"El príncipe feliz" y otros cuentos

"El príncipe feliz" y otros cuentos Resumen y Análisis "Un amigo fiel"

Resumen

Una mañana, la vieja Rata de agua saca la cabeza de su madriguera y ve a una Pata intentando enseñarle a sus patitos a pararse de cabeza sobre el agua. La Rata de agua se disgusta por la desobediencia de los patitos, y dice no interesarse en tener familia. Agrega que mucho más noble que el amor o la familia es una amistad fiel.

Un Pardillo se mete en la conversación, preguntándole a la Rata de agua cuál es su idea sobre lo que es ser un amigo fiel. La Rata de agua responde que un amigo fiel es un amigo que le sea fiel. El pajarito le pregunta entonces qué haría él a cambio de eso, y la Rata de agua no comprende la pregunta. El Pardillo decide contarle entonces la historia de “El amigo fiel”:

Un honrado hombrecillo llamado Hans, que se distingue por su buen corazón, vive solo en una diminuta casa campestre y todos los días cultiva su jardín, donde crecen hermosas y variadas flores. Hans tiene muchos amigos, pero el más fiel de todos es el Molinero. El Molinero es tan fiel que nunca pasa por el jardín de Hans sin asomarse por la pared y arrancar un gran ramo de flores o llenar sus bolsillos de ciruelas. “Los verdaderos amigos deben compartir absolutamente todo” (p.206), dice el Molinero y Hans siempre sonríe, orgulloso de tener un amigo con ideas tan nobles. Algunos vecinos piensan que es raro que el rico Molinero no le dé nada a cambio al pequeño Hans, sobre todo teniendo muchas riquezas. Pero Hans no se preocupa por eso y disfruta de oír a su amigo hablar sobre la amistad.

Durante el invierno, Hans padece frío y hambre, porque no tiene flores ni frutas para vender en el mercado. A menudo debe irse a dormir sin cenar. Además, en el invierno se siente muy solo, porque el Molinero nunca lo visita. El Molinero le dice a su mujer que sería inútil visitar a Hans en invierno, porque a la gente con problemas no hay que fastidiarla. La mujer, al oírlo, piensa que su marido es muy considerado. El hijo menor del Molinero le pregunta a su padre si no estaría bien entonces invitar a Hans a la casa, y se ofrece a darle una parte de su avena. Pero Hugo reta a su hijo y lo acusa de ignorante: dice que si Hans viera su casa, su abundante comida y bebida y su cálido fuego, no sentiría más que envidia, y eso es capaz de arruinar la naturaleza de una persona. Y él, como su mejor amigo, debe cuidar que Hans no se arruine. Agrega que tampoco pueden darle una parte de su avena, porque una cosa es la avena y otra la amistad, y no hay que confundir las cosas. El Molinero concluye que hablar bien es más difícil que actuar bien. El hijo, avergonzado, se pone a llorar.

Una vez terminado el invierno, el Molinero toma una gran canasta y va a visitar a Hans. Este le cuenta a su amigo que pasó momentos duros pero que ahora, llegada la primavera, está feliz: llevará sus flores al mercado y con ese dinero volverá a comprar su carretilla, aquella que se vio obligado a vender en invierno, junto con sus botones y su pipa, para poder comprar pan.

El Molinero le dice a Hans que él le dará su carretilla, aunque no está en muy buen estado. Dice que lo hará porque es generoso y la generosidad es la base de la amistad. Hans le agradece y dice que puede arreglarla, porque tiene una tabla de madera. Pero el Molinero responde que una tabla de madera es justo lo que necesita para arreglar el techo de su granero, así que le dará la carretilla a cambio de la tabla de madera. Y le dice también que, puesto que le dará su carretilla, a él no le molestará darle unas cuantas flores, como para llenar a tope su canasta. Hans se pone triste, porque si llena a tope la canasta del Molinero se queda sin flores para llevar al mercado, pero su amigo insiste diciendo que la verdadera amistad está exenta de egoísmo. Hans recapacita y llena de flores la canasta de su amigo. El Molinero se vuelve a su casa con la canasta y la tabla de madera.

