Destacado narrador y ensayista, Carlos Fuentes es uno de los escritores más importantes de México y una figura fundamental del llamado boom latinoamericano de los años 60. En su narrativa, vinculada a la de los autores más experimentales de dicho movimiento, explora los recursos vanguardistas popularizados por James Joyce y William Faulkner, al tiempo que hace gala de una prosa literaria refinada y de un profundo conocimiento de las variedades y los registros del habla popular.
Carlos Fuentes nace en 1928, en Panamá, en el seno de una familia de diplomáticos, y pasa su infancia en diversas capitales del continente, como Montevideo, Santiago de Chile, Washington D. C. y Buenos Aires, donde comienza a entrar en contacto con notables personalidades de la cultura latinoamericana. A los 16 años se instala en la ciudad de México y realiza allí el bachillerato, tras lo cual comienza a trabajar como periodista colaborador para la revista Hoy y obtiene el primer lugar en el concurso literario del Colegio Francés Morelos.
Al finalizar sus estudios secundarios, Carlos Fuentes estudia Derecho y se gradúa en la Universidad Nacional Autónoma de México. Luego se doctora en Economía, en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Su vida está marcada por una intensa actividad cultural, intelectual y literaria. Junto a Emmanuel Carballo funda la Revista Mexicana de Literatura, que sirve como un espacio de expresión para jóvenes artistas, y participa en diversas publicaciones literarias. Además, ejerce la docencia como profesor de Literatura en universidades mexicanas y extranjeras, y participa en diversas misiones diplomáticas.
Fuentes se da a conocer como escritor a los 26 años, con un libro de cuentos titulado Los días enmascarados (1954), que es bien recibido tanto por el público como por la crítica especializada. Ya desde su primera obra se advierten algunas de las preocupaciones que atravesarán toda su vida de escritor: la exploración del pasado prehispánico, los límites entre la realidad y la ficción, y la crisis de los valores sociales y morales de su generación.
En 1958, su éxito como escritor se afianza con la publicación de La región más transparente, una novela que desafía la moda realista y rural de los años 50, y en la que comienza a trazar un balance crítico de la Revolución y las décadas posteriores. A esta novela le sigue La muerte de Artemio Cruz, publicada en 1962, cuya estética se asocia al neorrealismo, y que presenta la vida de un antiguo revolucionario que se convierte en una de las personas más influyentes y ricas del país. Estas dos novelas hacen uso de una serie de técnicas experimentales, como la superposición de escenas, la fragmentación, la estética del collage y el monólogo interior, con el objetivo de captar y reflejar una visión compleja y parcial del mundo. Además de ser un famoso novelista, Fuentes cultiva el ensayo, el teatro e incluso el guion cinematográfico. Algunos de sus trabajos fueron recopilados en grandes obras, como sus ensayos, publicados bajo el título de La nueva novela hispanoamericana en 1969.
Paralelamente a su carrera literaria, Carlos Fuentes se desempeña como diplomático y, entre 1974 y 1977, llega a ocupar el puesto de embajador en Francia, al que renuncia durante el gobierno de José López Portillo. A su vez, habla en más de una ocasión a favor de Fidel Castro (aunque también lo critica en otras situaciones) y ostenta una amistad con políticos importantes de la talla de Bill Clinton, o empresarios como Alfredo Sáenz, vicepresidente del Banco Santander.
Antes de su muerte, en 2012, muestra su apoyo a la candidatura a la presidencia de López Obrador, pero luego lo critica y lo califica, junto a Peña Nieto y a Josefina Vázquez de Mota, de mediocre y poco interesante. Carlos Fuentes fallece el 15 de mayo de 2012, en la ciudad de México, a los 83 años, debido a una hemorragia causada por una úlcera gástrica. Sus restos descansan en el cementerio de Montparnasse, en París, junto a los de sus hijos, Carlos y Natasha.
A lo largo de su vida, Carlos Fuentes recibe numerosos premios, entre los que se destacan el Premio Rómulo Gallegos, recibido en 1977; el Premio Cervantes, en 1987, y el Príncipe de Asturias de las letras, en 1994. A su vez, es galardonado con numerosos doctorados honoris causa por varias universidades, entre las que destacan Harvard, Cambridge y la Universidad Autónoma de México.