Oscar Wilde nace en 1854 en Dublín, Irlanda. Es hijo de los intelectuales Sir William Wilde y Lady Jane Francesca Wilde. Aunque no son aristócratas, los Wilde llevan una vida acomodada y le dan a Oscar una buena educación. Oscar Wilde es especialmente influenciado por su madre, una narradora con un ingenio brillante. De niño, Oscar es frecuentemente invitado a socializar con el círculo intelectual de amigos de su madre.
Wilde ingresa al Trinity College en 1871 y centra sus estudios académicos en los clásicos y en las teorías del esteticismo. En 1874 se traslada a Oxford y estudia en los seminarios de John Ruskin (un teórico social y hombre del Renacimiento) y de Walter Pater (un defensor de la nueva escuela de esteticismo). Wilde negocia con estas distintas filosofías, y experimenta también con la moda de vanguardia. Al graduarse de Oxford, Wilde tiene un breve coqueteo con el catolicismo, pero su orientación independiente hacia el mundo impide un apego exclusivo a la religión.
En 1881, el autor publica su primer volumen de versos (Poemas) y se hace lo suficientemente famoso como para ser satirizado en una ópera cómica de Gilbert y Sullivan. Se muda a Chelsea, un barrio vanguardista en Londres, pero la muerte de su padre y las deudas acumuladas de su familia lo obligan a embarcarse en una gira de conferencias por los Estados Unidos en 1882.
Al llegar a la aduana, Wilde hace su famosa declaración: "No tengo nada que declarar excepto mi genio". En la gira, va vestido con un estilo característicamente extravagante. Aboga por la filosofía de la estética: el arte debe existir únicamente por el arte o, como escribe en otra parte, debe ser "inútil". Mientras está de gira en Nueva York, Wilde también produce su poco exitosa primera obra de teatro, Vera.
En 1884, Wilde se casa con una irlandesa rica y tímida llamada Constance Lloyd, y los dos se mudan a una casa elegante en Londres. Wilde edita brevemente la revista Woman's World mientras escribe una colección de cuentos de hadas y varios ensayos (recogidos más tarde como Intenciones, 1891), en los que elabora su particular enfoque sobre el esteticismo, un movimiento con el que es bastante reacio a asociarse. Si bien Wilde había estado vinculado social y profesionalmente con estetas confesos, como Max Beerbohm, Arthur Symons y Aubrey Beardsley, es abiertamente crítico del tipo de filosofía esteta reduccionista expresada en la famosa revista The Yellow Book. Wilde prefiere explorar sus propios pensamientos sobre el arte y la política a través de la idiosincrásica lectura de Platón y Shakespeare y de la pintura contemporánea. Además, participa de un círculo social constituido por un diverso elenco de personajes, entre ellos poetas, pintores, personalidades del teatro, intelectuales y taxi boys londinenses. Sin embargo, su amigo más cercano sigue siendo el crítico y artista canadiense Robert Ross, quien, en ocasiones, maneja la publicidad de Wilde y actúa como su confidente en asuntos profesionales y personales.
A lo largo de la década de 1890, Oscar Wilde se convierte en un hombre famoso tras la publicación de su obra maestra, El retrato de Dorian Gray, una historia fáustica sobre la belleza y la juventud, y de otras exitosas obras como El abanico de Lady Windermere (1892), el melodrama simbolista Salomé (1892), Una mujer sin importancia (1893) y Un marido ideal (1895). Su última obra, La importancia de llamarse Ernesto (1895), se considera el cuadro de costumbres moderno por excelencia. Para entonces, la extravagante apariencia de Wilde, su refinado ingenio y su voz melodiosa lo habían convertido en uno de los invitados más buscados para las fiestas de Londres.
En 1891, Wilde se enamora perdidamente del joven y hermoso poeta Lord Alfred Douglas (conocido como "Bosie"). La dinámica entre Bosie y Wilde es inestable en el mejor de los casos, y la pareja a menudo se separa durante meses para luego reunirse. La relación consume la vida personal de Wilde, en tanto el carácter sexual de la misma se había convertido en una cuestión de conocimiento público. En 1895, el padre de Douglas, el marqués de Queensbury, acusa a Wilde de sodomía. Wilde responde acusando a Queensbury de difamación. Pero este encuentra varias cartas de Wilde a Bosie, así como otras pruebas incriminatorias. En un segundo juicio, a menudo denominado "el juicio del siglo", el escritor es declarado culpable de "actos indecentes" y sentenciado a dos años de trabajos forzados en la prisión Reading Gaol de Inglaterra.
En 1897, estando en prisión, Wilde escribe De Profundis, un reconocimiento de su recién descubierta espiritualidad. Después de su liberación, se muda a Francia con un nombre falso. Escribe La balada de Reading Gaol en 1898 y publica dos cartas sobre las malas condiciones de la cárcel. Una de ellas ayuda a reformar una ley para evitar el encarcelamiento de niños. Su nueva vida en Francia, sin embargo, es humilde, solitaria y humillante.
Wilde muere en 1900 en una habitación de hotel en París. Conserva su ingenio epigramático hasta su último aliento. Se rumorea que dijo, en relación con la anodina habitación en la que se encontraba al momento de su muerte, que no podía convivir con tan horrible empapelado en las paredes: "uno de nosotros tiene que irse".
El interés de la crítica y el público por Wilde ha experimentado un resurgimiento en los últimos años: se han producido películas basadas en su vida y sus obras, y sus escritos siguen siendo una fuente ingeniosa de reflexión sobre el esteticismo, la moral y la sociedad.