Canto V
Resumen:
Atenea les suplica a Zeus y al resto de los dioses en el Monte Olimpo en nombre de Ulises, aún cautivo, y de Telémaco, en peligro de ser emboscado. Zeus le dice que proteja a Telémaco, y envía a Hermes para que le ordene a Calipso liberar a su prisionero. Sin embargo, Ulises deberá navegar solo en una balsa a Esqueria, donde recibirá espléndidos regalos de los feacios, antes de regresar a su hogar en un barco adecuado para ello.
Hermes corre hacia la hermosa isla de Calipso. Le da a la dios la orden de Zeus. Ella acepta a regañadientes, no antes de señalar que a los dioses se les permite tomar mortales como amantes, mientras que a las diosas no. Luego le informa al apenado Ulises sobre los nuevos planes. Él sospecha de la repentina ayuda de la diosa, y no cree que una balsa sea suficiente para atravesar el océano, pero ella le asegura que no hay subterfugios. Cenan, y Calipso trata de convencerlo de que ella es mejor que su esposa. Ulises la adula, pero insiste en que anhela su hogar. Duermen juntos, como lo hacen todas las noches.
Con la ayuda de Calipso, Ulises construye su balsa durante los siguientes cuatro días y, después de recibir algunos regalos y una brisa mágica, el quinto día se marcha. Navega durante diecisiete días antes de acercarse a Esqueria, pero entonces Poseidón lo ve y se da cuenta de que los dioses lo han liberado. Conjura entonces una poderosa tormenta, y Ulises cree que se ahogará al ser arrojado al agua, pero la diosa Ino lo rescata con su velo. Ulises cree que puede ser otro truco, pero después de que su balsa se rompe toma el velo y nada.
Atenea calma la tormenta y Ulises nada durante dos días hasta que se acerca a la costa. Pero se ve rodeado de afiladas rocas y teme morir allí en el fuerte oleaje. Atenea le da instrucciones de tomar un saliente rocoso que se aproxima. Él lo hace, rasgándose la piel de la mano. Después de ser arrastrado bajo el agua, encuentra un río tranquilo y, finalmente, se derrumba en tierra. Sabiendo que la zona del río estará demasiado fría por la noche, encuentra un lecho de hojas en un bosque cercano y, aunque puede ser presa fácil para los animales salvajes, se va a dormir.
Análisis:
La seducción y la infidelidad toman protagonismo al comienzo del libro, en tanto Calipso hace un último intento para convencer a Ulises de que se quede con ella. Sin embargo, Ulises le da una respuesta cuidadosa y estratégica, halagando a la diosa mientras dice simplemente que lo que quiere es "(...) llegar a mi casa y gozar de la luz del regreso" (219), sin mencionar a su esposa.
Curiosamente, aunque Ulises sabe que pronto regresará a su casa, todavía duerme con Calipso. Homero no nos invita a ver su infidelidad con ningún desdén: "(...) marchando hacia el fondo los dos de la cóncava gruta, / en la noche gozaron de amor uno al lado del otro (226-227). Solo Calipso señala que a los dioses se les permite tomar amantes mortales mientras que a las diosas no, y parece que este doble estándar persiste en la práctica de la infidelidad entre los mortales en la antigua Grecia (y, a menudo, en el mundo moderno). De alguna manera es aceptable que Ulises se acueste con otra mujer, pero Penélope se presenta como una seductora moralmente dudosa por permitir que los pretendientes permanezcan en su casa (su única justificación, que no tiene el poder de expulsarlos, parece poco convincente). Aunque Homero permite este injusto tratamiento en su poema, al menos llama la atención a través del discurso de Calipso.
A pesar de todo, Ulises recupera nuestra simpatía a través de la violenta tormenta que le envía Poseidón. Aunque eventualmente cree que morirá, demuestra ser un valiente guerrero de inmensa resistencia. Su valentía también compensa la presentación que se nos hace de él, llorando a solas. La soledad, y el anhelo de los otros y del hogar, es el tema que prevalece en la Odisea, y es por eso que Homero elige retratar a su héroe tan debilitado.
Pero Ulises no es solo un navegante valiente y fuerte. Es, ante todo, un estratega. Considera la posibilidad de estar siendo engañado dos veces en esta sección, tanto por Calipso como por Ino (el hecho de que sean mujeres puede tener que ver con sus sospechas), y evalúa otras decisiones bajo coacción (piensa en cómo navegar por las rocas y en dónde dormir). Su capacidad para tomar decisiones define su identidad y, en última instancia, lo convierte en un gran líder.
