Resumen
En diciembre, Rastignac recibe el dinero que le pidió a su madre y sus hermanas. Sabe por sus cartas que se trata de un gran sacrificio para ellas, lo que le produce cierto remordimiento. En la carta de su madre, ella afirma apoyarlo, pero también le aconseja no abandonar el camino del estudio y la dedicación para elegir otros medios menos respetables de alcanzar la fortuna: “La paciencia y la resignación deben ser las virtudes de los jóvenes que están en tu posición” (268).
Los gastos en ropa que realiza Rastignac atraen la atención de los demás pensionistas, incluido Vautrin, quien, adivinando las intenciones del joven, se ofrece a ser su mentor. Vautrin desea mudarse a Estados Unidos, donde espera adquirir esclavos y plantaciones para volverse definitivamente rico. Sin embargo, carece del dinero para realizar su empresa. Por ese motivo, le propone un plan a Rastignac: él se ofrece a ayudarlo a conseguir un matrimonio lucrativo a cambio de una parte de la dote. Su plan consiste en que Rastignac corteje a Victorine, mientras Vautrin manda a asesinar, por medio de un conocido suyo, al hermano de la doncella. Una vez muerto, el malvado padre de Victorine se quedará sin heredero y no tendrá más alternativa que volver a aceptar a Victorine en su vida. Ella se convertirá en una mujer rica y Rastignac, a su lado, también. Aunque el joven se siente disgustado por el plan, Vautrin lo alienta a que se tome un tiempo para pensarlo.
Vautrin afirma que en París, “Para enriquecerse, hay que dar buenos golpes” (281), y que ser moralmente bueno no alcanza para llegar a nada. La brutal sabiduría del hombre y sus métodos crueles pero efectivos perturban profundamente a Rastignac, quien intenta autoconvencerse de que es más virtuoso que él. Sin embargo, el modo en que aprovechó el amor desmesurado de su madre y sus hermanas para obtener el dinero que necesitaba lo hace dudar de sí mismo. En cierta forma, los consejos de Vautrin no son tan distintos a los de la señora de Beauséant; la diferencia entre ellos reside en que el hombre no tiene pelos en la lengua.
Con el paso de los días, Rastignac y Goriot se hacen “buenos amigos” (288). Por boca del anciano, Rastignac descubre que no puede visitar a sus hijas abiertamente debido al recelo que le tienen sus yernos. Sin embargo, Goriot mantiene el contacto con algunas sirvientas de sus hijas y cada tanto hace el esfuerzo de verlas en lugares públicos.
Una noche, Rastignac acompaña a la señora de Beauséant a la ópera, donde le presentan a Delphine de Nucingen por primera vez. A diferencia del primer baile, ahora viste como un hombre exitoso y se ha vuelto más astuto y encantador. Además, causa una buena primera impresión en Delphine, ya que habla bien de Goriot y se aprovecha del enfrentamiento de las hermanas al insinuar que Anastasie no es una buena hija. Finalmente, la joven lo invita a visitarla en el futuro. Al regresar a la pensión, Rastignac le dice a Goriot que está enamorado de su hija y el anciano, encantado con la idea de recuperar el vínculo con ella, anima la relación.
A pesar de que desea conquistar a Delphine, los problemas financieros de Rastignac lo empujan a sentirse tentado por el plan de Vautrin. Un día aprovecha la presencia de su amigo Bianchon para confiarle su dilema moral, sin dar nombres ni mayores precisiones. Sin embargo, Bianchon se encoge de hombros ante el problema. Él está más interesado en el hecho de que ha visto a Poiret y a la señorita Michonneau reunirse en el Jardín Botánico con un hombre sospechoso con apariencia de policía.
Tiempo después, Rastignac visita a Delphine, a quien encuentra sumamente angustiada. Él la presiona para que la joven le cuente el motivo de sus penas y Delphine le promete sincerarse a cambio de que él se dirija a una casa de juegos y apueste en la ruleta la suma de dinero que le da en un sobre. Rastignac accede y gana una importante cantidad de dinero que le devuelve a su pretendiente.
Radiante de alegría, Delphine le explica que su esposo no le da dinero para sus gastos personales, lo que la llevó a la humillación de endeudarse con un ex amante. Gracias a lo que ganó Rastignac, ahora puede pagar su deuda y sentirse libre. Delphine se muestra agradecida y tierna con Rastignac, quien se marcha confiado de que podrá convertirla en su amante. Al regresar a la pensión, Goriot se molesta porque su hija no recurrió a él para pedirle el dinero que necesitaba. La relación entre el anciano y Rastignac se afianza aún más a partir de esta conversación.