Al día siguiente, vuelve a aparecer el Molinero y le pide a Hans que le lleve una bolsa de harina al mercado. Hans se disculpa diciendo que debe seguir trabajando en su jardín, y entonces el Molinero le recuerda que él le dará su carretilla y que, por lo tanto, rehusarse a ayudarlo es muy ingrato. Hans no quiere ser ingrato, así que parte hacia el mercado con la gran bolsa sobre los hombros en un día de extremo calor.

La mañana siguiente, el Molinero aparece temprano para cobrar por la bolsa de harina, pero Hans está tan cansado que aún sigue en la cama. Entonces el Molinero le dice que es muy perezoso y que, teniendo en cuenta que le dará su carretilla, debería trabajar más duro. Le pide luego a Hans que suba hasta el molino y arregle el techo de su granero. Hans está ansioso por trabajar en su jardín, al que descuidó ya durante dos días, pero no quiere negarse al pedido de un gran amigo. Sube al granero y trabaja allí hasta el anochecer. El Molinero aparece entonces y le dice que descanse, puesto que necesita que al día siguiente lleve sus ovejas a la montaña. Hans teme negarse, y a la mañana emprende la marcha hacia la montaña. Le lleva todo el día ir y volver y termina muy cansado, pero cuando se despierta se prepara con alegría para trabajar finalmente en su jardín. Sin embargo, por un motivo u otro el Molinero siempre viene a verlo y le pide que haga cosas, así que Hans nunca logra ocuparse de sus flores. Sin embargo, intenta consolarse pensando que el Molinero es su mejor amigo, y además es tan generoso que va a darle su carretilla.

Una noche de tormenta, el Molinero aparece en la puerta de Hans. Le dice que su hijo se lastimó y que precisa que Hans vaya en busca del médico, ya que él le dará su carretilla. Hans acepta, pero le pide la linterna, porque la noche está muy oscura y teme caer en una zanja. Pero el Molinero le dice que no puede prestársela, porque es nueva y no quiere perderla. Hans le dice que no se preocupe y sale.

La noche es tan negra que Hans casi no puede ver, y el viento es tan fuerte que apenas puede mantenerse en pie. Tres horas después llega a la casa del médico, que, al oírlo, sale cabalgando hacia la casa del Molinero, con Hans caminando dificultosamente detrás. Pero la tormenta empeora y Hans se pierde en un páramo lleno de pozos. En un momento, se ahoga. Al día siguiente, unos pastores encuentran su cuerpo flotando en un charco.

Todos asisten al funeral de Hans, y allí el Molinero es quien más llora. Además, marcha al frente del cortejo envuelto en una gran capa, alegando que el lugar le corresponde por haber sido el mejor amigo del difunto. Dice también que no sabe qué hará con la carretilla, que en el mercado no vale nada, y que se sufre mucho siendo generoso.

“¿Y bien?” pregunta la Rata de agua. El Pardillo dice que el cuento terminó, y entonces la Rata pregunta qué pasó con el Molinero. El Pardillo dice no saber, y agrega que en realidad no importa. Finalmente afirma que teme que la Rata no esté viendo la moraleja de la historia. La Rata de agua se ofende porque el Pardillo no haya avisado que el cuento tenía moraleja antes de empezar a contarlo, ya que, de haberlo sabido, no lo habría escuchado. Luego da un coletazo y se mete en su madriguera.


Análisis

El cuento, que presenta en primer plano temas como el egoísmo, la tensión entre clases socioeconómicas y el sacrificio, es quizás el que resulta más transparente, en toda la colección, en su crítica a la hipocresía. En la historia relatada por el Pardillo, el Molinero no solo abusa de Hans llevándose canastas de flores de su jardín y pidiéndole interminables favores que acaban conduciendo al pequeño Hans a la muerte, sino que además disfraza estos favores de supuestos “deberes” o sacrificios inherentes a la amistad. Por supuesto, la relación es de desigualdad, porque el Molinero, aún siendo rico, en ningún momento le da nada a su amigo (ni siquiera llega a darle la carretilla por la que lo hace trabajar para él en numerosas ocasiones). El personaje del Molinero se define, entonces, en su carácter abusivo, pero también en un conjunto de cuestiones que pueden sintetizarse en el concepto de hipocresía: él logra manipular a Hans por medio de la palabra, diciéndole grandes frases acerca de la amistad y evocando ideas supuestamente nobles que convencen a su indefenso amigo. El Molinero utiliza su talento discursivo, además, para justificar su accionar según su conveniencia. Cuando su hijo le pregunta por qué no invitan a Hans a su casa, ya que es invierno y él está pasando hambre y frío, su padre no duda en retarlo, acusarlo de tonto y explicarle su visión del asunto:

