La misión salvífica del poema
En los cantos dedicados al antepasado de Dante, Cacciaguida, que ocupan un lugar central en el libro (cantos XV, XVI y XVII), se hace explícita la misión poética del peregrino, para la cual le fue dado, por gracia divina, el privilegio excepcional de recorrer en vida los tres reinos del más allá, a los que el poeta dedicará cada uno de los respectivos libros: el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso que componen la Comedia.
Acá el peregrino le manifiesta a su tatarabuelo el temor que le produce revelar al mundo lo que vio en el viaje (“si lo repito, / tendrá sabor amargo para muchos”, XVII, vv. 116-117), y, mismo tiempo, su certidumbre respecto a la necesidad de transmitir la verdad, siendo esta la única forma de que su poema perdure en el tiempo: “y si de verdad soy poco amigo, / temo perder vivir entre las gentes / que a este tiempo llamarán antiguo” (XVII, vv. 118-120). Cacciaguida le responde entonces indicando que debe transmitir todo lo que vio, rechazando la mentira (XVII, vv. 127-128), y le anuncia que su poema será un “vital alimento” (XVII, v. 131) para la humanidad. Poco después, Santiago le indica también su misión al peregrino, señalando que, ya que por gracia divina puedo visitar antes de su muerte a los apóstoles, debe fortalecer la esperanza en él y en el mundo (XXV, vv. 40-45).
La teología
Aunque la teología está presente en toda la Comedia, sus temas ocupan un lugar más destacado en el Paraíso. En este cántico, Beatrice y otros personajes instruyen a Dante sobre numerosos asuntos doctrinales, como el orden del universo, la redención humana, el sacrificio de Cristo, la creación de los seres y sus diferentes naturalezas, la correspondencia entre el universo espiritual y el universo físico, la creación de los ángeles y sus facultades y la condición de los bienaventurados. Este conocimiento se transmite, en gran medida, mediante los diálogos de los personajes, que parten de las dudas del peregrino. Los cantos XXIV, XXV y XXVI constituyen un momento central en el poema, en cuanto a su aspecto didáctico y doctrinal, ya que, acá, san Pedro, Santiago y san Juan examinan el conocimiento que Dante ha alcanzado en cuestiones teológicas mediante un examen, y el protagonista lo aprueba.
La justicia divina
Este tema recorre toda la Comedia. En efecto, en los tres reinos del más allá, es la justicia divina la que determina el destino eterno de salvación o condenación de cada persona. Este tema se vincula con otros problemas doctrinales que se abordan en la obra, como la predestinación, el libre albedrío y las influencias astrológicas.
En el Paraíso, el tratamiento del tema aparece fuertemente vinculado con la incapacidad de conocer profundamente los criterios de la justicia divina. En el canto XIX, el águila de la justicia se refiere a lo insondable de los criterios divinos, comparándolos con un mar cuyo fondo es alcanzable por la vista humana desde la costa, pero no en alta mar (vv. 58-63). El águila también afirma que la voluntad de Dios nunca se aparta del bien supremo (vv. 86-87), y que el día del Juicio Final se verá que muchos que se declaran cristianos estarán más lejos de Cristo que algunos paganos (vv. 106-111). En el canto siguiente, el tema se profundiza y se entrelaza con el de la caridad divina. Acá se presentan los casos de dos paganos, el emperador Trajano y Rifeo, cuyas almas se encuentran en el reino de los salvados.
La corrupción eclesiástica
Este es uno de los temas centrales de la Comedia. En los tres cánticos se observa una fuerte crítica a los líderes de la Iglesia. En el Paraíso, ocupa un lugar destacado la diatriba que pronuncia san Pedro contra Bonifacio VIII, el papa en el momento del viaje del peregrino. San Pedro, reconocido por la Iglesia católica como el primer papa, alude a él diciendo: “el que usurpa en la tierra el lugar mío, / el lugar mío, el lugar mío vacante / en la presencia del Hijo de Dios” (XXVII, vv. 22-24). Así, señala que su puesto en el mundo, espiritualmente, está vacante. La invectiva también se dirige a la corrupción de los eclesiásticos contemporáneos a Dante: “lobos rapaces” (v. 55) “con ropa de pastor” (Ídem.). También otros personajes en este libro se refieren a la corrupción eclesiástica, como Folco (en el Canto IX), Pedro Damián (en el canto XXI) y san Benito (en el canto XXII).
El imperio
En la Comedia, Dante defiende el proyecto político de restaurar un Imperio que garantice la justicia y la paz, las condiciones a partir de las cuales se puede obtener felicidad en el mundo. En el Paraíso, el discurso de Justiniano vincula estrechamente la historia del cristianismo con la del Imperio romano, mostrando el carácter providencial de esta institución, bajo la cual tuvo lugar el acontecimiento decisivo para la redención humana: el nacimiento y la resurrección de Cristo (VI, 82-90). Además, el emperador romano se refiere a los males de la sociedad en tiempos de Dante y señala como responsables de ellos a los güelfos y los gibelinos, quienes, con sus acciones, impiden la consecución de la política imperial.
La esperanza
El tema de la esperanza está presente en toda la Comedia. El Infierno se define por la ausencia de esperanza, anunciada ya en la puerta misma de ese reino: “Dejen toda esperanza los que entran” (Infierno, III, v. 9); el Purgatorio, en cambio, se define por la persistencia de esta virtud, ya que las almas que se purifican mantienen la esperanza en la dicha futura. En el Paraíso, Santiago, antes de interrogar a Dante acerca de esta virtud, le dice al poeta que, dado que por gracia divina se encuentra allí, debe fortalecer la esperanza en él y en el mundo (XXV, vv.43-45). Acá, Dante da una definición de la esperanza, afirmando que es la certeza de la bienaventuranza futura, causada por la gracia divina y por el mérito propio (XXV, vv. 67-69). Además, Beatrice afirma que ningún cristiano posee más esperanza que el peregrino y que, debido a eso, le fue concedida la gracia de ir al Paraíso antes de morir (XXV, vv. 52-57). Por otro lado, aunque se muestran críticos con el comportamiento de los miembros de la sociedad de Dante, muchos de los personajes de este libro terminan sus discursos con profecías que sugieren que hay esperanzas para el futuro.
Lo inefable
Este es un tema persistente en el desarrollo de la obra. El poeta declara en numerosas oportunidades las dificultades que supone trasmitir con eficacia las realidades que observó en el Paraíso. Al inicio del primer Canto, el poeta se refiere a la imposibilidad de relatar su visión en el Empíreo: “vi cosas que no sabe / ni puede describir quien de él desciende” (vv. 5-6). Más adelante, en el mismo canto, se refiere a la vivencia de trascender lo humano, que experimentó al inicio de este viaje, mediante un término que él mismo inventa: “trashumanar”. Así, da cuenta de aquello para lo que el lenguaje no tiene palabras: “significar per verba / no se podría; que el ejemplo baste / a quien la gracia depara la experiencia” (vv. 70-72).
El tema del fracaso del lenguaje como medio para transmitir la experiencia se vuelve más recurrente en la medida en que el protagonista asciende a los cielos superiores, y alcanza mayor insistencia en el canto final, donde el peregrino logra el objetivo del viaje. Por ejemplo, en este canto señala: “Desde aquí fue mayor lo que yo vi / que nuestra habla, que cede ante tal vista / y cede la memoria ante este exceso.” (vv. 55-57). Como se observa en este pasaje, a la insuficiencia del lenguaje para narrar la experiencia (“fue mayor lo que yo vi que nuestra habla”), se añade la incapacidad de la memoria para retenerla (“cede la memoria ante este exceso.”).