Los pasos perdidos es una novela escrita por Alejo Carpentier y publicada en 1953 que cuenta el viaje del narrador, un intelectual dedicado al estudio de la música, a la selva americana en busca de los instrumentos utilizados por las comunidades nativas de los cuales hasta el momento no se tenían más que algunos bocetos realizados por frailes y adelantados durante la conquista.
La novela presenta 6 capítulos, subdivididos en 39 secciones en total, y puede considerarse dentro de lo que el mismo autor propone como lo "real maravilloso". El narrador es el componente principal para la organización del tejido textual, debido a que es alguien que tiene la conciencia de contar o de hacer una obra a través de la estrategia del diario, a la vez que también se dedica a evocar y reflexionar sobre su pasado y el de toda la cultura occidental; dicho de otro modo, Los pasos perdidos se constituye como una obra que avanza mediante el relato en primera persona que evoca un hecho puntual, el viaje a la selva amazónica, mientras que deconstruye su propio trayecto y da cuenta de las situaciones en las que el protagonista siente que ha encontrado toda la historia americana.
El estilo de la novela es barroco, tal como Carpentier lo entendía y proponía: no como el estilo determinado de una época, sino como una manifestación cultural que refleja ciertas inquietudes del desarrollo de la humanidad y que los escritores latinoamericanos emplean en el siglo XX para dar cuenta de la complejidad de un territorio que, a los ojos europeos, está todavía a descubrir. Según la apreciación de Carpentier, los novelistas latinoamericanos deben partir por nombrar las cosas y luego hacerlas entrar al mundo entero. Así, en Los pasos perdidos, el lector encuentra exuberancia múltiple de sonidos, enormidad en la vegetación y la altura de los árboles, transformaciones de los ríos casi en mar, una naturaleza que parece jugar a desdibujarse en apariencias, y una dimensión mítica donde cada gesto deviene ritual fundante.
Sin ser autobiográfica, Los pasos perdidos remite a la vida, las inquietudes y la formación del propio Carpentier. Nacido en Cuba, el escritor pasó su infancia en Latinoamérica y se trasladó durante su juventud a Europa, donde entró en contacto con los artistas de la época y comenzó su propia carrera como periodista y escritor. A su vez, durante toda su vida realizó estudios musicales y se dedicó a teoría y a la crítica musical. Exiliado en Caracas entre 1945 y 1959, realiza un viaje remontando el Orinoco, cuya geografía lo conmueve profundamente y motiva la escritura de la novela. Así, el trasfondo del protagonista narrador en Los pasos perdidos comparte estos puntos de conexión con el propio autor: su conocimiento musical, su trasfondo biográfico de latinoamericano viviendo en una gran ciudad nuclear de occidente –el personaje vive en una ciudad que, aunque no se nombra, puede identificarse como Nueva York–, su profundo conocimiento de la cultura y su fascinación por lo telúrico latinoamericano.
Desde este contexto, la novela propone la idea del viaje como una aventura –en tanto decurso por una determinada geografía –y un proceso de regresión temporal y de deconstrucción cultural: a medida que el autor avanza hacía el corazón de la selva, siente que se remonta también hacia el pasado, se cuestiona su propia formación como latinoamericano hijo de europeos y pone en jaque la cultura heredada hasta, finalmente, rechazarla por completo. La perspectiva que asume Carpentier es la de situar al lector en la experiencia de lo otro, la extrañeza frente a una realidad de la cual, en principio, sólo se intuye lo más visible en el transcurso. Las tensiones internas del protagonista se plasman en su registro y dotan a la novela de ese doble viaje real-imaginario que tiene como escenarios la selva venezolana y las representaciones de la cultura occidental en la interioridad del personaje. En la dimensión real y concreta de su viaje, el narrador entrará en contacto con un grupo de nativos, a los que Carpentier llama indios -denominación que mantendremos en esta guía a efectos de ser fieles a los usos del propio autor-, de los que aprenderá una forma de vida primitiva, asociada a los sentidos magnificados del tiempo mítico. En su dimensión de regresión temporal, el viaje implicará tanto una recuperación de sus memorias de infancia como un viaje al pasado de la humanidad, en el que el protagonista descubrirá formas de la vida y la experiencia fuera de la alienación de la modernidad.
La novela está atravesada por la música: como notara Carlos Fuentes en su obra La nueva novela hispanoamericana, la obra de Carpentier se construye sobre el sentido de lo musical, y la propia estructura de Los pasos perdidos remite al lector a una orquesta. Así, la conexión del narrador con la música y las tesis que sostiene sobre su origen, la búsqueda de los instrumentos primitivos y la composición del treno en los últimos capítulos encuentran su correlato en la propia estructura textual, en la que los capítulos y las secciones progresan como los movimientos de una sinfonía y la plasticidad del estilo de Carpentier emula la de los diversos grupos de instrumentos que componen la orquesta.