Es posible distinguir tres etapas en la literatura de Felisberto Hernández. En la primera aparecen las primeras publicaciones, impresos económicos y pequeños que no llevaban tapa, como el que se llama Libro sin tapas (1929), precisamente por esta condición. Estas publicaciones contienen breves historias en las que un narrador en primera persona va hilvanando una trama de situaciones comunes que tienen algo de inusual, dejando espacio para la intriga, como en “La casa de Irene” (Libro sin tapas), donde presenciamos un cortejo de pocas palabras, movido por el vínculo que se establece entre objetos y personas.
La segunda etapa constituye el período memorialista de la narrativa felisbertiana, e incluye los relatos Por los tiempos de Clemente Colling (1942), El caballo perdido (1943) y Tierras de la memoria (escrito en 1944 y publicado en 1965). Estos escritos se basan en experiencias de la vida del autor y se centran no solo en los recuerdos sino también en el acto de recordar, es decir, en la reflexión de cómo se puede evocar y retener lo pasado.
La mayor parte de los cuentos analizados en esta guía de estudio pertenecen a la tercera etapa, en la que madura su obra y se afianza su estilo literario. Es el momento en el que Felisberto Hernández incurre en el género fantástico a través de relatos que exploran lo siniestro de lo cotidiano, el desdoblamiento del sujeto o el misterio de lo que se presenta como un otro para el yo que narra. Estos relatos, sin embargo, no dejan de revelar cierto aspecto descarnado de la realidad, en el modo en que los personajes se ven atravesados por sus condiciones económicas o por las relaciones de poder a las que son sometidos.
La tercera etapa se inaugura con Nadie encendía las lámparas (1947), donde aparecen los cuentos “El balcón”, “El acomodador”, “Menos Julia” y “Nadie encendía las lámparas”. La novela breve Las Hortensias (1949) y el cuento “Mi primera maestra” (1950) también pertenecen a este período, si bien solo fueron publicadas en libro de forma póstuma, en 1966 y 1969 respectivamente. La casa inundada (1960) es la última compilación en vida del autor; allí encontramos los cuentos “El cocodrilo” y “La casa inundada”.
En “Explicación falsa de mis cuentos” (1955), el escritor uruguayo sugiere que sus relatos no están dominados por la conciencia ni por estructuras lógicas y que, de ser intervenidos por algo, esta intervención sería del orden de lo misterioso. En el final concluye: “lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda” (p.78).* Siguiendo esta explicación, del que dice no saber cómo explicar lo inexplicable, podríamos afirmar que la literatura de Felisberto Hernández se despliega en el intento lúdico de comprender lo incomprensible, de conocer lo incognoscible, de narrar lo inenarrable.
*En Hernández, Felisberto (2010). Las Hortensias y otros relatos. Buenos Aires: El Cuenco de Plata.