Nikolái Vasilievich Gógol nace el 1° de abril (según calendario gregoriano) de 1809 en Soróchintsy, gobernación de Poltava, Imperio Ruso. Actualmente esta zona pertenece a Ucrania y la nacionalidad del escritor es reivindicada tanto por este país como por Rusia. Su familia pertenece a la baja nobleza rutena. Algunos de sus antepasados se identificaron como parte de la nobleza polaca; de ahí proviene el apellido familiar Gógol-Yanovski. Nikolái solo usa la primera parte de su apellido, por considerar el resto como añadido artificial. Su padre, Vasil Panasovych Gógol Yanovski, muere cuando Nikolái tiene quince años. Su madre, María Ivanovna, de profundas creencias religiosas, influye en la visión del mundo de Nikolái. Su niñez transcurre en un entorno familiar rural. Estudia en Nizhyn. En 1828 se traslada con su familia a la ciudad de San Petersburgo. A los diecinueve años consigue empleo como funcionario en la administración zarista y dedica su tiempo libre a la escritura.
Hacia 1831 conoce a Aleksandr Pushkin, fundador de la literatura rusa moderna, quien además de ser su amigo lo ayuda en su carrera de escritor. Sus primeros poemas son denostados por la crítica, lo que le genera una sensación de fracaso. Sin embargo, no se detiene y logra reconocimiento por algunos relatos reunidos en Veladas de Dikanka.
Entre 1834 y 1837 imparte clases de historia medieval en la Universidad de San Petersburgo. En 1836 se convierte en un autor popular con su comedia El inspector, una sátira de la corrupción burócrata que origina controversia y lo obliga a abandonar temporalmente el país y migrar a Roma. Vive cinco años en Italia y Alemania. Viaja también por Suiza y Francia.
En 1837, la muerte de su amigo Pushkin lo conmueve profundamente. Gógol admira a este escritor y se dice que este le dio ciertas ideas argumentativas para escribir Almas Muertas. La primera parte de esta obra se publica hacia 1842 y es considerada la primera novela rusa moderna. Esta obra le da fama, así como también su novela histórica Tarás Bulba, escrita en 1835 y publicada en forma definitiva en 1842, pero su visión un poco ácida sobre la Rusia zarista le granjea incómodos enemigos. El tono satírico que impregna su prosa presenta una Rusia casi medieval, con nobles hambrientos de poder y con pocas convicciones morales que hacen y deshacen a su antojo, especialmente con los siervos que dominan. La codicia, la corrupción, la paranoia, entre otros aspectos, se juntan en sus personajes, que suelen reflejar lo peor de las clases pudientes de la época. Gógol recibe muchas críticas por parte de los que se ven descritos en sus relatos. Pero sus denuncias y su crítica social tienen una perspectiva moral, no se hacen desde lo político o revolucionario. Por esto el escritor se espanta cuando algunos contemporáneos toman su obra para criticar al zarismo. Gógol defiende su obra como no-antizarista. Él sostiene una posición eslavófila, es decir, está a favor de los elementos tradicionales, del ser nacional, de lo ruso. Asimismo, Gógol tiene profundas convicciones religiosas ortodoxas que pueden apreciarse en su literatura y en su vida.
Como escritor profesional, Nikolái se ve obligado a publicar obras con demanda en el mercado editorial de su época. Usa frecuentemente elementos fantásticos y muestra un excelente sentido del humor. Esta mezcla de humor con realismo social, elementos fantásticos y formas de prosa no convencionales son la clave de su popularidad. Escribe en una época de censura política y el uso de elementos fantásticos en su obra constituye una manera de burlar a los censores.
Con ánimo de arreglar lo que había escrito en Almas Muertas, toma la idea de corregir hasta cierto punto el descrédito que había originado sobre la clase noble rusa, sus contemporáneos pudientes. Entonces Gógol comienza a escribir una segunda parte de esa novela, a la que titularía Almas Blancas, y él mismo cuenta que mientras intenta describir con trazos benévolos la conducta de sus personajes, la pluma se le desvía hacia el grotesco, hacia la denuncia, hacia la disección de una sociedad viciada por la corrupción. Esta obra nunca se publica.
En 1947 escribe Fragmentos elegidos de la correspondencia con mis amigos, donde defiende la religión ortodoxa que profesa y se hace más radical su fanatismo en cuanto a sus ansias de una reforma moral en la Rusia de aquellos años. Esto genera reacciones adversas en los ámbitos ligados al gobierno y a la administración que le ocasionan mucha presión y llevan a Nikolái a profundas crisis anímicas.
Hacia 1848, hace una peregrinación por Jerusalén con la intención de profundizar aun con más fuerza su fe. Tras este viaje decide abandonar la literatura y concentrarse en la religión. Recibe influencias del sacerdote ortodoxo Konstantinovski, quien considera que algunas obras de Gógol son pecaminosas. Por esto Nikolái promete no volver a escribir y se aísla de su vida social. Cae en la depresión y se encierra en su casa.
Sus últimos años transcurren en una cómoda casa de dos plantas que aún hoy se conserva como museo en el Bulevard Nikitsi de Moscú. Al borde de la locura, con su salud física y mental debilitada, poco antes de su muerte Gógol quema casi todos los manuscritos de la segunda parte de Almas Muertas. Pese a la insistencia de familiares y amigos, rechaza todo tipo de comida, y apenas se mantiene vivo poco tiempo. Fallece en su alcoba, muy deteriorado, el 4 de marzo de 1852.
Gógol tuvo enorme y permanente impacto en la literatura rusa. Se influencia puede verse en numerosos autores, especialmente en los grandes escritores de la generación posterior: Turguénev, Dostoievski y Tólstoi.
Obras:
Getman (Incompleto, 1831)
Veladas en un caserío de Dikanka o Veladas de Dikanka (1831-1832)
Mírgorod (1832-1834)
Historias de San Petersburgo o Novelas breves petersburguesas (1835-1842)
El inspector (1836)
Almas muertas (1842)