José Zorrilla nace en Valladolid, España, el 21 de febrero de 1817. Era hijo de José Zorrilla Caballero y doña Nicomedes Moral. Su padre es nombrado gobernador de Burgos, ciudad a la que toda la familia se traslada cuando este autor cuenta con seis años. Luego, en 1827, se trasladan a Madrid donde su padre es el encargado de la Superintendencia de la Policía. A los nueve años, José ingresa como interno al Seminario de Nobles de Madrid, regenteado por jesuitas. Lee a Chateaubriand, W. Scott y a F. Cooper, autores de mucha popularidad en ese momento. Asimismo aprende el idioma italiano, participa de representaciones teatrales escolares y empieza a escribir sus primeros versos. En sus memorias Recuerdos del tiempo viejo, escribe: “En aquel colegio comencé yo a tomar la mala costumbre de descuidar lo principal (…) negligente en los estudios serios de filosofía y las ciencias exactas, me apliqué al dibujo, a la esgrima y a las bellas letras, (…) cometiendo a los doce años mi primer delito de escribir versos” (2016, p.19).
En 1833 muere Fernando VII, y su padre, que era absolutista, es desterrado a Lerma. José es enviado a estudiar Leyes a la ciudad de Toledo, bajo la vigilancia de un pariente. Su gran interés por la literatura va en detrimento de su carrera de Derecho. Incursiona en la lectura de grandes obras de autores como Alejandro Dumas, Víctor Hugo, el Duque de Rivas y Espronceda. Su inclinación por el arte perjudica la relación con su padre, quien siempre había querido imponer su criterio ante las elecciones del hijo. Por tal motivo, el padre lo retira de los estudios y lo envía a Lerma a cavar viñas. José no acepta esta decisión y huye a Madrid, hacia 1836. Se inicia en el quehacer literario frecuentando ambientes artísticos y bohemios de Madrid. A causa de sus carencias económicas, finge ser un artista italiano para poder dibujar en Museo de las familias (revista ilustrada española de mediados del siglo XIX). También publica algunas poesías en el periódico El Artista. Por pronunciar discursos revolucionarios en el Café Nuevo, es perseguido por la policía y se refugia en la casa de un amigo gitano. Por ese entonces entabla amistad con el barítono italiano Joaquín Massard. En 1837 muere el escritor Mariano José de Larra. Entonces, a instancias de Massard, José compone y declama un poema en su memoria, en el cementerio, ante las exequias y en presencia de figuras notables de ese tiempo (artistas y escritores principalmente). José se consagra allí como poeta. Este acontecimiento también le permite entablar amistad con Espronceda, Antonio Gutiérrez y otras personalidades de la cultura. A partir de entonces, la carrera literaria de Zorrilla se torna más intensa. Comienza a escribir para los periódicos El Español y El Porvenir, donde obtiene un sueldo de seiscientos reales. En 1837 aparece su primer libro Poesías y, dos años después, estrena Juan Dandólo en colaboración con García Gutiérrez. También escribe crítica teatral para la publicación El Entreacto.
En 1838 se casa con Florentina O´ Reilly, una viuda irlandesa dieciséis años mayor, con quien tiene una hija que muere un año después de nacer. José tiene muchas amantes que despiertan celos en su esposa.
Entre 1840 y 1845 escribe y publica numerosas obras, poesía, cantos, dramas, leyendas. En cinco temporadas estrena veintidós obras de teatro. En 1843 recibe un premio del gobierno español por su labor como dramaturgo.
En 1846 muere su madre y, tres años después, su padre, con quien nunca se reconcilió. Esas pérdidas llenan de amargura al poeta, quien confiesa: “¡Mis padres mueren (…) sin llamarme en su última hora! ¡Dios me deja sobre la tierra sin el último abrazo y sin la bendición de mis padres!” (2016, p.257).
En 1850 el poeta abandona a su esposa y su obra. Emigra a Francia y, en París, conoce a Teófilo Gautier, George Sand, Víctor Hugo, Alejandro Dumas y Alfred de Musset.
Entre 1839 y 1850, Zorrilla escribe sus mejores obras. Entre otras con notable éxito, se halla Don Juan Tenorio (1844). En 1852 se imprime el tercer tomo de sus obras completas.
En 1855, José viaja a México. Cuenta con el mecenazgo del Emperador Maximiliano I. En 1858 hace un viaje a Cuba, donde permanece un año y se dedica al tráfico de esclavos. Se asocia a un negrero para importar indios prisioneros de la guerra contra los mayas de Yucatán y venderlos a las azucareras cubanas. Este negocio termina con la muerte de su socio, a causa de fiebre amarilla. En este período José sufre ataques de epilepsia que lo acompañarán el resto de su vida.
En 1865 fallece su esposa, Florentina O’ Reilly, víctima del cólera, entonces Zorrilla decide regresar a España. En 1866 llega a Barcelona y, tras arreglar varios asuntos, se dirige a Madrid.
Hacia 1867, muere fusilado el emperador Maximiliano. José vierte todo su odio hacia los liberales mexicanos y los que habían abandonado a su amigo, entre ellos Napoleón III y el Papa, en un poema: El drama del alma. Su fe religiosa sufre un duro golpe.
En 1869 vuelve a casarse, con Juana Pacheco Martín, quien cuenta con veinte años, mientras que él ya tiene cincuenta y dos. Su administración del dinero no es buena y el autor vuelve a sufrir apuros económicos, por lo que recibe ayuda y protección de algunos personajes de la alta sociedad española. Vive en Roma con su mujer entre 1871 y 1873. En 1874 se trasladan a Francia y se dedican a la floricultura. Luego, en 1876, regresan a España, y él trabaja ofreciendo lecturas públicas de su obra.
En El Imparcial le ofrecen publicar sus memorias por entregas. Hacia 1879 comienzan a salir en la tirada de los días lunes. Entre 1880 y 1882 viaja por toda España ofreciendo sus lecturas. En 1890 lo operan en Madrid para extraerle un tumor cerebral. La reina María Cristina le concede una pensión. Hacia 1893, el tumor se reproduce y se somete nuevamente a cirugía. No resiste y fallece el 23 de enero en Madrid. Cumpliendo la voluntad del poeta, sus restos fueron trasladados a Valladolid.