Mercè Rodoreda nace el 10 de octubre de 1908 en Barcelona. Por ser la hija única de un padre y una madre amantes del teatro y la literatura, desde pequeña tiene mucho contacto con ese mundo. En tanto, la figura de su abuelo materno la marca intensamente, ya que es quien le inculca un profundo sentimiento catalanista y un amor por la lengua catalana y las flores, algo que luego se ve reflejado a lo largo de toda la obra de la escritora.
En 1921, tras la muerte del abuelo materno, su tío Juan se instala en la casa de la familia y en 1928, con 20 años, Rodoreda se casa con él, catorce años mayor que ella. Al año siguiente, tienen un hijo.
Desde entonces, Rodoreda empieza a concebir a la escritura como un oficio y realiza pruebas literarias para liberarse de la dependencia económica y social que le supone la monótona vida de casada. Escribe poemas, una obra teatral (que permanece desaparecida) y varias novelas.
En 1932, publica su primera novela, titulada Sóc una dona honrada? (¿Soy una mujer honrada?), y también varios cuentos en periódicos. Al año siguiente, inicia su carrera periodística y, posteriormente, empieza a involucrarse con mayor profundidad en el mundo literario, lo que la lleva a publicar tres novelas más. Sin embargo, la autora luego rechazaría esas obras por considerarlas parte de una etapa de inexperiencia.
Al iniciarse la Guerra Civil española, Rodoreda colabora con el cargo de correctora de catalán en el Comisariado de propaganda de la Generalidad. En este ambiente, conoce a escritoras de la época, como Aurora Bertrana y María Teresa Vernet, y establece lazos de amistad con artistas como Susina Amat, Julieta Franquesa, Anna Murià y Carme Manrubia. En ese periodo se involucra también con autores que forman parte del llamado "grupo de Sabadell", entre ellos, Armand Obiols, con quien luego entabla una relación amorosa.
En 1938, Rodoreda publica Aloma, que obtiene el premio Crexells. Se trata de su quinta novela, pero la primera que reconoce como suya, aunque posteriormente la reescribe y la publica de nuevo en 1969.
Con el fin de la Guerra Civil española, escapa de Barcelona -dejando a su marido y a su hijo- y se exilia en París. Posteriormente, a mediados de 1940, junto a Obiols y otros escritores, abandona la capital francesa debido al avance de las tropas nazis. El exilio y algunos problemas de salud hacen que Rodoreda no extienda su producción literaria en aquellos años.
En 1954, se traslada a Ginebra con Obiols. Es en esta ciudad donde escribe su obra más aclamada: La plaça del Diamant (La plaza del Diamante), publicada en 1962 y considerada la novela más importante de la narrativa catalana de la posguerra. De su tiempo en Suiza también surge El carrer de les Camèlies (La calle de las Camelias, 1966), que recibió el Premio Sant Jordi de novela sin que ella hubiera presentado candidatura.
En 1972, tras la muerte de Obiols, Rodoreda regresa a Cataluña y se instala en Romanyà de la Selva, provincia de Gerona, donde completa su novela más ambiciosa: Mirall trencat (Espejo roto), que había empezado a escribir en Ginebra, pero que se publica finalmente en el año 1974. También escribe un par de volúmenes de cuentos y la novela Quanta, quanta guerra... (Cuánta, cuánta guerra...), que se publican en 1980 y le permiten obtener el Premio Ciudad de Barcelona. Ese mismo año recibe el Premio de Honor de las Letras Catalanas, un galardón que la consagra definitivamente como escritora.
Poco después, dos de sus novelas son llevadas a la pantalla: Aloma es adaptada para la televisión en el año 1978, mientras que La plaza del Diamante es estrenada en el cine en 1982.
Ese mismo año, realiza unos artículos biográficos para la revista Serra d'Or y empieza escribir La mort i la primavera (La muerte y la primavera, 1985), aunque la novela queda sin finalizar.
Rodoreda muere el 13 de abril de 1983 en Gerona, a los 74 años de edad, víctima de un cáncer.