El trabajo universitario de Chinua Achebe agudizó su interés por las culturas indígenas nigerianas. Creció en Ogidi, una gran aldea en Nigeria. Su padre enseñaba en la escuela misionera, y Achebe fue testigo de primera mano de la compleja combinación de beneficio y catástrofe que la religión cristiana había llevado al pueblo igbo. En la década de 1950, tomó impulso un nuevo y emocionante movimiento literario. Basándose en las tradiciones orales nativas de Nigeria, este movimiento enriqueció las formas literarias europeas con la esperanza de crear una nueva literatura, en inglés pero aún así inequívocamente africana. Publicada en 1958, Todo se desmorona es una de las obras maestras de la ficción africana del siglo XX.
Todo se desmorona se desarrolla en la década de 1890, durante la llegada del hombre blanco a Nigeria. En parte, la novela es una respuesta y un antídoto a una gran tradición de la literatura europea en la que los africanos son representados como primitivos y salvajes sin capacidad de raciocinio. Las actitudes presentes en la literatura colonial están tan arraigadas en nuestra percepción de África que el Comisionado del Distrito, que aparece al final de la novela, resulta familiar a la mayoría de los lectores. Es arrogante, desdeñoso con los "salvajes" africanos y totalmente ignorante de la complejidad y la riqueza de la vida igbo. Sin embargo, su actitud refleja en gran medida la típica representación occidental de África; esta actitud, siguiendo la descripción de Achebe de los igbo, parece hueca y salvaje.
La digresión es una de las herramientas más importantes de Achebe. Aunque la historia central de la novela es la tragedia de Okonkwo, Achebe aprovecha cualquier oportunidad para hacer una digresión y relatar anécdotas e incidentes secundarios. La novela es en parte documental, pero la vivacidad de la narrativa de Achebe protege el libro de su lectura como un texto antropológico. Se nos permite ver a los igbo a través de sus propios ojos, mientras celebran diversos rituales y fiestas que marcan momentos importantes en el año y en la vida de las personas.
Achebe representa a los igbo como un pueblo con grandes instituciones sociales. Su cultura es rica e impresionantemente civilizada, con tradiciones y leyes que ponen gran énfasis en la justicia y la equidad. Las personas no son gobernadas por un rey o jefe, sino por una especie de democracia directa, en la que todos los hombres se reúnen y toman decisiones por consenso. Irónicamente, son los europeos, que a menudo se jactan de llevar las instituciones democráticas al resto del mundo, quienes tratan de suprimir estas reuniones de clan en Umuofia. Los igbo también cuentan con un alto grado de movilidad social. Los hombres no son juzgados por la riqueza de sus padres, y Achebe enfatiza que el alto rango es alcanzable para todos los igbo nacidos libres.
El autor no pasa por alto representar las injusticias de la sociedad igbo. Al igual que la Inglaterra victoriana de la misma época, los igbo son profundamente patriarcales. También les tienen un gran temor a los gemelos, que son abandonados inmediatamente después del nacimiento a una muerte por exposición. La violencia no es desconocida para ellos, aunque la guerra a escala europea resulte efectivamente incomprensible.
La novela intenta reparar parte del daño causado por las anteriores representaciones europeas de los africanos. Pero esta recuperación debe necesariamente venir en forma de memoria; para cuando nació Achebe, la llegada del hombre blanco ya había destruido muchos aspectos de la cultura nativa.