Los objetos
Los narradores de los cuentos felisbertianos describen los objetos centrales a las tramas a través de imágenes visuales y táctiles que los singularizan y los personifican. En “El acomodador”, el narrador se detiene con lujo de detalles en los objetos que intenta retener con su luz: “Había un libro de misa con tapas de carey veteado como el azúcar quemada; pero en una de las esquinas tenía un calado sobre el que descansaba una flor aplastada. Al lado de él, enroscado como un reptil, yacía un rosario de piedras preciosas. Esos objetos estaban al pie de abanicos que parecían bailarinas abriendo sus anchas polleras…” (p.87). En “Menos Julia”, el narrador cuenta su experiencia del túnel describiendo lo que siente cuando toca los objetos en la oscuridad: “Yo me inicié poniendo las manos sobre una pequeña caja cuadrada de la que sobresalía una superficie curva […]. Tenía una canaleta suave, una parte un poco áspera y cerca de uno de los bordes de la caja había lunares… o granitos” (p.161).
Sinestesias
Varios de los relatos de Felisberto Hernández recurren a imágenes sensoriales que mezclan lo visual y lo sonoro. Por ejemplo, en “Nadie encendía las lámparas” el narrador cuenta que “al terminar [su] cuento se encendió el barullo” (p.130); en “El balcón”, la hija del anciano expresa que su madre tocaba “notas tan lentas y separadas en el silencio” como si “fuera encendiendo, uno por uno, los sonidos” (p.98); en “Menos Julia”, el amigo de la infancia se queja del sonido de una radio diciendo que “[le] llenaba la quinta de ruido” (p.160).
La música
Las imágenes musicales aparecen con frecuencia en la narrativa del escritor y concertista Felisberto Hernández, especialmente en los cuentos donde hay personajes que saben tocar el piano. Podemos incluir estas imágenes dentro de las imágenes sinestésicas, en la medida en que en ellas lo sonoro se vincula con lo visual y con otras imágenes sensoriales. En “La casa de Irene”, por ejemplo, el narrador dice que cuando tocaba el piano le parecía que las composiciones “tenían un color, una emoción y hasta un ritmo distinto” (p.30), y en “El balcón”, cuando el narrador realiza el primer acorde, los sonidos “[empiezan] a oscilar como la luz de las velas” (p.105).
La naturaleza
En cuentos como “La casa inundada” y Las Hortensias aparecen imágenes naturales para describir el entorno en el que están los personajes. En “La casa inundada”, el narrador nos da una imagen de la casa de Margarita como si estuviera en una zona tropical, aunque la región en la que se encuentra es bastante “árida” (p.277): “El frente de la casa estaba cubierto de enredaderas. Llegamos a un zaguán ancho de luz amarillenta y desde allí se veía un poco del gran patio de agua y la isla. El agua entraba en la habitación de la izquierda por debajo de una puerta cerrada…” (p.278). En Las Hortensias, María decide irse a lo de su prima Pradera, que vive “en las afueras” (p.58), para imaginar que Horacio podría llegar a encontrarla recostada bajo un árbol leyendo un libro de versos; es allí donde el narrador compone una imagen que conjuga naturaleza y poesía: “Después ella fue a sentarse bajo un árbol con el libro de hule; de él se levantaban poemas que se esparcía por el paisaje como si ellos formaran de nuevo las copas de los árboles y movieran, lentamente, las nubes” (p.59).