"Una rosa para Emily" y otros cuentos

"Una rosa para Emily" y otros cuentos Resumen y Análisis “Victoria en el monte”

Resumen

Parte I

Una familia de blancos observa cómo dos hombres, el comandante Saucier Weddel y Jubal, se acercan a su cabaña, ubicada en el monte, en Tennessee. El hijo mayor de la familia reconoce la capa del ejército Confederado que lleva puesta Weddel, por lo que va a buscar un fusil. Su padre le dice que lo guarde, porque el Sur se ha rendido. La madre de la familia le abre la puerta a Jubal -un negro ex-esclavo que asiste a Weddel-, quien pregunta si él y su “amo” pueden pasar la noche allí, e, incluso, ofrece pagarles. En ese momento, Weddel se acerca, se presenta muy cortésmente y dice que está regresando a su hogar en Mississippi. Aparece el padre de la familia, que lo deja entrar. Por su parte, Jubal lleva los caballos al establo.

Parte II

La hija de la familia escucha a través de la pared de la cocina la conversación que los hombres mantienen en la otra habitación. Vatch -el hermano mayor- y su padre están sentados en la mesa, mientras oyen la presentación de Saucier Weddel. La chica repite el nombre "Saucier Weddel" de la forma en que lo escuchó: “Soshay Weddel”. Vatch se muestra muy desconfiado y adopta una actitud agresiva para con Weddel. Le ofrece whisky, pero Weddel le agradece, lo rechaza y dice que se lo llevará a Jubal. Se levanta y encara hacia la puerta de la cocina, pero lo detienen en seco. Vatch le dice que se aleje y lo insulta por el color oscuro de su piel, que, según sabremos más adelante, se debe a su herencia india. Weddel le dice a Vatch que ahora entiende su actitud, pero señala que es extraño que odie a los negros, teniendo en cuenta que ha luchado por su libertad. De esa forma, da a entender que, en la Guerra de Secesión, Vatch combatió por el bando del Norte.

Luego, el padre de la familia interviene y le indica a Weddel cómo llegar al establo. Su hija, mientras tanto, sigue repitiendo el nombre de Weddel en la cocina.

Parte III

En el granero, Jubal está lustrando zapatos. Weddel le ofrece el whisky y Jubal lo bebe, aunque dice que parece agua y que podría estar envenenado. Mientras tanto, Weddel prepara una pistola y Jubal le pregunta si quienes los hospedan son "yanquis". Luego, los menosprecia por ser pobres e ignorantes, pero le dice a Weddel que deje el arma, que va a generar problemas, y que la guerra ya terminó. Weddel guarda la pistola en su capote y le ordena que vaya a la cocina a avisar que va a darse un baño en el pozo, y que deben poner una cortina en la ventana para darle privacidad.

Parte IV

Jubal va a la cocina, donde encuentra a la madre con la hija. Cuando él se abre el abrigo, la chica se da cuenta de que tiene las piernas envueltas en pieles. Ella le pregunta de dónde son y él le habla de Countymaison, en Mississippi, que es la plantación del difunto Francis Weddel, padre de Saucier. Luego, le cuenta la historia del viaje de Francis Weddel a Washington para ver al presidente de Estados Unidos.

La chica confiesa que su hermano Vatch dice que Weddel también es negro y pregunta si es así, tras lo cual Jubal responde, indignado, que no, y da a entender que ella y su familia son unos ignorantes. Pide más whisky, aunque no conoce el nombre de la bebida. Lo que está bebiendo es el whisky hecho a base de maíz, típico de Tennessee. La chica le da un poco y le pregunta si las mujeres de Countymaison usan zapatos todo el tiempo, y si el comandante Weddel está casado. Mientras sigue bebiendo, Jubal responde que Weddel no tuvo tiempo de casarse. Al final de la escena, ella dice que no cree que Weddel tenga tiempo para una chica que no usa zapatos y vuelve a acercarse a la puerta para escuchar lo que ocurre en la otra sala.

