La historia de El almuerzo desnudo narra la experiencia del propio autor, William Burroughs, en relación con la adicción a las drogas. En este sentido, encontraremos una narración muy particular y novedosa para su época. En cuanto a su forma, observamos una estructura fragmentaria que la crítica literaria ha calificado como “conjunto de viñetas”. En cuanto a su contenido, observamos una acumulación de experiencias algo delirantes, vinculadas con las alucinaciones que se producen en aquellos que son adictos a drogas muy fuertes, tales como la heroína.
En cuanto a los espacios en los que transcurre la novela, encontramos al menos dos que están muy marcados: Interzonas y la República de Libertonia. Ambos espacios colocan en escena un enfoque distópico de la realidad, que cuestiona las instituciones sociales y políticas imperantes en la época del autor. Con ‘distopía’ nos referimos a un posible futuro en que todo es negativo, oscuro y prácticamente deprimente. Se opone al término ‘utopía’, que refiere a un lugar posible y futuro en donde las cosas van realmente bien para todos. En el caso de las Interzonas, observamos un total descontrol de los placeres carnales, constante y sin límites. En el caso de la República de Libertonia, encontramos al doctor Benway como director o gestor del lugar. En este segundo lugar, todo se hace de una manera pulcra y ordenada, aparentemente con buenas intenciones. Sin embargo, este doctor es representado como una figura totalmente manipuladora, más bien dedicada al “lavado del cerebro” que a la cura de los pacientes.
En cuanto al registro lingüístico utilizado, esta novela presenta cientos de expresiones referidas al deseo sexual, a prácticas orgiásticas variadas, e incluso a aspectos humanos calificados de “abyectos” por la crítica de la época. De hecho, la novela fue prohibida en un comienzo, por entenderla como “inmoral”. Sin embargo, lo que aparentemente intentó realizar el autor fue una crítica muy fuerte a los actores sociales que permiten el avance y crecimiento de lo que él califica como “la enfermedad de la adicción”. Con el fin de dar a conocer la cruda realidad que atraviesan los adictos y el círculo vicioso del que les es tan complejo salir, usa todos los recursos que tiene a disposición para generar una percepción lo más cercana posible al horror que se vive en ese ambiente de lujuria, inconsciencia y descuido personal.
El personaje central y narrador es William Lee, un drogadicto y traficante. Como podemos detectar, el nombre de pila es el mismo que el del autor. De hecho, en su introducción a la historia, Burroughs deja en claro que la historia incluye gran parte de su compleja experiencia en torno a la lucha contra la propia adicción a las drogas.