La novela está compuesta por dieciséis capítulos estructurados en dos partes de ocho capítulos cada una. La narración comienza con el diálogo entre dos hombres que comparten la misma celda, Valentín y Molina. Valentín es un preso político y Molina, que es homosexual, está condenado por corrupción de menores.
Para pasar el tiempo, Molina comienza el relato de una película sobre una mujer misteriosa enamorada de un hombre al que teme besar ya que corre el riesgo de transformarse en una pantera. Valentín interviene en la narración y aporta un punto de vista vinculado con la intelectualidad, ya que analiza la trama y los gestos de los personajes. Molina se identifica con la heroína de la película, capaz de sacrificarse por amor. De esta manera, las conversaciones entre ellos se intercalan con las narraciones de Molina, que funcionan como un pretexto para hablar de sus propias vidas y conocerse en profundidad.
En general, las películas de Molina tienen una trama sentimental; luego de la narración de la mujer pantera, cuenta el argumento de Destino, una película de amor pero, también, de propaganda nazi. Valentín se indigna por esta elección, ya que le parece que promueve una ideología despreciable. No obstante, Molina destaca la tensión romántica entre los personajes más allá del mensaje que quiere difundir. Así, las historias románticas permiten que ambos puedan descargarse en relación a su vida sentimental. Valentín explica que él no debe comprometerse sentimentalmente con nadie ya que esto entorpece su tarea revolucionaria pero, al mismo tiempo, no puede ocultar el amor que siente por Marta, una ex compañera de militancia. Molina habla de su amor por Gabriel, un mozo casado con una mujer.
Luego de esta película, Molina cuenta las aventuras de un joven corredor de autos de carrera que se ve obligado a regresar a su país natal porque los guerrilleros han secuestrado a su padre. En simultáneo a la narración de las películas, intervienen los diálogos en relación con la realidad de la cárcel, sus horarios, la rutina. Molina se intoxica con un plato de polenta, y luego es Valentín quien pasa por esta situación. Su compañero interviene en la recuperación, lo cuida, evita que coma los platos de la cárcel y lo baña con agua tibia para evitar una recaída.
Así, la primera parte termina con un diálogo entre Molina y el Director de la cárcel, en el que nos enteramos de que el procesado es presionado para entregar información sobre Valentín y su grupo guerrillero, y que los platos de comida envenenados son parte de una estrategia policial para debilitar y quebrar la voluntad del preso político. A cambio de su ayuda, le prometen a Molina una reducción en la condena y la posibilidad de salir en libertad. El preso se compromete a entregar información, pero pide más tiempo para poder lograr su objetivo.
La segunda parte comienza con la lenta recuperación de Valentín, que se mejora de la intoxicación alimenticia gracias a los cuidados de Molina y la comida que le ofrece para que no vuelva a cenar el plato de la cárcel. Así, para distraerlo de sus dolores, le cuenta La vuelta de la mujer zombi, una película fantástica sobre una mujer que viaja a una isla del Caribe para casarse con su prometido y se enreda en una serie de conflictos con unos zombis. Valentín se siente muy angustiado y le pide a Molina si puede escribirle una carta a Marta, así puede alivianar todo su sufrimiento y confesar cuánto la extraña y necesita. Si bien intenta desahogarse, termina rompiéndola porque admite que no puede permitirse tener un momento de fragilidad.
En el segundo encuentro, el Director de la prisión le comenta a Molina que hay más posibilidades de liberarlo, pero que le exigen información relevante sobre su compañero de celda. Así, le da una semana de plazo para lograr el objetivo.
Molina comparte con Valentín la noticia de su posible liberación, pero también le aclara sobre el temor que significa esta noticia, el miedo a que lo cambien de celda o a dejar solo a Valentín. Se angustia y su compañero lo consuela con palabras y caricias. Molina devuelve los gestos de afecto y finalmente tienen relaciones sexuales.
Al día siguiente, ambos se sienten de buen humor y Molina cuenta una nueva película. Valentín comenta que puede ser la última narración. En ella, un periodista se enamora de una cantante que es propiedad de un hombre de la mafia y no pueden estar juntos. Así, el desamor de los protagonistas entristece a Molina, que manifiesta su preocupación por abandonar a Valentín.
Luego de este cruce, el Director de la celda habla telefónicamente con una autoridad policial y planean dejar en libertad a Molina para ver si se pone en contacto con otros miembros del grupo revolucionario de su compañero de celda. Antes de su partida, Valentín le pide si puede citarse con unos militantes y aunque Molina se niega, finalmente acepta ayudarlo, ya que piensa que así podrá salir más rápido de la cárcel. Como despedida, se besan y tienen relaciones nuevamente.
Con Molina en libertad, accedemos al informe de seguimiento telefónico que realiza la patrulla policial y, a través de los días, el personaje se reencuentra con familiares y amigos, se contacta con Gabriel, toma un nuevo trabajo, va al teatro, vacía su cuenta bancaria y llama desde un teléfono público a un número desconocido. Esto despierta la alarma de los espías, que sospechan que Molina va al encuentro de los guerrilleros. Así, lo siguen hasta la esquina planeada y, en un enfrentamiento armado, Molina muere a manos de los propios compañeros de Valentín.
Finalmente, Valentín es torturado en la prisión y sedado por un médico que se compadece de verlo tan lastimado y quemado. Los lectores accedemos al sueño del personaje, alucinado por las drogas calmantes. En ese relato, aparecen personajes de las películas de Molina, una mujer araña y la voz de Marta, que le indica que el sueño es corto pero feliz.