Que la vida de Mary Wollstonecraft Godwin iba a salirse de la norma fue evidente desde el momento de su nacimiento, el 30 de agosto de 1797. Sus padres, así como su estructura familiar, eran poco ortodoxos: su padre, William Godwin, fue un célebre filósofo e historiador, y fue ministro calvinista durante un corto período. Era un hombre frío y distante que exageraba en exceso, le pedía dinero prestado a cualquiera que estuviera dispuesto a otorgarle un préstamo, y tenía poco tiempo para otra cosa que no fueran sus empeños filosóficos. Este interés exclusivo por lo intelectual se vio en algún punto moderado por su pasión por Mary Wollstonecraft. Con la posible excepción de William Blake, Wollstonecraft fue el personaje más influyente entre los radicales de la Ilustración. Habiéndose declarado independiente a la edad de veintiún años, dirigió una escuela con sus hermanas y fue la respetada amiga del filósofo Samuel Johnson. Mientras estuvo en Francia tuvo un romance con un capitán del ejército, y este derivó en el nacimiento de su primera hija, Fanny. Después de que el soldado la abandonara, a ella y a la beba, Wollstonecraft regresó a Inglaterra e intentó suicidarse. Para bien o para mal, falló, y comenzó a escribir en una variedad de géneros. Sin embargo, fueron sus revolucionarios escritos feministas los que ganaron fama duradera.
El primer encuentro entre Godwin y Wollstonecraft tuvo lugar en una cena en la casa de Godwin. Atraídos en virtud de sus compartidas creencias filosóficas, comenzaron un romance en el otoño de 1796. Cuando Mary descubrió que estaba embarazada, la pareja decidió casarse para legitimar a los dos hijos de ella. Sin embargo, la pareja, fiel a sus creencias iluministas, continuó viviendo y trabajando de manera independiente. Permanecieron juntos, y Godwin quedó devastado cuando Wollstonecraft murió poco después del nacimiento de su hija, Mary. Aunque quería a sus hijas, la tarea de criarlas resultó demasiado difícil para Godwin, quien de inmediato se dispuso a buscar una segunda esposa. Su propuesta de casamiento a Maria Reveley, quien luego se convertiría en la mejor amiga de Mary, fue rechazada.
Más tarde se casó con Mary Jane Clairmont, la primera mujer en aceptar su propuesta. Esta segunda esposa demostró ser una mujer cruel y superficial que descuidó a Fanny y Mary en favor de sus propios hijos. Mary (a quien le encantaba que su padre la hubiera apodado Mercury) era frecuentemente azotada por impertinencia. Naturalmente, la testaruda Mary se rebeló, negándose a ser sometida. Aunque a las niñas se les enseñaban tareas domésticas (cocinar, limpiar y otras tareas de ama de casa), Mary no podía fingir interés en tales actividades: podía tomar simplemente un libro y dejar que la cena se quemara. Su padre era la persona más importante en su vida, y su aceptación era todo para ella. Mary se destacaba en sus clases, y ya desde una edad muy temprana podía mantener una conversación adulta, a menudo con las grandes mentes de su tiempo. Alrededor de los ocho años comenzó a leer los escritos de su madre. A los diez años, había memorizado cada palabra de ellos.
Mary pasaba horas en la tumba de su madre, leyendo o incluso comiendo, cuando el ambiente en su casa era particularmente malo. Este hábito continuó hasta su adolescencia, cuando la enviaron a vivir a Ramsgate con una tal señorita Petman. Este cambio fue motivado por la fragilidad de Mary, y por su incapacidad para concentrarse en la casa. Desde Ramsgate viajó a Escocia para quedarse con Baxter, una amiga cercana de su padre. La vida con los Baxter fue el período más feliz que Mary hubiera experimentado. Cuando regresó a Londres un año después, se había convertido en mujer. Se acercó a su padre como nunca antes, y los dos entablaron un constante debate filosófico. Esto sirvió, previsiblemente, para aumentar el odio de su madrastra.
El poeta Percy Shelley, devoto seguidor y amigo de William Godwin, comenzó a pasar mucho tiempo en la casa de Godwin. Aunque estaba casado, su presencia causó una impresión inmediata en Mary, quien comenzó a leer poesía incentivada por él. La genuina admiración de Shelley por las obras de la madre de Mary le permitió ganarse la confianza de ella, quien lo invitaba a acompañarla en sus visitas a la tumba de ella. Se hicieron inseparables. Sus comunes intereses intelectuales fueron el puntapié para una rápida atracción amorosa. Godwin se enfureció con este devenir, y expulsó inmediatamente al poeta de su hogar. La pareja, sin embargo, se negó a separarse y comenzó una correspondencia clandestina. Con la ayuda de la hermanastra de Mary, pudieron fugarse.
Establecer el servicio de limpieza en Londres era costoso, y el dinero era muy limitado para la pareja de recién casados. Las relaciones entre ellos fueron algo tensas: la primera esposa de Shelley, Harriet, tuvo un hijo tardío y su buen amigo Thomas Hogg se enamoró de Mary. Para empeorar las cosas, Mary quedó embarazada; la niña murió poco después del nacimiento. Mary cayó en una profunda depresión.
Ya no a gusto en Londres (quizás a causa de sus desgracias), la pareja comenzó a viajar: por zonas rurales inglesas, por Francia y otros lugares. Mary escribía profusamente y publicó Frankenstein en 1818. Nadie podría haber predicho el alcance de la popularidad del libro: seguiría siendo la novela inglesa más leída durante tres décadas. Aunque se rumoreaba maliciosamente que Percy Shelley era el verdadero autor del libro, Mary fue catapultada a la vanguardia de la lucha por el reconocimiento que luego librarían las mujeres escritoras.
Trágicamente, Percy Shelley se ahogó en un naufragio en 1822. Aunque Mary estaba devastada, seguía dedicada a su hijo, Percy Florence. Pasó el resto de su vida promoviendo la poesía de su marido, poco tenida en cuenta, y finalmente tuvo éxito en forzar su publicación. Mary Wollstonecraft Shelley murió mientras dormía a los cincuenta y cuatro años.