Parte V

En la otra habitación, están sentados en la mesa el comandante Weddel, Vatch, el padre de la familia y Hule, el hermano menor. Weddel explica que no es negro, sino un mestizo descendiente de aborígenes y blancos europeos. Agrega que entiende la hostilidad de Vatch porque él ha sentido así, pero que ahora ya no siente nada. Weddel cuenta su historia, que es una versión un poco más detallada y precisa que la que Jubal proporcionó a la chica. Explica que su padre, Francis Weddel, murió en la guerra contra los mexicanos, y que su madre murió dos años atrás, pero que Jubal se niega a creerlo.

Por su parte, Vatch continúa con su animosidad y relata su propia historia sobre el día en el que asesinó a un comandante enemigo. Dice que el hombre estaba herido junto a un árbol y le pidió agua, pero él le disparó en la cara. El padre le pide que deje de ser tan hostil, y le dice a Weddel que no le haga caso. Vatch le ofrece más whisky. En ese momento, entra la chica y se acerca a la capa de Weddel, que está sobre la silla. Mira dentro y ve que le falta el pelaje, por lo que concluye que Weddel lo cortó y se lo dio a Jubal para que se cubriera los pies. Cuando Vatch está por reaccionar ante la presencia de su hermana, el padre manda a la chica a la cocina. Luego, de manera amenazante, le dice a Weddel que debe tomar sus caballos e irse.

Parte VI

La muchacha está a oscuras en el vestíbulo, pensando en la bondadosa acción de Weddel, que entregó las pieles de su abrigo a Jubal. En ese momento, su padre entra en la habitación, la azota y le ordena que se vaya a la cama.

Parte VII

Jubal está solo en la cocina, todavía bebiendo. Comenta lo fuerte que está el whisky, critica a la gente del monte y luego se cae al suelo, completamente borracho.

Parte VIII

Weddel, el padre y Hule debaten qué hacer con Jubal, que está casi desmayado por la borrachera y se resiste a que lo toquen. Lo cargan Hule y el padre, que le pide a su hijo que saque los caballos. Weddel protesta, alegando que Jubal no puede montar en ese estado. El padre le sugiere que deje a Jubal allí, que es solo un negro, pero Weddel se niega a separarse de él y afirma que debe subirlo al desván del granero para que no se congele. Hule lo ayuda a trasladar a Jubal, a pesar de que su padre le ordena que no lo haga.

Parte IX

Weddel y Jubal yacen en el desván del granero. Aunque no es explícito, se entiende que Weddel perdió un brazo en la guerra. Mientras piensa, Weddel se da cuenta de que tiene miedo y se alegra de poder sentir algo. En ese momento, Hule sube por la escalera y Weddel le apunta con la pistola. Hule le pide que dispare, que le gustaría estar muerto. Luego, da a entender que su hermana se enamoró de Weddel y que iba a ir a verlo, pero que fue sorprendida por su padre y Vatch. Hule agrega que su hermana espera que Weddel suba a su ventana para acceder al desván donde ella duerme. Weddel se niega, por lo que el chico se abalanza sobre él y trata de ahorcarlo.

Weddel logra calmarlo y le dice que lo único que quiere es volver a su casa. Hule le ruega a Weddel que también los lleve a él y a su hermana. Le propone que se case con ella; ambos trabajarían para él. Weddel se niega y alega que solo la ha visto una vez. Además, admite que le da miedo subir a su ventana. Entonces, ambos escuchan llegar al padre. Weddel demuestra que confía en Hule, ya que le deja la pistola y baja él mismo a investigar.

