Antes que anochezca

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La homosexualidad

Desde las primeras páginas de Antes que anochezca, los lectores nos topamos con diversas situaciones que evidencian la pulsión sexual desenfrenada que caracterizará a Reinaldo Arenas durante toda la obra.

Reinaldo advierte prematuramente su homosexualidad luego de haber observado casualmente, a la edad de seis años, a un grupo de jóvenes bañándose desnudos en el río. Antes de eso, sin embargo, su sexualidad ya había asumido una impronta disidente respecto a la sociedad en que se cría. En los primeros capítulos, por ejemplo, Reinaldo confiesa haber tenido encuentros eróticos con sus primos, tíos e incluso con varios de los animales de granja que cría su familia. La irrefrenable pulsión erótica de Arenas no hace sino acrecentarse a partir de su adolescencia, llegando a su punto máximo cuando descubre las playas cubanas.

Ahora bien, la disidencia sexual de Arenas constituye, asimismo, una de las principales causas que desencadenan su oposición al castrismo. Para comprender el carácter represivo del Gobierno cubano respecto a las identidades sexuales no heterosexuales, basta mencionar las declaraciones realizadas en el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, donde el Gobierno recomienda la exclusión de los homosexuales de los ámbitos educativos y culturales (ver Capítulo 45: “El «caso» Padilla”). Otro ejemplo de ello es la aparición de las UMAP, organismos creados para la reeducación de aquellos ciudadanos cuyas vidas atentan contra los valores pregonados por el castrismo.

El crítico José Ismael Gutiérrez sostiene, en este sentido, que la oposición de Arenas “al régimen cubano, en vigor, no proviene tanto de una convicción ideológica en sí misma, sino que las bases de sus concepciones políticas tienen más bien origen en la marginación y discriminación originadas por su condición sexual” (2005: 114). Irónicamente -señala Gutiérrez-, una vez en el exilio Arenas queda rápidamente decepcionado por la cultura sexual de los Estados Unidos. En parte, esto sucede porque su placer se encuentra “supeditado a la aureola de secretismo y conspiración que ha de acompañar, según él, al acto sexual” (2005: 116). La posibilidad de una expresión sexual libre hace perder al coito de esa sensación de peligro y misterio que tanto lo estimulaban en la Cuba castrista.

La escritura

Si la homosexualidad de Arenas se presenta en Antes que anochezca como uno de los elementos que propician su persecusión por parte del castrismo, el otro elemento es, sin duda alguna, su producción literaria. José Ismael Gutiérrez señala que, “en tanto actividades subversivas, la escritura y el sexo se interrelacionan estrechamente, y ambas prácticas se destinan a la crítica feroz y a la destitución del discurso político oficial cubano” (2005: 106). Ambos temas, entonces, se vinculan y potencian recíprocamente, al tiempo que pueden ser comprendidos como una forma de quehacer político, lo que trae a escena el tópico de “El activismo político”.

Al igual que con la homosexualidad, Arenas descubre su pasión por el potencial creativo de la palabra en su más temprana infancia. Antes incluso de aprender a leer y escribir, rastrea el origen de los primeros despertares de su condición como escritor en las historias de brujas y fantasmas que le contaba su abuela, y en el estimulante paisaje natural del campo y el río. Para él, “la infancia fue el mundo de la creatividad” (23).

Más adelante, otros personajes y acontecimientos terminarán por definir y reafirmar su vocación: su empleo en la Biblioteca Nacional, donde conoce a María Teresa Freyre de Andrade y Maruja Iglesias Tauler; la profunda y cultivada amistad que construye con Lezama Lima y Virgilio Piñera; y las tertulias y reuniones realizada con otros escritores y homosexuales de su generación, por ejemplo, con los hermanos Abreu.

Al igual que en “La homosexualidad”, el tema de la escritura libera y condena al autor en forma simultánea: en este primer sentido, positivo y liberador, la escritura representa su única “venganza” (16), su “grito” (310) contra las injusticias recibidas por una sociedad homofóbica y un Estado persecutorio. Por el otro, sin embargo, su obra asume también un carácter condenatorio en tanto, junto a la sexualidad, conduce a las mayores represalias por parte del castrismo, que intentará censurarle publicaciones e impedir su alcance en el extranjero. En suma, la escritura de Reinaldo impacta en la sociedad cubana como una actividad política, lo que pone en escena la cuestión del rol del intelectual en la sociedad y la política.

El activismo político

Pese a que Arenas no quiere que lo consideren “un ser ni de izquierda ni de derecha” ni tampoco ser “catalogado bajo ninguna etiqueta oportunista y política” (322), lo cierto es que su propia historia, tal como él la cuenta, puede ser leída como una vida atravesada por el activismo político.