Caramba, si el pequeño Hans sube acá, ve nuestro cálido fuego, nuestra abundante cena y nuestro enorme barril de vino tinto, puede sentir envidia, y la envidia es una cosa horrible capaz de arruinar la naturaleza de cualquier persona. Yo, por cierto, no voy a permitir que la naturaleza de Hans se arruine. Soy su mejor amigo y siempre cuidaré por él y veré que no se deje guiar por ninguna tentación (p.207).

Las palabras del Molinero evidencian su carácter hipócrita, en tanto disfraza su egoísmo al punto de hacerlo pasar por generosidad. Él convence a su familia, como también lo hace con Hans, de que no ayudando a su amigo está, en realidad, haciéndole un bien, cuando lo único que hace es sacar provecho de él y desinteresarse por completo de esa amistad en los momentos en que no puede obtener de esta ningún beneficio. Esta capacidad de invertir los términos lógicos en el discurso aparece exacerbada en una frase del Molinero ante su hijo: “Muchas personas actúan bien (...), pero muy poca gente habla bien, lo cual demuestra que hablar es mucho más difícil, y también más delicado” (p.209). Estas palabras reflejan la jerarquía de valores por la que se rige el personaje, para quien es más importante hablar bien que actuar en consecuencia. Pero además, la idea expresada por el Molinero es la inversa a la popularmente conocida, acerca de que nada son las palabras si lo dicho no se demuestra con acciones. Este gesto de inversión de la lógica común es muy común en la literatura de Wilde, y suele aparecer en boca de los personajes justamente hipócritas. Es, probablemente, un modo del autor de criticar a los miembros más egoístas de la sociedad (el Molinero es, además de mentiroso y tacaño, absolutamente rico), no solo apuntando a sus acciones, sino también al modo en que suelen justificarse a sí mismos y ante los demás para hacer pasar por apropiadas, elegantes y generosas las acciones más despreciables y egoístas.

La escena del funeral de Hans evidencia cómo el egocentrismo y la hipocresía del Molinero no se detienen, siquiera, con el hecho de haber causado la muerte de su amigo: “se sufre mucho siendo generoso” (p.214), dice sobre sí mismo. La historia contada por el Pardillo cierra entonces con un personaje que parece no tomar conciencia en ningún momento de su propio egoísmo, situación que se ve replicada al final del cuento en el personaje de la Rata de agua. El trágico final del personaje de Hans en la historia se aliviana con un toque cómico dado por el recurso del relato enmarcado. La Rata de agua no entiende por qué el Pardillo eligió ese momento para terminar la historia (“Pero, ¿y qué pasó con el Molinero?” (p.214), pregunta, desconcertada), justamente porque ella misma se identifica con ese personaje en la historia. Al comienzo del relato, cuando el Pardillo le preguntaba a la Rata de agua qué significaba para ella una amistad fiel, concepto al que había defendido por sobre el de familia y el de amor (“¿cuál es su idea sobre los deberes de un amigo fiel?”, p.205), la Rata contestaba: “Esperaría que mi amigo fiel me fuese fiel, por supuesto” (p.206). La Rata de agua, al igual que el Molinero, no considera que ella tenga ningún deber para con su amigo, sino que se aboca a exigir que su amigo cumpla sus supuestos deberes ante ella. Esta falta de conciencia sobre sí misma es la que le impide, por lo tanto, comprender el sentido de la historia que le cuenta el Pardillo.

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