Parte X

El padre le ordena a Weddel que se vaya inmediatamente. Weddel se defiende, aclarando que no tiene nada con su hija, y que tampoco quiere huir como un cobarde. El padre lo ignora y le advierte que tiene tiempo hasta el amanecer para irse. Cuando Weddel regresa, Hule le aconseja que deje allí a Jubal y se marche, que él puede enseñarle un atajo para salir rápido del monte. Weddel replica que no puede dejar a Jubal y lo despierta.

Parte XI

Para no llamar la atención en su huida, Weddel le ordena a Jubal que salgan caminando. Recién montan los caballos cuando están lejos de la casa. Hule les dijo que buscaran una arboleda de laureles y allí giraran a la izquierda. Cuando llegan hasta los laureles, aparece Hule, corre hacia ellos y les indica por dónde deben ir. Weddel le agradece y le dice que estarán bien solos, pero Hule señala que Vatch y su padre también conocen el camino. Hule sugiere volver a la casa y buscar a su hermana, para ir todos a Mississippi. Weddel vuelve a negarse, pero Hule se queda con ellos.

Finalmente, Hule los conduce por un camino estrecho, diciéndole a Weddel que se mantenga atrás. El chico cambia el caballo con Weddel, que va detrás suyo. Sin embargo, poco después, ambos son abatidos a tiros. Jubal, que está de rodillas en el suelo, ve aparecer a Vatch y el padre. Los mira fijamente, mientras uno de ellos levanta el rifle para dispararle.

Análisis

“Victoria en el monte” es uno de los relatos más impactantes de esta selección, ya que expone de manera brutal dos de los temas que interesan tanto a Faulkner: el conflicto racial en el sur de Estados Unidos y la Guerra de Secesión y sus secuelas. Lo interesante del cuento es que, más allá de abordar estas temáticas a partir de su trama, deja ver muchas de las contradicciones que las atraviesan.

Lo primero que hay que decir es que el relato coloca la acción nuevamente en la ruralidad, en este caso, en el monte, en Tennessee. Allí, Faulkner utiliza a una familia de blancos para representar lo que en Estados Unidos se conoce como white trash (basura blanca), una forma despectiva de nombrar a las personas de tez blanca pertenecientes a las clases bajas o socialmente marginadas. Desde la primera escena del cuento, esta familia muestra su desconfianza y su rechazo frente a lo otro y lo diferente, en este caso, condensado en la llegada de Saucier Weddel y Jubal, a quienes automáticamente desprecian por su afinidad política (ven la capa confederada de Weddel) pero, sobre todo, por sus rasgos físicos y su pertenencia étnica.

En esta historia, Faulkner expone descarnadamente la cuestión del racismo a través de la exacerbación de ciertos rasgos que la sociedad de la época asignaba a los diversos grupos étnicos y sociales. De esta manera, el personaje de Jubal se construye casi como una caricatura. Su modo de hablar y su hábito de beber lo convierten en la figura estereotipada del negro esclavo; incluso, se lo describe como alguien infrahumano: "un ser poco mayor que un mono grande" (p. 650). Posteriormente, se insiste en esta idea cuando Weddel va a bañarse y Jubal lo observa “acuclillado como un mono” (p. 656), y también en la última frase: "los ojos del negro se desbocaron, enloquecidos, insistentes, enrojecidos, como los de un animal acorralado" (p. 676).

De igual modo, la construcción particular de la forma de hablar de Jubal constituye un recurso fundamental para otorgar identidad al personaje. Algo similar sucede con Nancy en “Ese sol del atardecer”, aunque, en el caso de Jubal, funciona de una manera más grotesca: “Se lo vía decí a su señá madre —dijo el negro—. A tos se lo vía decí. Les vía decí que al cabo de cuatro años sigue usté sin tené seso, que no sabe ni reconocé a un yanqui a la que lo ve. Y se pasa la noche con unos yanquis y les deja que envenenen a uno de los negros de la señá. A tos se lo vía decí” (p. 672).

