Felisberto Hernández, hijo de Prudencio Hernández González y de Juana Hortensia Silva, nace el 20 de octubre de 1902 en Montevideo, Uruguay. Desde temprana edad muestra vocación por la música, lo que lo lleva a iniciarse en los estudios de piano a los 9 años, con la profesora francesa Celina Moulié. Luego continúa su educación musical de la mano de Clemente Colling, maestro y referente con quien mejora sus conocimientos de composición y armonía.
Ante la necesidad de trabajar para mejorar su situación económica, a los 16 años Felisberto pone en práctica lo aprendido dando clases particulares de piano y musicalizando películas del cine mudo. Poco después, en 1922, empieza a dar recitales de piano. Por esta época, conoce al filósofo Carlos Vaz Ferreira y empieza a insertarse en su círculo de amigos, entre los que se encuentran Alfredo y Esther Cáseres, José Pedro Bellán, Jules Supervielle y Joaquín Torres García.
El año 1925 marca el inicio de la intensa actividad artística de Fernández, no solo como músico sino también como escritor. Publica su primer libro, Fulano de tal, y empieza a dar varios conciertos musicales. Ese año también se casa con María Isabel Guerra, con quien tiene una hija en 1926. Por hallarse de gira, recién conocerá a su hija Mabel a sus 4 meses de edad. Al año siguiente, Felisberto da su primer concierto con partituras propias en el Teatro Albéniz de Montevideo, y hasta 1942 dará recitales en diferentes localidades de Argentina y Uruguay.
Su segundo libro es una compilación de cuentos, el Libro sin tapas, de 1929. A esta publicación le siguen La cara de Ana, en 1930, y La envenenada, en 1931. Ninguno de estos libros obtiene el interés del público lector. En 1935 se divorcia de María Isabel, y a los dos años se casa con la artista plástica Amalia Nieto. De este segundo matrimonio proviene su segunda hija, Ana María. En 1939 da un recital en el Teatro del Pueblo de Buenos Aires que tiene bastante éxito.
Gracias al apoyo financiero de varios amigos, logra publicar Por los tiempos de Clemente Colling (1942), libro con el que alcanza mayor notoriedad y que le consigue un premio del Ministerio de Instrucción Pública. Es entonces que decide abandonar su carrera musical para dedicarse por completo a la literatura. Al año siguiente es de nuevo premiado por su libro El caballo perdido (1943). Pero la situación económica de Felisberto sigue complicada, lo que lo obliga a vender su piano y a tomar un empleo burocrático en el departamento de Control de Radio de la Asociación Uruguaya de Autores, cargo que desempeña hasta 1956.
En 1943 se separa de su esposa y comienza a tener una relación con la escritora María Paulina Madeiros, quien más adelante dará testimonio de su vínculo con el escritor uruguayo en el libro Felisberto Hernández y yo (1974). En 1946, Hernández obtiene una beca del gobierno de Francia para viajar a París. Allí, su amigo Jules Supervielle lo presenta en el club PEN de París y en la Sorbona, y Susana Soca publica algunos de sus cuentos en la revista La Licorne. En París conoce a María Luisa de las Heras, con quien contrae matrimonio en 1949, aunque se separan un año después. María Luisa es, en realidad, una espía de la KGB que se casa con Felisberto con el objetivo de instalarse en Montevideo y tener allí su red de espionaje. Se presume que Felisberto, declarado anticomunista, nunca supo la verdadera identidad de su tercera esposa. No obstante, llama la atención que, en Las Hortensias, relato que Felisberto le dedica a María Luisa, hay una muñeca –suerte de doble de la esposa del protagonista, también de nombre María– que se parece a un espía (ver Resumen y Análisis de Las Hortensias).
La producción literaria de Felisberto Hernández continúa con la publicación de Nadie encendía las lámparas en 1947 y con la mencionada Las Hortensias, aparecida por primera vez en la revista Escritura en 1949, con dibujos de Olimpia Torres. Entre 1954 y 1958 tiene una relación con la pedagoga Reina Reyes, quien lo asiste en la promoción de su literatura y lo ayuda a obtener un puesto como taquígrafo en la Imprenta Nacional. Reyes también publica, como Madeiros, un libro sobre su relación con Hernández, ¿Otro Felisberto?, en 1994. El último amor de Felisberto es María Dolores Roselló.
Deteriorado de salud, en 1963 Felisberto Hernández es diagnosticado con leucemia. Muere el 13 de enero de 1964. Aunque obtiene algo de reconocimiento en los últimos años de su vida, como cuando Ángel Rama incluye La casa inundada en la colección Letras de Hoy, en 1960, la mayor valoración de su obra llega después de su muerte. Hernández fue alabado por autores de renombre como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Ítalo Calvino y Juan Carlos Onetti, y las numerosas compilaciones póstumas de su narrativa dan cuenta del interés todavía vigente por uno de los grandes escritores de la literatura uruguaya y latinoamericana.