Canto VI
Resumen:
Por la noche, Atenea visita en un sueño a Nausícaa, la princesa feacia, y la insta a lavar sus vestidos. Cuando despierta Nausícaa toma un carro de carga y va con sus siervas a lavar sus vestidos junto al río. Extienden la ropa mojada a lo largo de la orilla, luego se bañan y juegan desnudas. Ulises, desnudo él mismo, se despierta cuando las oye. Se acerca a ellas, pero su aspecto sucio y salvaje asusta a todas, excepto a Nausícaa. Él le pregunta si es mortal o es una diosa, y la alaba por su extrema belleza. Le pide que lo guíe a la ciudad y le dé ropa. Ella acepta gustosamente y ordena a sus siervas que lo atiendan. Sin embargo, Ulises es modesto y quiere bañarse a solas. Se baña, Atenea lo embellece aún más, y las siervas le dan comida y bebida.
Nausícaa le indica que camine tras su carro, con sus siervas, camino a la ciudad, pero le advierte que si la gente lo ve con ella se dispersará el rumor de que es su futuro esposo. Por eso, le pide que se esconda detrás de unos árboles cerca de la muralla de la ciudad, y luego averigüe cómo llegar al palacio de Alcínoo. Allí encontrará a su madre, a quien deberá pedir ayuda. Si a ella le cae bien, entonces lo tendrá en su casa pronto. Se dirigen a la ciudad y pasan por el bosque de Atenea, donde Ulises le implora a la diosa hospitalidad de parte de los feacios.
Análisis:
Una vez más, Ulises demuestra juzgar muy bien a las personas y tomar astutas decisiones. Después de asustar a las siervas de Nausícaa, al aparecerse desnudo y con su aspecto atroz, debe decidir si abrazar las rodillas de Nausícaa y suplicarle, lo que sería un gesto tradicional, o utilizar "sagaces y blandas palabras" (148) para conquistarla. Como hace con frecuencia, utiliza casi cuarenta líneas del poema para ensalzar la belleza de Nausícaa y preguntarse si es una diosa. Y agrega: "(...) un gran miedo me impide abrazarme a tus pies" (168). Por supuesto, la verdadera razón por la que no lo hace, al menos al principio, es porque, en el estado en que está, teme "que al cogerse a sus pies se irritase con él la doncella" (147). Las palabras aquí no son un mero sustituto de la acción, sino la única alternativa de Ulises.
La escena con Nausícaa y sus siervas invierte otras típicas asociaciones con la feminidad a lo largo de la Odisea. Por un lado, son muchachas activas e independientes, que viajan solas para lavar ropa (incluso Nausícaa, una princesa, parece ayudar a lavar su propia ropa) y juegan un juego bullicioso con una pelota. Que Ulises, desnudo, asuste a las siervas es comprensible, pero la ausencia de miedo en Nausícaa es una muestra encomiable de independencia.
De hecho, la desnudez predominante en este Canto da vuelta otro motivo del poema. Por una vez, la feminidad no se usa para la seducción. De hecho, es Ulises quien de alguna manera seduce a Nausícaa, primero con sus dulces palabras y luego, tras bañarse, con su apariencia. Nausícaa incluso comenta: "¡Ojalá que así fuera el varón a quien llame mi esposo[!]" (244), y le preocupa que la gente del pueblo piense que ha encontrado un marido en Ulises, lo que tal vez constituya una ilusión para ella.
Ulises no muestra resentimiento hacia Atenea por hacerse sorda "(...) a mis ruegos / cuando el dios me vejaba que agita la tierra (...)" (325-326). Aunque Atenea prácticamente no interfirió en el ataque de Poseidón a Ulises durante su reciente viaje por mar, Ulises todavía reconoce que necesita su ayuda y le reza.
Canto VII
Resumen:
Tras esperar a que Nausícaa se dirija al palacio de su padre, Ulises encuentra el camino solo, y se encuentra con Atenea en forma de niña. Le pide direcciones para llegar al palacio, y ella lo lleva hasta allí envuelto en niebla, para que nadie pueda verlo. También le dice que Alcínoo y su venerada reina, Árete, están cenando. Entra en el exuberante palacio y encuentra al rey y a la reina. Abraza las rodillas de Árete y le pide paso a su casa. Alcínoo conduce a Ulises a la mesa, donde le ofrecen comida. Alcínoo dice que harán un sacrificio por la mañana y luego pensará cómo enviar a Ulises a su casa. También se pregunta si Ulises es un dios. Ulises le asegura que no lo es, y que ha sufrido grandes penas.
Más tarde por la noche, a solas con Alcínoo y Ulises, Árete reconoce la ropa que lleva Ulises, le pregunta quién y quién le ha dado esa ropa. Él le cuenta su historia, desde la isla de Calipso hasta que Nausícaa lo ayuda ese mismo día. Alcínoo dice que Nausícaa debería haberlo llevado directamente a casa, pero Ulises dice que fue su idea seguirla más atrás. Alcínoo jura ayudarlo a llegar a su casa.
Análisis:
Ulises usa nuevamente su ingenio para responsabilizarse por el plan de Nausícaa de ir al palacio por separado. Elude el subtexto detrás de la separación de sus caminos (que Nausícaa, quizás con esperanza, supuso que la gente podría pensar que estaban comprometidos) tan hábil y humildemente, que Alcínoo de hecho le ofrece a Nausícaa como esposa si decidiera quedarse.