Para recrudecer el conflicto racial, Faulkner hace que Jubal, a pesar de su condición de negro esclavo, también discrimine. Él prejuzga a los campesinos blancos que habitan en el monte, a quienes tilda de ignorantes y ataca verbalmente en varias ocasiones: “Y gracias a Dios sean dadas de que esa chusma no sea más que escoria montañesa” (p. 654); “esa chusma montañesa no sabañao en su vida” (p. 656); “Esta escoria de montañeses, este hatajo de ignorantes” (p. 665); “Son unos brutos, unos palurdos montañeses” (p. 672).

Aunque Weddel combatió con los Confederados y ha mantenido como esclavo a un negro incluso tras el final de la guerra, es la familia yanqui la que expresa con mayor vehemencia sus sentimientos racistas. Por un lado, discriminan y menosprecian a Jubal por ser negro -varias veces le dicen a Weddel que lo abandone, que no vale la pena-. Por el otro, juzgan duramente al propio Weddel por sus rasgos y su piel oscura. Weddel señala que, irónicamente, ellos han estado luchando para liberar a los esclavos, ya que formaron parte del bando del Sur. En tanto, aunque es leal a Jubal y no lo abandona, Weddel deja en claro que lo considera miembro de una "una raza oprimida a la que sobrecarga la libertad" (p. 662).

Vatch, por su parte, ejemplifica a la perfección el tema del odio entre el Norte y el Sur fruto de la Guerra de Secesión. A lo largo del relato, Vatch le ofrece whisky a Weddel en reitaradas ocasiones, pero los lectores, que están al tanto de su rencor hacia él, pueden deducir que no se trata de un gesto amistoso. Al contrario, es posible pensar que, en realidad, su intención es emborrachar a Weddel para que le resulte más fácil matarlo. Sin embargo, Weddel rechaza los ofrecimientos, y es Jubal el que no para de beber el whisky, emborrachándose tanto que no puede sostenerse en pie.

A pesar de haber estado en el bando vencedor (el Sur), Vatch está tan marcado por la guerra que no puede imaginar ser amable con Weddel, un ex-soldado confederado. Con respecto a esto, Hule, el hermano menor, le cuenta a Weddel: “Yo antes dormía con él [Vatch], y se despierta de noche y una vez el padre tuvo que impedirle que me estrangulara sin haberse despertado del todo, sudoroso, escuchando todavía los alaridos que daban ustedes” (p. 668). Aunque Vatch es el verdugo en esta historia, al matar a Weddel y a su propio hermano accidentalmente, también es una víctima de la guerra. Hasta el propio Weddel -que también sufre las secuelas de la guerra: perdió un brazo y la capacidad de sentir cosas- es comprensivo con el sentimiento de desprecio y odio que manifiesta Vatch, ya que admite haberlo tenido antes.

Por otro lado, es interesante analizar la relación entre Weddel y la chica de la familia blanca. Aunque Weddel parece significar mucho para ella, la muchacha, en cambio, no significa nada para él; esto queda demostrado en el hecho de que Weddel ni siquiera registra su nombre cuando el padre lo pronuncia dos veces en su presencia, algo que el narrador comenta (sin revelar cuál es ese nombre). La primera vez, Weddel no lo escucha, “ni siquiera se dio cuenta de que se le había escapado" (p. 663). La segunda vez, tampoco lo capta, y ni siquiera es consciente de no haberlo oído. En marcado contraste, ella escucha su nombre a través de la rendija de la puerta de la cocina, y luego lo repite una y otra vez, pensando: “‘Suena como la música. Es como una canción’” (p. 654).

Por último, cabe señalar que “Victoria en el monte” se relaciona de manera directa con el resto del universo ficcional de Faulkner, en tanto establece una conexión evidente con “¡He ahí…!”: Saucier Weddel se presenta como hijo de Francis Weddel y hace mención a la historia que narra el otro cuento, cuando ese jefe indio viaja a Washington a ver al presidente de Estados Unidos para resolver un conflicto de tierras.

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