La Reina de América Citas

Citas

"Mi madre era una prostituta hermosa -terminó por decir Consuelo, peinando con fuerza los pelos de camello de un pequeño mamut, mientras él miraba la acacia gigante y movía la cabeza sin querer-, hermosa como yo, según decía un novio que tuve, un imbécil que se había acostado primero con ella hasta que se aburrió y no le pareció mal reclamar a la hija y un día se metió en mi cuarto y en mi cama cuando yo ni siquiera sabía su nombre y todavía creía en las historias románticas que leía en las novelas de Corín Tellado. Él sabía más de mi propia madre que yo; porque en aquel tiempo yo era muy inocente, porque era una niña de quince años y porque mi madre me hizo así: siempre escondiéndome cosas. Porque así como nunca me dijo que se acostaba con hombres por dinero, tampoco me decía que se teñía de rubio para que su pelo se pareciera a mis ojos y no me imaginase yo a mi padre como un marinero vikingo."

Narrador, I. Atardecer: El pecado original

La apertura de la novela establece un tono intrigante al revelar de inmediato un oscuro secreto sobre la madre de Consuelo. La elección de describirla como una "prostituta hermosa" señala la dualidad de su identidad, donde la belleza exterior contrasta con su ocupación estigmatizada. La narradora, a través de la voz de Consuelo, revela la complejidad de su relación con la madre, subrayando la inocencia perdida y el desencanto resultante. La alusión a las novelas de Corín Tellado sugiere una añoranza por la romanticización de la vida que se desvanece frente a la cruda realidad.

"A la tercer noche sin su hombre, apedreado por un grupo de muchachos y rengo de una pata o sentido de la cadera, Voltaire se anima a traspasar los límites habituales de su barrio, que no son Palermo ni la Recoleta, sino un pedazo de cada uno, no limitado por calles ni por avenidas importantes, sino por árboles y azoteas, por ladridos y maullidos de hembras ajenas. La cuarta noche, ya cansado y con hambre, se pasea nervioso por una orilla del Riachuelo, en donde descubre más movimiento que en el resto de la ciudad. Evita acercarse a las ratas, mejor alimentadas que él, numerosas, moviéndose seguras en su propio terreno, y se decide por dos tachos de basura, en uno de los cuales descubre su cena: un trozo de pescado podrido."

Narrador, II. Noche: El Anticristo

La narrativa se sumerge en la experiencia de Voltaire, un personaje marginado y desfavorecido. El entorno descrito, delimitado no por calles, sino por elementos más primitivos como árboles y azoteas, sugiere una sociedad desorganizada y caótica. La elección de buscar comida en la basura sirve como metáfora de la desesperación y la degradación. Este pasaje resalta las extremas condiciones de vida a las que se enfrenta Voltaire, explorando las frágiles líneas que separan la supervivencia y la decadencia.

"El funcionario Rodríguez Rodríguez es enviado a la justicia tras recibir una coima, mientras que al empresario John Diez Mill se lo condena por intentar sobornar a un juez ofreciéndole quince mil dólares, cifra que resultó exigua, producto de un mal cálculo propio de algunos inversores, ya que el no mencionado juez ganaba una suma aproximada cada mes, lo que de paso demuestra la utilidad de sueldos exorbitantes en un país arruinado. El día 19 de marzo, ambos ciudadanos fueron dejados en libertad condicional tras el pago de una fianza de diez y quince mil dólares, lo que también significa (por lo menos para Jacobsen, que los conoció en la cárcel), que también la Justicia se puede comprar, siempre y cuando se proceda legalmente. La fianza no es otra cosa que una coima legalizada y se paga con las ganancias del mismo delito que se pretende castigar -reflexionaba Jacobsen en el silencio de la madrugada, en su celda, mirando siempre el mismo techo con las mismas fisuras y las mismas manchas de una pintura mal aplicada-. Había imaginado, por mucho tiempo, que debía haber algún tipo de escritura natural o espontánea que, así como se pueden ver cuerpos y rostros en las nubes, ciertas palabras en los números chinos, se podría leer alguna frase en una serie de manchas de humedad, en esas líneas arábicas que se forman al rasgar un papel."

Narrador, III. Madrugada: El eclipse de la razón

En esta parte, la novela aborda la corrupción en la justicia de manera satírica. La ironía reside en la liberación condicional de individuos corruptos, resaltando la ineficacia del sistema legal y la manipulación de la justicia mediante el pago de fianzas. La reflexión de Jacobsen sobre la "coima legalizada" revela una desilusión profunda en la integridad del sistema judicial. La imagen de Jacobsen mirando el mismo techo fisurado y manchado en su celda crea un simbolismo visual que sugiere la persistencia de la corrupción, inmutable a pesar de las grietas evidentes.

"El gato asoma un poco a la superficie rompiendo, lentamente, el espejo de agua oscura que no se aclara con las primeras luces de la mañana, y ahí se quedará, casi como un pequeño bulto de hojas de roble, hasta que alguien decida limpiar la fuente. Por su parte, la rata da vuelta sobre su cuerpo y comienza a roer el papel por el lado donde dice ¿O es que la Eternidad se... mientras caen unas gotas del cielo. Pero la lluvia no es lo suficientemente fuerte y la rata continúa comiendo: Eternid..."

Narrador, IV. Amanecer: El juicio final

El cierre de la novela se presenta con una imagen simbólica en la que el gato y la rata, representando quizás la dualidad, emergen en el amanecer. La ruptura del "espejo de agua oscura" puede interpretarse como la revelación gradual de verdades ocultas. La frase incompleta que la rata roe evoca la idea de una eternidad inalcanzable o indescifrable. La lluvia insuficiente sugiere la dificultad de alcanzar la claridad y la justicia, proporcionando un epílogo ambiguo que invita a la reflexión.

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