El señor Ullman (imagen visual)
"Ullman no pasaría de un metro sesenta y cinco, y al moverse lo hacía con la melindrosa rapidez que parece ser especialidad exclusiva de los hombres bajos y regordetes.
La raya del pelo era milimétrica, y el traje oscuro, sobrio, pero reconfortante. Un traje que parecía invitar a las confidencias cuando se trataba de un cliente cumplidor, y
que transmitía, en cambio, un mensaje más lacónico al ayudante contratado: más vale que sea usted eficiente.
Llevaba un clavel rojo en la solapa, probablemente para que por la calle nadie confundiera a Stuart Ullman con el empresario de pompas fúnebres".
Al comienzo de la novela, el protagonista de la novela, Jack Torrance, se encuentra con el director del Hotel Overlook. El señor Ullman es descrito como un hombre algo particular. A los ojos de Jack, parece un simple empleado. Sin embargo, es quien está a cargo del lugar y está decidiendo a quién contratar para el cargo de cuidador.
El Hotel Overlook (imagen visual)
"—El «Overlook» —explicó Ullman— fue construido entre los años 1907 y 1909. La ciudad más próxima es Sidewinder, a sesenta y cinco kilómetros al este de aquí, por carreteras que desde fines de octubre o noviembre quedan cerradas hasta abril. Lo construyó un hombre que se llamaba Robert Townley Watson, el abuelo de nuestro actual encargado de
mantenimiento. Aquí se han alojado los Vanderbilt, los Rockefeller, los Astor y los Du Pont. Y la suite presidencial la han ocupado cuatro presidentes: Wilson, Harding, Roosevelt y Nixon".
El director del Hotel Overlook lo describe como un lugar muy importante, así como muy alejado de la ciudad vecina. Es un espacio construido hace mucho tiempo para las reuniones sociales de personas muy acaudaladas.
Incidente de Jack con Danny (imagen auditiva)
"El chasquido del hueso al romperse no había sido muy fuerte, no; bueno sí, había sido muy fuerte, ENORME, pero fuerte no. Como ruido, apenas lo suficiente para abrirse paso como una flecha a través de la bruma roja; pero en vez
de dejar entrar la luz del sol, ese ruido había dejado paso a las nubes oscuras del remordimiento y la vergüenza, del terror, de la angustiosa convulsión del espíritu. Un ruido preciso, que dejaba de un lado el pasado y todo el futuro del otro, un sonido como el que hace un lápiz cuando se quiebra, o una astilla para el fuego, cuando uno la rompe contra la rodilla".
Mientras Watson le enseña el cuarto de las calderas del hotel, Jack tiene un recuerdo de cuando su hijo era más chico. Sin medir su fuerza, Jack quebró un hueso de la mano de su hijo, aunque solo buscaba indicarle que había estado mal en derramar la lata de cerveza sobre los manuscritos de la novela que él estaba escribiendo. Este no es un mero incidente, puesto que Jack poseía ya entonces problemas con el alcohol. Estaba bebiendo justo antes de que su hijo entrara a su escritorio y, por lo tanto, no podía medir su ira ni sus acciones.
En este momento, al ingresar con su familia al Hotel, pareciera ser que el recuerdo funciona como una especie de presagio de los terribles acontecimientos que tendrán lugar a partir de ese entonces.
La caldera (imagen auditiva y olfativa)
"El rugido mecánico, que ahora Danny reconoció como el de la caldera del «Overlook», que su papá comprobaba tres o cuatro veces por día, había cobrado un amenazador ritmo de marcha. Empezó a sonar como… como un latido. Y el olor de humedad y de moho, de papel podrido también se estaba convirtiendo en otra cosa… en el penetrante aroma de enebro de la Cosa Mala".
Descrita muchas veces como un gato, un monstruo o una suerte de fiera incontrolable, aquí la caldera aparece ante Danny como una "Cosa Mala". Tal vez símbolo del carácter de su padre, tal vez signo de los fenómenos sobrenaturales que suceden en el hotel, este objeto desafía la tranquilidad de los Torrance a lo largo de toda la novela, hasta el punto en que acaba explotando.