¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? se publica en 1968. La novela narra la historia de un cazarrecompensas llamado Rick Deckard, que tiene como misión “retirar” a seis Nexus-6, los androides más avanzados que existen, en solo 24 horas. Paralelamente a la historia de Deckard, la novela también narra lo que le sucede a John R. Isidore, un personaje secundario cuyo camino se va a cruzar con el del protagonista. El escenario en el que todo esto sucede es la ciudad de San Francisco en un mundo postapocalíptico donde solo quedan los despojos del desastre nuclear, producto de la Guerra Mundial Terminus. La mayoría de los supervivientes ha dejado la Tierra para asentarse en la nueva colonia en Marte. Allí, los hombres conviven con androides que han sido construidos para servir a los colonos. Estas máquinas sofisticadas frecuentemente logran escapar de Marte y regresan a la Tierra, donde los cazarrecompensas tienen como misión cobrar por cada androide al que “retiran”, es decir, eliminan.
En el momento de su publicación, la novela no fue recibida con demasiado entusiasmo por la crítica y tampoco se convirtió en un éxito comercial. Sin embargo, la adaptación al cine fue un éxito rotundo, y Blade Runner es hoy una película de culto. La película reavivó el interés de la gente por esta novela en particular, pero también por otros libros del autor.
La novela toca temas complejos en torno al tejido social, pero también se acerca a cuestiones metafísicas, éticas y teológicas. El autor no es ajeno a las preocupaciones de su época que planteaban una resistencia a la cultura dominante y proponían alternativas en lo cultural, en lo social e, incluso, en lo económico. Philip K. Dick simpatizaba con los movimientos de izquierda. Esto se ve reflejado en la novela desde el momento en que el antagonista es una corporación dedicada a la producción de androides que está dispuesta a todo con tal de proteger sus intereses comerciales. Aparte de la crítica a las grandes corporaciones, el autor también plantea el problema de los medios masivos de comunicación que, a través de una estrategia de insistencia, logran instalar su relato sobre la realidad, algo que en la novela vemos reflejado en la figura mediática de Buster, un presentador de televisión. Dado que se trata de un mundo en el que se desdibujan los límites entre lo real y lo inventado, la novela plantea preguntas sobre qué constituye verdaderamente la existencia y qué es lo que hace que una vida sea auténtica. Dick explora estos temas mediante la inclusión de dos seres -los androides y los humanos -cuya existencia depende de la destrucción del otro. La tajante separación entre estos se difumina a medida que es posible encontrar puntos en común entre androides y humanos; el más importante de los vínculos que los une es el impulso irrefrenable por sobrevivir.
Finalmente, las historias individuales de los humanos y los androides representados en la novela dan lugar a una reflexión sobre la experiencia compartida del sufrimiento. Mediante la figura mesiánica de Wilbur Mercer, Dick explora la empatía en el ser humano y la virtud de experimentar el dolor de manera colectiva como un modo de reponerse y hacer frente a los períodos de crisis por los que atraviesa la humanidad.
Todos estos aspectos de la novela explican cómo su popularidad no ha hecho otra cosa que crecer con el pasar de los años. Dick combina estos grandes temas con elementos clásicos de la ciencia ficción -como el conflicto entre tecnología e inteligencia humana, viajes espaciales, lugares lejanos y devastados- con tal maestría que hoy esta novela trasciende las antologías y las listas destacadas de la ciencia ficción y se ubica como una novela fundamental del siglo XX, más allá del género.