Ulises también elige sabiamente este momento para abrazar las rodillas de Árete. Antes no lo hizo con Nausícaa por temor a asustarla. Comprende las reglas del decoro y, como siempre, mezcla sus acciones con palabras nobles y conmovedoras.
Pero Ulises es también un hombre de buen comer, que engullirá su comida y lo justificará afirmando que el dolor lo obliga a llenar el vientre (221). Vemos que Ulises es un hombre apasionado, pero que su deseo de vivir ha sido atenuado por mucho tiempo en el que no ha tenido motivo alguno de celebración.
Canto VIII
Resumen:
Por la mañana, Atenea, en forma de pregonero, llama a la gente del pueblo a reunirse para conocer a un extraño. La multitud se reúne y ve a Ulises iluminado por una luz divina enviada por Atenea. Alcínoo les pide que proporcionen un barco y tripulación para su anónimo huésped, y que luego se preparen para una celebración que agasajará al extraño. Se siguen sus instrucciones y en los festejos para Ulises, Demódoco, un aedo ciego, canta una canción sobre la batalla entre Ulises y Aquiles en Troya. Ulises llora furtivamente ante los recuerdos que le despierta. Alcínoo lo nota, detiene la música y comienza las competencias.
Se juegan varios juegos, y el príncipe Laodamante le pide a Ulises que participe. Con tantas cosas pasando por su mente, Ulises se muestra reacio a jugar, y Euríalo, uno de los atletas, lo acusa de no tener talento atlético. Ulises asume el desafío y lanza un disco más lejos que todos los demás. Inspirado por su lanzamiento y por el elogio de Atenea disfrazada, Ulises desafía a quien se atreva a vencerlo en cualquier competencia atlética, especialmente en tiro con arco. Silencia a la multitud, Alcínoo elogia su destreza y sugiere un espectáculo de danza. Demódoco canta sobre encuentro amoroso entre Ares y Afrodita, que terminó cuando el engañado Hefesto forjó cadenas y los atrapó durmiendo juntos. Luego invitó a los otros dioses a presenciar a los adúlteros atrapados en el acto.
Ulises disfruta de la historia y queda impresionado por el baile que a continuación realizan los hijos de Alcínoo. Este le da a Ulises una gran cantidad de ropa y oro, y Euríalo le entrega, a modo de disculpa, una ancha espada de plata y marfil. Por orden de Alcínoo, las criadas lo bañan. Cuando regresa a la sala principal, la princesa Nausícaa le pide que la recuerde. Él le responde que le debe su vida. Durante los festejos, Ulises elogia la canción de Demódoco sobre los aqueos, y le pide que cante sobre el caballo de madera que Ulises usó para invadir Troya. Lo hace, Ulises vuelve a llorar, y solo Alcínoo se da cuenta. Detiene entonces la música, se pregunta por qué el extraño ha llorado a pesar de todos los regalos que ha recibido y le pregunta por su nombre y su historia completa.
Análisis:
Las diversas canciones-dentro-del-poema arrojan luz sobre la identidad y los temas de este libro, como suele ocurrir con los frecuentes textos internos de la Odisea. La lenta revelación de la identidad de Ulises emerge a través de la primera y la última canción, en tanto deja entrever su íntima familiaridad con el destino de aquellos que murieron en Troya. La canción central sobre Ares y Afrodita es otra historia de adulterio y venganza (la que se usó anteriormente fue la de Orestes), y debe ser de gran relevancia para Ulises, quien ha sido infiel a su esposa, y cuya esposa está peligrosamente cerca de serle infiel a él. Sin embargo, esta vez no muestra estratégica conciencia de las repercusiones, y solo "escuchando gozaba en su alma" (367).
Vemos a Ulises en un raro momento de rabia cuando Euríalo hiere su orgullo. Los griegos veían la arrogancia, o "hybris", como un defecto importante de la personalidad, y esto constituye uno de los temas principales de la Ilíada. La arrogancia no es tan prominente en la Odisea, aunque la vemos aparecer de vez en cuando: el rencor de Poseidón contra Ulises parece, de hecho, producto de la "hybris". Pero lo que es más importante, Ulises muestra cierta tendencia a la "hybris", especialmente más adelante cuando, como líder, tenga ocasionales deslices al tomar decisiones.
Dentro de su irritada respuesta a Euríalo y a los demás, Ulises menciona qué tan buen arquero es. La mención de esta habilidad presagia su confrontación con los pretendientes cerca del final del poema.
La leyenda de que Homero era ciego, generalmente desacreditada ahora, puede tener sus raíces en la aparición en este libro del ciego Demódoco. Homero, y, aparentemente, también aquellos que creen que Homero era ciego, toma la idea de que la falta de visión conduce a una mayor percepción mental.