundialmente tanto por su poesía como por su labor como educadora. En 1938, se publica en Buenos Aires su tercera obra poética: Tala.
En 1945, Mistral recibe el Premio Nobel como distinción a su obra lírica, que “se ha convertido en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano” (2018). Con el dinero ganado por el premio, Mistral se compra una casa en Santa Bárbara, Estados Unidos. Allí conoce a Doris Dana, una escritora estadounidense con la que viviría hasta el final de sus días.
En 1953, es nombrada cónsul de Nueva York y delegada de la Asamblea General de Naciones Unidas. En 1954 publica su cuarta y última obra, exceptuando las obras póstumas: Lagar. Ese mismo año es invitada a Chile por el gobierno de Carlos Ibañez del Campo y recibida con honores.
En 1957, Mistral, afectada por múltiples enfermedades, muere en Nueva York.