La plaza del Diamante es una novela de la escritora Mercè Rodoreda que se publica en 1962 en Barcelona y se convierte, muy pronto, en un gran éxito a nivel local, pero también en toda España y el mundo, con numerosas reediciones y traducciones a más de 23 idiomas. La crítica literaria la ha considerado, de manera casi unánime, una de las mejores novelas catalanas de todos los tiempos. Es llevada al cine en 1982, y también se realiza una serie para la televisión española. Llega también al teatro en varias ocasiones. Una de las últimas producciones más conocidas es la de 2014, adaptada como monólogo y dirigida por Joan Ollé.
En cuanto al género, se considera una novela realista moderna, ya que contiene muchas referencias concretas a episodios reales de la historia española, personajes comunes, relatos de una cotidianidad reconocible para cualquier barcelonés, cercanía con el lenguaje coloquial de la época, etc. Sin embargo, presenta rasgos que escapan al modelo clásico del realismo español predominante en el siglo XIX, tales como la construcción de un relato objetivo, un narrador omnisciente (pero distanciado de las apreciaciones personales sobre los hechos que narra), un estilo sobrio, una cronología lineal, entre otros.
Por el contrario, La plaza del Diamante presenta una trama con rasgos subjetivistas (profundización del punto de vista desde la intimidad de una conciencia) y psicologistas (foco en la psiquis de uno o varios personajes a través de diversos recursos poéticos) más acordes a la novela experimental y la vanguardia del siglo XX, contexto en el que la autora escribe esta novela. Justamente, el libro se publica en la década del 60, en pleno auge de esta novedad en el mundo de la narrativa.
La obra tiene como marco histórico la llegada de la Segunda República y la consecuente Guerra Civil, que termina llevando a Franco al poder. Con ese telón de fondo, la novela narra la vida de la joven Natalia, una chica como tantas otras de su época, a quien le toca atravesar ese duro periodo. Contado de manera muy sencilla, con sus propias palabras, Natalia logra transmitir sus vivencias de una manera intimista y profunda. La trama aborda, sobre todo, el proceso de maduración y aprendizaje del personaje principal, donde el camino del héroe no se basa en la superación de grandes proezas, sino en una exploración introspectiva y sutil. La autora lo logra con maestría a través de recursos como el monólogo interior, el fluir de la conciencia y el discurso directo, que permiten recuperar la voz de una chica con pocos recursos que impacta por su crudeza y verosimilitud.
Así, se presenta a los personajes a través de la memoria personal de Natalia, de su visión y sus vivencias, y no a través de una descripción objetiva. Sin embargo, la subjetividad de la narradora no se expresa de manera lineal, en forma de juicios u opiniones que ella emita. El lector accede a la conciencia y a los saberes de la protagonista, pero debe interpretarlos por sí mismo.