La caldera/monstruo (metáfora)
La caldera es un elemento que aparece muchas veces en el texto. Por momentos, pareciera tener vida propia. Es necesario regular su temperatura constantemente, para tener el clima apropiado en el hotel. Sin embargo, en un momento la caldera explota, produciendo una especie de rugido propio de un animal o de un monstruo indescriptible. La siguiente es apenas una de las muchas menciones que se hacen de este misterioso objeto:
"A tropezones llegó hasta la caldera; de la larga masa tubular emanaba un sombrío resplandor rojizo. Como un monstruoso órgano de vapor, se estremecía, crujía y dejaba escapar en cien direcciones columnas y nubecillas de vapor".
Libro de recortes como Torre de Pisa (símil)
"De pie bajo la bombilla sucia de telarañas, sin darse cuenta sacó el pañuelo del bolsillo de atrás y se lo pasó por los labios. Y entonces fue cuando vio el álbum de recortes. A su izquierda, como una torre de Pisa, se elevaba una pila de cinco cajas".
En esta ocasión, Jack se encuentra con un conjunto de noticias acerca del pasado del hotel que cuida actualmente junto a su familia. Allí se entera de los crímenes y suicidios ocurridos en esos mismos pasillos y habitaciones. Jack está buscando material para escribir su novela y siente que esos recortes son justo lo que necesitaba. A partir de entonces, comenzará la transformación interna del personaje, puesto que se convertirá en una suerte de monstruo y su personalidad será algo así como aplastada por esa torre de papeles y recuerdos de la historia del hotel, al que termina pareciendo que él siempre perteneció.
El resplandor (metáfora)
El propio título de la obra de King supone una de las metáforas más importantes:
“—Bien muchacho —comentó Hallorann, y sacó del bolsillo de su americana de sarga azul un gran llavero para abrir la tapa del maletero. Mientras acomodaba dentro las maletas, siguió hablando —: Tú sí que esplendes, hijito. Más que nadie que haya conocido yo en mi vida. Y para enero cumpliré sesenta años.
—¿Cómo?
—Que tú tienes un don — explicó Hallorann, volviéndose hacia él—. Lo que yo siempre he llamado el esplendor, que es como lo llamaba también mi abuela. Ella lo tenía. Cuando yo era un niño no mayor que tú, solíamos sentarnos en la cocina y tener largas charlas sin abrir para nada la boca”.
En esta cita, la traducción menciona ‘esplendor’, pero está refiriéndose al mismo ‘resplandor’ aquí recuperado como metáfora. Este es un concepto utilizado para referirse al brillo constituído por una suerte de consciencia ampliada. En la familia, existe una facultad que incluye, entre otros dones, el de la telepatía, es decir el de comunicarse con otras personas sin siquiera estar hablando.