El principito

El principito Resumen y Análisis Capítulos 21-23

Resumen

Capítulo 21

Aparece un zorro y saluda al principito. Al principio no lo puede ver, pero el animal le dice que está bajo el manzano. El principito le propone que jueguen juntos porque se encuentra muy triste. El zorro le explica que no puede hacer eso porque no está domesticado. El principito le pregunta por el significado de esa palabra, a lo que el zorro responde: “crear vínculos” (p.67).

A continuación, el zorro elabora en lo que significa domesticar. En ese momento, el niño no representa nada para él y, a su vez, el zorro es uno entre cien mil zorros iguales, pero si el niño llegara a domesticarlo, entonces para ambos el otro sería único en su especie. Después de unos minutos en los que se queda pensativo, el principito le dice al zorro que cree que una flor lo ha domesticado.

Según el zorro, su vida es monótona: persigue gallinas y los hombres lo persiguen a él. Pero, si el niño lo domesticara entonces una serie de cosas cambiarían para él: por ejemplo, el rumor de los pasos crearía expectativa de la llegada de su amigo; los campos de trigo, que no significan nada ahora, serían significativos porque le traerían el recuerdo del cabello dorado del principito.

Después de su explicación, el zorro le pide al protagonista: “Por favor...domestícame” (p. 68). El principito está preocupado porque le urge seguir viaje, pero acá el zorro es tajante: solo se conocen bien las cosas que se domestican y, para ello, es necesario tiempo. Las condiciones para domesticar al zorro son la paciencia, el silencio y los ritos. Es necesario cumplir con la palabra y crear un hábito para que el zorro pueda preparar su corazón para la llegada de su amigo.

El chico lo domestica y, cuando se acerca el día en que debe partir, el zorro anuncia: “Lloraré” (p. 69). El principito se angustia, pero el zorro le explica que, a pesar de las lágrimas, habrá ganado el color del trigo, porque cuando vea los campos pensará en su amigo. Luego, como última tarea, el zorro envía al chico al campo de flores para comprender que su flor es única, y le indica que después de esa visita vuelva a verlo para poder regalarle un secreto.

Cuando llega al campo de rosas, el chico les dice que ellas no se parecen en nada a su flor porque nadie las ha domesticado. Son lindas, pero están vacías. Su flor es única porque él la regó, la protegió del viento y de las orugas y, además, la escuchó quejarse, alabarse a sí misma e incluso callar. Al regresar, el zorro le regala el siguiente secreto: “sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos” (p.70). Agrega que lo que hace a su rosa única es el tiempo que él gastó en cuidarla, y ahora que la ha domesticado es responsable de ella.

Capítulo 22

El principito conoce a un guardavía que se encarga de organizar los paquetes y a las personas que viajan en tren. Todos parecen estar muy apurados. El principito no entiende de dónde viene la necesidad de moverse y qué es lo que los tiene insatisfechos; el guardavía responde que nadie está satisfecho donde está. Las personas mayores no saben bien a donde viajan y en el camino bostezan y se duermen, mientras que los niños miran por la ventana. El principito dice con gravedad que solo los niños saben exactamente lo que buscan y eso se convierte en lo más importante para ellos.

Capítulo 23

La siguiente persona que conoce el principito es un comerciante que vende píldoras que quitan la sed por una semana. Gracias a la píldora, las personas pueden ahorrar hasta 53 minutos a la semana y usarlos para otro propósito. Al principito esta noción le resulta muy extraña, porque imagina que si dispusiera de 53 minutos le gustaría ir a la fuente a tomar agua.

Análisis

Si la serie anterior de capítulos marcaba el punto más bajo para el principito, el zorro es el punto más alto de su proceso de aprendizaje. Este encuentro marca el inicio del regreso a casa, habiendo adquirido suficiente sabiduría para comprender y llevar adelante la relación con su flor.

No cabe duda de que, para el piloto, el encuentro con el principito es decisivo, pero en el caso del chico, es el zorro quien cambia su modo de ver los vínculos entre los seres. De hecho, todo lo que aprende con el zorro le sirve después para crear un vínculo con el piloto. La sabiduría del zorro lo lleva no solo a explicarle al chico lo que significa “domesticar”, sino que le pide que lo domestique y le permite adquirir el conocimiento de manera empírica. La experiencia que comparten constituye un verdadero punto de inflexión para el principito.

A través de la domesticación del zorro, el principito comprende qué es lo que hace única a su flor. El modo en el que el principito la amaba era inmaduro porque, al fin y al cabo, nacía de una valoración superficial basada en que era la única y más bella flor de su especie. Cuando finalmente comprende que hay otras iguales a ella y, a pesar de ello, la sigue apreciando a ella en particular, el principito alcanza la madurez necesaria para amarla auténticamente.

Ahora bien, otro aprendizaje que recibe por parte del zorro es que la domesticación requiere esfuerzo y constancia. La constancia y la fiabilidad son esenciales al momento de crear un lazo con alguien, porque de ese modo puede preparar su corazón para cada encuentro con el otro. El libro insiste en varios momentos en que la disciplina y el esfuerzo son grandes valores, siempre que estén guiados por un propósito. El zorro también entiende la domesticación como una tarea ardua, pero que sin duda da frutos. Es conmovedor ver al principito esforzarse tanto por comprender a su flor, y es igualmente satisfactorio ver que alcanza esa sabiduría, especialmente tras momentos de tanta tristeza que ha atravesado a causa de la soledad.

Los siguientes dos capítulos vuelven sobre el tema del absurdo de las personas mayores que actúan sin un propósito claro, olvidándose lo esencial por aquello que consideran urgente. El capítulo del guardavía expande lo que dice en el Capítulo 18 la flor solitaria en el desierto sobre los hombres: "El viento los lleva. No tienen raíces. Esto les molesta" (p. 62). El errar sin propósito también está reflejado en el apuro de los hombres por viajar en un tren sin saber exactamente a dónde van. En torno al tema de actuar sin un propósito, resulta esclarecedor interpretar estos dos capítulos juntos, pues muestran la raíz de los problemas del hombre. Si hay algo que parece faltarles es tiempo; los hombres están ocupados con tareas que carecen de propósito y en ese proceso pierden tiempo y están constantemente urgidos. Ahora, para solucionar el problema de la falta de tiempo, en lugar de evaluar las tareas que los aturden y elegir actuar con propósito, eligen dejar de lado lo esencial: el agua.