Los primeros posicionamientos políticos de Arenas se producen en su infancia gracias a la influencia de su abuelo materno, quien “Pertenecía al Partido Ortodoxo (...) era antirreligioso, liberal, anticomunista (...) y estaba en contra de todas las dictaduras, incluyendo, desde luego, las comunistas” (51). Arenas se siente identificado con la orientación política de su abuelo y, de algún modo, reproduce sus posicionamientos hasta el día de su muerte.

Cabe destacar el hecho de que Arenas adopte los preceptos del único hombre mayor de la casa de su infancia; una casa poblada por “mujeres abandonadas” (20). Esto se explica, en cierto punto, por el mismo carácter machista de la sociedad en que Arenas se cría. Carácter persistente, aún hoy, en gran parte del mundo. De esta manera, mientras que el ámbito privado y doméstico se encuentra dominado por mujeres -sea su abuela, su madre e incluso el de su malvada tía Orfelina-, el ámbito público y político pertenece al dominio de los hombres.

Pese a ello, Antes que anochezca nos muestra que no cualquier hombre se encuentra legitimado para participar de la política, sino el hombre heterosexual, masculino y, en el caso de la Cuba castrista, revolucionario. Esto explica lo poco que dura Arenas cuando ingresa a las milicias revolucionarias y explica, a su vez, el hecho de que su compromiso político no se construya en función de la defensa de un ideal político, sino como respuesta a la represión que padece por su identidad disidente sexual e intelectual. En boca de José Ismael Gutiérrez:

Su fidelidad a la literatura, su defensa de la libertad creadora, sus dificultades para adaptarse a las rígidas legislaciones del modelo comunista y la entrega ciega a una práctica sexual contraria a los principios morales vigentes en aquel momento histórico de la Isla desencadenaron su visceral anticastrismo. (2005: 120, 121)

En suma, luego de su fugaz paso por las tropas revolucionarias, el quehacer político de Reinaldo se produce en forma de una defensa de su libertad sexual y creadora. Es a través de su desobediencia sexual, sus publicaciones clandestinas y contestatarias, y sus opiniones acerca del rol que los intelectuales deben cumplir frente a un poder totalitario que Reinaldo Arenas acciona políticamente sobre la realidad.

La persecución y la fuga

La certeza de sentirse perseguido, el fantasma de la delación, las amenazas de la cárcel y la muerte son tópicos presentes a lo largo de todo Antes que anochezca. El peligro de ser descubierto aparece desde la infancia de Reinaldo, cuando se vuelve consciente de que sus interacciones eróticas con los animales de la casa y otros niños y niñas de su edad no serán bien vistas por su familia. Con el correr de los años, la certeza de que su identidad homosexual implica en sí misma un peligro se intensifica luego de la caída de Batista y el posterior establecimiento de Fidel Castro en el poder. Luego, con su incursión como autor en el ámbito cultural, al peligro que le supone su sexualidad se le suma el del carácter contestatario que sus textos tienen respecto al castrismo.

En suma, la adultez de Arenas se encuentra atravesada por una sensación persecutoria que raya casi la paranoia. La posibilidad de que alguno de sus amantes sexuales sea un policía encubierto, que lo sorprenda el ejército mientras tiene relaciones sexuales en la playa, que alguno de sus supuestos amigos esté trabajando para la Seguridad del Estado y lo delate, que le intercepten correspondencia comprometedora o descubran sus subversivos manuscritos lo mantiene en un estado de alerta permanente.

Frente a este estado persecutorio, Arenas se encuentra siempre dispuesto a la fuga; una fuga que adquiere también diversas manifestaciones: se presenta en su intento de escape por los terrenos pantanosos de Guantánamo, en las semanas que pasa escondido en el bosque de Parque Lenín, en la ayuda que le pide a sus amigos para que le guarden sus manuscritos o los saquen clandestinamente del país. Incluso, en su punto más alto, las fugas de Arenas se presentan bajo la forma del exilio y, más aún, mediante la opción del suicidio.

La libertad

Antes de suicidarse, Arenas escribe una carta para ser publicada que concluye, en sus últimas líneas, con una exhortación “al pueblo cubano tanto en el exilio como en la Isla (...) a que sigan luchando por la libertad”. En esta línea, admite que lega su obra “satisfecho con haber podido contribuir aunque modestamente al triunfo de esa libertad” y remata, finalmente, diciendo: “Cuba será libre. Yo ya lo soy” (343). La importancia fundamental que Arenas otorga en esta carta al tema de la libertad nos ofrece una buena clave de lectura para abordar Antes que anochezca, obra en la que este tópico se presenta en distintas dimensiones.

