Luna de enfrente

Luna de enfrente Resumen y Análisis "Último sol en Villa Ortúzar"

Resumen

En este poema, el yo lírico se encuentra en una calle del barrio de Villa Ortúzar, y reflexiona sobre la riqueza y la pobreza de su vida en los suburbios, ese espacio liminal entre el campo y la ciudad.

Análisis

Ya en el primer verso, aparece uno de los motivos que atraviesan el poemario (la tarde) y la alusión al Juicio Final, en el sentido bíblico, que también ha sido referido en los poemas anteriores mencionados arriba: "Tarde como de Juicio Final" (p. 71). Con ese primer verso, la voz poética empieza a construir una atmósfera que se vuelve mucho más poderosa en el siguiente: "La calle es una herida abierta en el cielo" (p. 71).

Ya allí aparecen los cruces entre lo mundano (como más arriba, por ejemplo, la tarde y la calle, que también son motivos en todo este poemario) y lo divino (el Juicio Final y el cielo). Pero es a partir de allí que lo divino y lo mundano, además de cruzarse, se superponen y se confunden en la voz del yo lírico. El tercer verso reza: "Ya no sé si fue Ángel o un ocaso la claridad que ardió en la hondura" (p. 71).

De este modo, el atardecer, la llegada de la noche, la puesta del último sol (¿último sol porque es la última luz —luz que es motivo en este poemario—, o último sol porque es el Juicio Final?) parece volverse algo bíblico, definitivo, terminante: mucho más que el atardecer de un día cualquiera.

Entonces, se presenta una oposición entre el mundo, que "está como inservible y tirado" (p. 71) y el cielo, donde "es de día" (p. 71). Así, el lector puede observar que "[t]oda la luz está en las tapias azules" (p. 71), y que la confusión del yo lírico persiste allí donde la separación entre lo mundano y lo divino también persiste: "Ya no sé si es un árbol o es un dios, ése que asoma por la verja herrumbrada" (p. 71)

En el verso siguiente, no obstante, parece que la división se vuelve unidad en la multiplicidad: "Cuántos países a la vez: el campo, el cielo, las afueras" (p. 71). En esta unidad de lo diverso, de lo múltiple, el yo lírico es "rico de calles y de ocaso filoso y de la tarde hecha estupor" (p. 71) y está "lejos" de su "pobreza" (p. 71). Estos versos no pueden sino vincularse a los últimos de "Mi vida entera", el poema inmediatamente anterior: "Creo que mis jornadas y mis noches se igualan en pobreza y en riqueza a las de Dios y a las de todos los hombres" (p. 70).