Kentuki coneja
Eva pone ante los ojos del kentuki la caja en la que venía el aparato. Así, Emilia puede ver el modelo del animal que está controlando en la casa de la chica alemana. La voz narrativa describe las fotos impresas en la caja del kentuki, que muestran a un "peluche rosa y negro, un conejo rosa y negro que se parecía más a una sandía que a un conejo" (p.20). Dicho animal, continúa la narración, tiene "ojos saltones y dos largas orejas adosadas en la parte superior. Una hebilla con forma de hueso las unía, manteniéndolas erguidas unos pocos centímetros, y luego caían lánguidas, a los lados" (p.20).
Kentuki cuervo
Alina compra el kentuki cuervo y lo desempaqueta en su habitación de hotel. La voz narrativa describe a un "muñeco bastante feo, un gran huevo rígido de peluche gris y negro" (p.24). Dicho muñeco tenía "pegado al estómago, como una corbata con mucho relieve, un plástico amarillo" que "hacía de pico de cuervo" (p.24). La descripción en imágenes se detiene también en "tres ruedas de goma lisa -dos ocultas bajo las patas y una tercera casi en la cola-" y en "alas, pequeñas y pegadas al cuerpo" (p.24).
El pueblo noruego donde está SnowDragon
Marvin conduce el kentuki por aquella ciudad lejana en Noruega, y la voz narrativa imprime las imágenes que se anteponen ante lo ojos del peluche: "no había edificios de más de dos o tres pisos y las construcciones, aunque parecían de una calidad superior y mucho más modernas que las de Antigua, se veían cuadradas y sencillas" (p.91). Marvin también se detiene a observar un lago, al que ve como un "un espejo verde y luminoso, enmarcado por blancas montañas de nieve", y a agrega que "las luces tenues y doradas del pueblo bordeaban la orilla y trepaban apenas sobre el pie de las montañas" (p.92).
Un concierto desde la perspectiva de un kentuki lanzado entre el público
Ishmael, desde un campamento en medio de la guerra civil en Sierra Leona, controla desde la computadora a su kentuki, que está en un concierto en otra parte del mundo. La voz narrativa describe: "una noche oscura, y bajo la noche, las manos de una multitud alzándose hacia el cielo" (p.169), y se entiende que es la perspectiva del kentuki en el recital. Él gira en el aire, cae, vuelven a lanzarlo y ve "en el horizonte, los dientes brillosos de una gran ciudad, y frente a él, por momentos, el escenario" (p.169). Se percibe también que "la música vibraba y lo envolvía", pero lo descrito más particularmente es del orden visual: "a veces solo quedaba la azulada oscuridad del cielo. A veces, en caída, primero el mar de manos y cabezas, y un segundo después una cara que nunca había visto y nunca volvería a ver, a punto de impactar contra él, esperándolo" (p.169).