Resumen
Capítulo 7
Molina comienza cantando un bolero, una canción melancólica sobre una carta de amor triste. A Valentín le molesta tanto sentimentalismo, en parte porque recibió una carta de su compañera de militancia con malas noticias. Molina la lee en voz alta. La lectura resulta muy enrevesada, por lo que Valentín le explica que está escrita en clave. Así, Molina se entera de la muerte de un joven de 25 años, compañero del movimiento, y del hecho de que ahora la mujer que escribió la carta está a cargo del grupo. La lectura de este texto le hace mal a Valentín, y su compañero insiste en que no coma más para no intoxicarse. En esta situación angustiante, Valentín vuelve a hablar sobre el bolero, y le pide que lo cante completo. Ahí nota que no es tan horrible como pensaba. Molina le comenta que es de un compositor argentino, y le insiste en que hable de cualquier cosa, para así poder distraerse. Así, Valentín retoma la historia sobre aquella muchacha, de familia burguesa, y cuenta que se fue del movimiento porque estaba muy apegada al vínculo sentimental entre ambos, y eso no podía prosperar. Compara esta situación con la letra de un bolero, y Molina acota que los boleros le gustan mucho porque dicen muchas verdades. Valentín vuelve a sufrir dolor en los intestinos y su compañero lo limpia, lo lava y lo abriga. Avergonzado, aquel le agradece, le promete no reírse más de sus canciones y hasta le confiesa que le parece muy lindo.
Valentín se quiebra emocionalmente por la pena de estar encerrado y no poder ocuparse de la familia de su compañero muerto. Se desahoga, y cuenta que el bolero le hace recordar a Marta, no a su compañera. Se siente un farsante, igual a la gente a la que odia: un clasista. Molina lo cuida de los malos pensamientos y le hace un té para calmarlo.
Finalmente, el capítulo termina con un nuevo monólogo interior de Valentín, en donde el personaje sueña con el muchacho de la película y el enfrentamiento con su madre por su postura en relación con la guerrilla.
En este apartado, aparece la quinta nota al pie, y la cuarta vinculada con la homosexualidad. En esta ocasión, el narrador rastrea el origen y desarrollo de la idea clásica de que la homosexualidad masculina está ligada con una excesiva identificación del hombre con su madre. En el texto, la referencia aparece cuando Molina admira la belleza de la letra del bolero.
Capítulo 8
Este capítulo tiene la particularidad de que incorpora un informe policial dirigido al director del sector donde están encerrados los protagonistas de la novela. En este apartado, se describen las causas del encarcelamiento de ambos. Desde 1975, Luis Alberto Molina cumple una condena por corrupción de menores. Por otra parte, Valentín Arregui Paz fue encarcelado en 1972 por promover disturbios en una fábrica y recién en 1975 lo trasladaron con Molina. Además, se especifica que, mientras que Molina tiene buena conducta, el guerrillero se caracteriza como rebelde y cabecilla de una huelga de hambre.
Luego de este documento, hay un diálogo con los nombres de los personajes involucrados escritos en mayúscula: el Suboficial, el Director y el Procesado. A partir del intercambio entre los personajes, se ve que el director de la prisión utiliza al procesado, Molina, como anzuelo para conseguir información sobre Valentín y que, a cambio, le promete una reducción de su pena. El director le pregunta si sirvió debilitar a Valentín físicamente a través de la comida envenenada, pero Molina le confiesa que el primer plato lo tuvo que comer él, ya que su compañero no lo quería, y le recomienda que dejen a Valentín componerse en la celda para poder así sacarle más información. El director no recibe esta sugerencia de buena manera, y le aclara que los técnicos son especialistas en el tema. Luego de este cruce, le recomienda decirle a Valentín que recibió una visita de su madre, para no levantar sospechas sobre los motivos de su visita a la dirección. Molina le comenta que su madre siempre le lleva un paquete con comida, y que, para hacer creíble la mentira, es necesario que le traigan una lista de comestibles específicos. De esta manera, Molina le dicta un abundante pedido, que incluye pollos, dulces, jabones y más.
En este apartado, aparece la sexta nota al pie. En este paratexto, el narrador desarrolla la idea de represión como una dominación del padre sobre los otros. De esta manera, la sociedad sitúa a la mujer en un lugar inferior con respecto al hombre. Además, se indica que la sexualidad occidental vincula el sexo con el pecado, con los fines de reproducción y como rechazo explícito de todo lo que no es heterosexual. En el texto, la referencia aparece cuando el Director de la prisión le pide a Molina que confíe en su criterio a la hora de hostigar a Valentín.