En el tema “El activismo político”, analizamos el modo en que la oposición al castrismo presente en la obra no surge a partir de la defensa de una doctrina política o partidaria de Arenas, sino como respuesta a las distintas formas de represión que sufre por el carácter subversivo de su sexualidad y de su literatura. Frente a la represión y la censura, entonces, la libertad se revela como su principal objetivo político. Es la libertad de expresarse literariamente sin coerciones, de experimentar su homosexualidad sin el hostigamiento y el menosprecio del Gobierno e, incluso, es la libertad de vestir como gusta y elegir sus consumos culturales -sean estos películas, música o libros- sin que ellos sean censurados y prohibidos por considerarse una forma “diversionismo ideológico” (100) e intromisión del imperialismo norteamericano en su cultura.

La supervivencia

La vida de Arenas puede interpretarse como una cruzada contra el hambre y la falta de un hogar. Arenas nace en la pobreza y la humildad. Su padre desaparece cuando él tiene tan solo unos meses, por lo que debe irse a vivir con su madre a una finca familiar en el campo. Allí convive con una inmensa cantidad de primos y tías. Todos duermen compartiendo habitaciones y se alimentan de lo que logran sacar de los animales de la granja y los cultivos de su abuelo. En la casa familiar, Reinaldo llega incluso a comer tierra para saciar su apetito. Cuando se acerca a su adolescencia, la situación económica los obliga a vender la finca para mudarse a una pequeña casa en un pueblo humilde llamado Holguín. Allí y siendo aún un niño, Arenas comienza a trabajar en una fábrica de dulce de Guayaba para colaborar con la economía familiar.

A los catorce años, el hecho de vivir “casi sin comida, sin electricidad” se le termina volviendo a Arenas “sencillamente imposible” (64), por lo que decide alzarse con los guerrilleros revolucionarios para poder escapar de Holguín. Si bien logra conseguir cierta estabilidad durante los primeros años, rápidamente advierte que su identidad sexual y literaria le impiden gozar plenamente de los beneficios de la Revolución castrista. De este modo, la posibilidad de un trabajo que lo provea de un techo propio y lo saque del hambre se le revela como algo inaccesible y Arenas pasa la mayor parte de su vida pasando hambre, viviendo de prestado en casas ajenas e intentando sobrevivir con lo poco que consigue y gracias a la ayuda de sus amigos.

Irónicamente, la precariedad que caracteriza su vida en Cuba sucede paralelamente al éxito que sus libros tienen en el exterior; éxito del que no puede percibir un rédito económico. Pese a ello, cuando por fin consigue exiliarse, se encuentra con que su “nuevo mundo no estaba dominado por el poder político, pero sí por ese otro poder también siniestro: el poder del dinero” (332). En Estados Unidos, su situación económica nunca llega a estabilizarse del todo. De hecho, empeora aún más cuando contrae sida y debe enfrentarse a la imposibilidad de acceder a un servicio de salud sin dinero ni seguro médico.

La amistad

Arenas encuentra en sus amigos un sentimiento de comunidad que nunca consigue alcanzar con su propia familia. Ya sea porque está explícitamente tematizado o por alguna mención o anécdota al pasar, el tópico de la amistad se nos ofrece a los lectores a lo largo de la gran mayoría de los capítulos de Antes de que anochezca.

Esta centralidad se comprende fácilmente si tenemos en cuenta que la amistad es constitutiva para Arenas en dos dimensiones fundamentales de su identidad: por un lado, la identidad literaria de Reinaldo no hubiera sido posible sin el apoyo de los colegas y directivos de la Biblioteca Nacional; el de sus amigos y maestros Virgilio Piñera y Lima Lezama, a quienes conoce a través de la UNEAC; y el de todos los jóvenes escritores de su generación, entre quienes destacan los hermanos Abreu. Por otro lado, la identidad sexual de Arenas también termina por consolidarse gracias a los distintos amigos que se le presentan a lo largo de su vida, y con quienes conoce la subcultura homosexual de La Habana y de las playas cubanas.

Más allá de los aspectos identitarios en común con estos amigos, Reinaldo establece relaciones amistosas -algunas de ellas duraderas, otras más efímeras- a través de todos los lugares que transita a lo largo de Antes que anochezca. Sea en La Habana, en las cárceles, en el hotel Monserrate, en Miami o Nueva York, cada uno de estos escenarios le ofrece a Arenas la posibilidad de afianzar vínculos y amistades que, muchas veces, terminan salvándolo de la captura o la muerte.

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