"La calle Neuve-Sainte-Geneviève en especial es como un marco de bronce, el único apropiado para este relato, que no podríamos presentar para su comprensión si no fuera mediante colores oscuros e ideas graves" (“Una pensión burguesa”, p.193) (Símil)
Este símil forma parte de las abundantes imágenes utilizadas por Balzac al comienzo de la historia para dar una vívida evocación del escenario en el que se desarrolla la novela. Aquí, Balzac compara la calle que bordea la pensión con un marco en el que se encierra un cuadro triste. El símil convierte la pensión y la vida de sus habitantes en un objeto artístico, digno de ser admirado ante un público. Está claro, sin embargo, que los temas que encierra este cuadro son algo deprimentes a la vista, pero aun así merecen atención, en tanto se ofrecen como un marco que enfatiza el carácter miserable de los personajes que componen esta historia. Antes de este símil, se nos presenta al barrio como un lugar donde “las casas son oscuras y las paredes huelen a prisión”, y en el que “el hombre más despreocupado se entristece como el resto de los transeúntes” (192). El lector puede anticipar, en este punto, una historia atravesada por la tragedia y la tristeza.
"Podría comer nada más que pan, beber sólo agua y ayunar todo lo que haga falta; pero no pueden faltarme las herramientas con las que se trabaja las tierra en este lugar" (“Una pensión burguesa”, p.261) (Metáfora)
Rastignac proviene de una familia de trabajadores rurales, quienes hacen grandes sacrificios económicos para que él pueda trasladarse a la ciudad para estudiar Derecho. Sin embargo, pronto comprende que el estudio no es la única vía por la cual puede llegar a alcanzar la fortuna necesaria para ascender él y su familia económicamente. Esta cita se nos presenta cuando el joven le escribe a su madre pidiéndole dinero para comprar prendas de vestir, elementos necesarios para que pueda introducirse en las altas esferas de las élites parisinas. Rastignac llama a las prendas “herramientas”, dándoles un valor metafórico que las asemeja a esas otras herramientas con las que su familia labra la tierra. Lograr la aceptación en las élites parisinas, en este sentido, es concebido como un trabajo que requiere sus herramientas específicas.
"Tienen que comerse entre ustedes como arañas en un frasco, sabido es que no hay cincuenta mil buenos puestos" (“Presentación en sociedad”, p.281) (Metáfora y símil)
Vautrin ofrece esta metáfora mientras intenta convencer a Rastignac de que hay opciones más eficaces para alcanzar la fortuna que pasar años estudiando Derecho. Para este personaje, la cantidad de buenos puestos para personas con estudios es significativamente inferior a la cantidad de postulantes que se ofrecen a ocuparlos. La competencia es demasiado violenta y terminan por ello, tal como lo explicita la metáfora, comiéndose como arañas entre sí. Luego de intentar convencer a Rastignac de la inutilidad de sus estudios, Vautrin le propone un plan que le servirá para enriquecerse rápidamente: casarse con Victorine para volverse rico de un día para el otro con la dote ofrecida por su padre.
"Ese día Eugène se había interrogado a sí mismo muy solemnemente, y el arresto de Vautrin, mostrándole la profundidad del abismo en el que había estado a punto de caer, acababa de corroborar sus sentimientos nobles y su delicadeza" (“Engañamuertes”, p.369) (Metáfora)
La metáfora del profundo abismo intenta describir el crimen o la pérdida de la virtud como un lugar en el que uno puede caer hasta terminar en la desgracia. Rastignac reflexiona sobre el crimen que estuvo a punto de cometer, persuadido por Vautrin, al casarse por conveniencia con Victorine, luego de que el hombre mande a matar al hermano de esta. El arresto de Vautrin resulta aleccionador para el joven, quien ahora sabe a ciencia cierta cuáles son las posibles consecuencias de delinquir. A partir de entonces, la actitud respecto a su incipiente coqueteo con Victorine cambia por completo, pese a que la joven le ofrece la oportunidad de enriquecerse rápidamente.
"Ellas se vengaron con creces de mi cariño, me torturaron como verdugos. ¡Bueno!, ¡son tan tontos los padres! Las amaba tanto que volvería a ellas como un jugador al juego" (“La muerte del padre”, p.415) (Símiles)
Este pasaje lo pronuncia Goriot luego de aceptar en su lecho de muerte que a sus hijas no les interesa verlo aún a sabiendas de que agoniza. El pasaje nos presenta dos comparaciones: por un lado, Delphine y Anastasie aparecen caracterizadas como verdugos, nombre que se le da a aquellas personas encargadas de ejecutar y torturar a los condenados a muerte por la justicia. Lo terrible de esta comparación reside en el hecho de que el castigo que ellas le producen a su padre solo se justifica por el desmesurado amor que él tiene por ellas. Sin embargo, el trato injusto que Goriot recibe no le alcanza al hombre para recapacitar respecto a su rol como padre. Y aquí aparece el segundo símil: su cariño asume la forma de una adicción, como la que impulsa a los ludópatas a jugar compulsivamente.