Análisis
Estos ocho capítulos constituyen la primera parte de la novela y desarrollan los ejes temáticos que se continúan en la segunda mitad. Puntalmente, en estos dos capítulos accedemos a una mayor apertura de Valentín en su intimidad, en relación con dos momentos: su malestar estomacal y la carta de su compañera de militancia. Ambos sitúan al personaje en una posición de vulnerabilidad que le permite a Molina ejercer sus formas del cariño y del cuidado de manera magistral, ya sea cambiando y lavando a Valentín como practicando la escucha minuciosa y atenta de los motivos de su angustia. "Lo que quieras, yo te lo alcanzo, vos no te muevas" (p. 127), le dice. En este sentido, las prácticas de Molina están ligadas con su propia manera de entender la sexualidad femenina con la que se identifica, ya que entiende que le corresponde en su rol de mujer sensible cuidar y proteger al hombre que tiene al lado.
En este punto, Valentín pasa de reírse de la letra sentimental del bolero a conectarla directamente con su vivencia en la lucha política y con el vínculo con su enamorada. De esta manera, el guerrillero abandona la actitud rígida presentada en los primeros capítulos para ingresar en el mundo de Molina. Esto indica que el encierro de cada personaje en sus roles y conductas comienza a resquebrajarse para dar paso a otra manera de relacionarse, desde la comprensión y el entendimiento mutuo.
El monólogo interior de Valentín que cierra el capítulo 7 retoma personajes presentes en la película de Molina, pero también incorpora elementos propios de su experiencia y trayectoria: "un muchacho que no desea un hijo indio, un muchacho que no desea mezclar su sangre con la sangre de la india, un muchacho que se avergüenza de sus sentimientos" (p. 129). De esta manera, su relato no puede distanciarse de las historias de Molina, y el guerrillero sudamericano del filme reaparece avergonzado de sus sentimientos, tal como lo está Valentín en relación con su amor por Marta. Así, el personaje muestra dos perspectivas sobre el cine: por un lado, lo juzga como una experiencia de placer y belleza peligrosa, porque permite escaparse de la realidad pero, por el otro lado, también le ofrece la posibilidad de identificarse y reflexionar sobre sus propios conflictos internos.
En el capítulo 8, ingresa por primera vez el informe policial, que explica claramente los motivos de los arrestos de ambos personajes con precisión temporal y espacial. En este gesto, el autor incorpora un discurso compuesto por frases con pretensión de objetividad y un vocabulario propio del ámbito administrativo policial, género que no suele ser considerado como parte de la literatura. De esta manera, la literatura se ve obligada a expandir sus límites y permitir también la inclusión de otros discursos que generalmente se encuentran ajenos a ella. "Condena de 8 años de reclusión por delito de corrupción de menores" (p. 131) dice el informe sobre Molina, y de esta manera, directa y fría, los lectores conocemos las causas del encarcelamiento de los protagonistas.
Luego del informe, se incorpora un interrogatorio en el que participan tres personajes: el Director, el Procesado y el Suboficial. Este diálogo no tiene la misma estructura que las conversaciones entre Molina y Valentín, ya que en este caso se indica explícitamente la identidad de los hablantes, como en un texto teatral, en mayúsculas y con dos puntos. En esta diferencia se puede entender la presencia de un narrador-editor externo a la historia que interviene en el diálogo para no dejar lugar a dudas sobre quiénes son los participantes del intercambio. Así, este interrogatorio contrasta con la sensación de intimidad de los diálogos de Valentín y Molina y permite entender, con estas marcas de intervención, que no hay forma de esconderse de la figura narrativa.
Gracias al diálogo entre el Director y el Procesado, nos enteramos de que el director de la prisión utiliza a Molina como anzuelo para obtener información sobre Valentín y sus compañeros a cambio de una reducción de su condena. En una primera lectura, es posible entender los momentos de cuidado y contención como una actitud de conveniencia frente a esta promesa del director. Pero, sin embargo, Molina también exhibe su preocupación por Valentín. Un ejemplo al respecto es el pedido de comestibles, lo suficientemente abundante como para que ambos puedan evitar la comida adulterada de la cárcel. Así, el personaje representa estas dos tendencias: sus ganas de salir en libertad pero también su voluntad de cuidar a Valentín.
Con respecto a las notas al pie, el narrador amplía las perspectivas teóricas sobre el origen de la homosexualidad e ingresa una dimensión clave: entender la naturaleza sexual como algo aprendido y no como algo natural e inmodificable. De esta manera, es posible construir nuevos paradigmas de sexualidad. El narrador retoma a autores que plantean el proceso revolucionario defendido por Valentín y la homosexualidad encarnada en Molina como dos caras de la misma moneda, articuladas entre sí. De esta manera, también desde los márgenes del paratexto, se refuerza la idea de que ambos personajes tienen más elementos en común de los que se podía percibir a simple vista.