El lunes siguiente, Rastignac asiste a una fiesta, donde ejerce atracción sobre varias mujeres: “La conquista de la señora de Nucingen, que ya le atribuían, lo hacía sobresalir tanto que todos los jóvenes lo miraban con envidia” (317). Sin embargo, cuando vuelve a la pensión, Vautrin lo intercepta y le insinúa que nunca tendrá un verdadero éxito sin un flujo regular de ingresos y que, en su situación actual, no podrá sostener por mucho tiempo la vida de elegancia que aparenta en público. Rastignac le concede interiormente la razón, ya que se siente cada vez más presionado por sus deudas y por el hecho de que aún no se ha acostado con Delphine.
Cuando llega el mes de enero, Rastignac contempla seriamente aceptar el plan de Vautrin y comenzar a cortejar a Victorine.
Análisis
Cuando ya resulta evidente que Rastignac está cultivando una nueva personalidad social, Vautrin da un paso adelante como nueva figura mentora. Sus consejos y valores se presentan como una especie de parodia exagerada de lo que la vizcondesa de Beauséant ya le había anticipado al joven estudiante. Para Vautrin, cualquiera que quiera tener éxito en el mundo debe aprender a ser despiadado y egoísta o perecer a manos de quienes no temen ensuciar su conciencia: “¿Sabes cómo se abre camino uno hasta aquí? Mediante el genio o mediante la corrupción. Hay que entrar en esa masa de hombres como como una bala de cañón, o deslizarse entre ella como la peste” (280).
Sin embargo, el plan de Vautrin impacta más a Rastignac que los consejos de su prima, ya que implica un asesinato planificado, al tiempo que la supera en términos pragmáticos, en tanto le garantiza el acceso legal a una fortuna más allá del reconocimiento social que suponga el parentezco. Es curioso, sin embargo, que la propuesta de este hombre también gire en torno al hecho de ganarse el afecto de una mujer. Para Vautrin, al ser Rastignac un joven que carece de recursos financieros, tanto su buena apariencia y como su encanto son en realidad sus mejores activos
Con el avance de la novela los lectores nos enteraremos de los antecedentes criminales de Vautrin. Sin embargo, las similitudes entre sus valores y acciones y los de la aristocracia parisina -muchos de los cuales nos llegan a través de la mirada de de Beauséant- nos permiten pensar que no hay una división tajante entre la decadencia moral de los sectores pobres y los ricos de París. Antes que ello, la diferencia entre una y otra clase social, así como las consecuencias diferenciales que ambos sectores deben pagar por sus actos, parecen depender de los privilegios de provenir o no de un sector socialmente acomodado. La desigualdad económica, de esta manera, se revela también como una desigualdad jurídica y social.
La reacción de Rastignac al plan que le propone Vautrin pone de manifiesto la centralidad que el tema de “La virtud y el vicio” tiene en la novela, en tanto lleva al joven a debatirse seriamente entre sus principios morales y sus ambiciones sociales y económicas. A Rastignac le disgusta la idea de involucrarse en la muerte de un hombre inocente tanto como engañar a la inocente Victorine y sostener una relación con ella en paralelo a Delphine. Sin embargo, sus ambiciones económicas presentan un contrapeso del cual no le resulta fácil desentenderse.
Frente a la resistencia del joven, la paciencia de Vautrin revela una astuta comprensión de la naturaleza humana: él es consciente de que, a medida que Rastignac se adentre en el mundo de la alta sociedad parisina, irá adquiriendo deudas y anhelando cada vez más dinero. Para Vautrin llegará al punto en que la situación de Rastignac lo lleve irremediablemente a aceptar el plan que le propone. Sus expectativas, en efecto, terminan siendo acertadas, ya que Rastignac se acostumbra rápidamente a la ropa bonita, el entretenimiento lujoso y a los juegos de azar y, en lugar de encontrar sosiego en el reconocimiento social que empieza a obtener, comienza a desear más y más sin descanso.
La relación de Rastignac con Delphine presenta un patrón similar en tanto lleva al joven a debatirse entre dos modos opuestos de entregarse al vínculo. Si bien en un principio su actitud frente al cortejo de la joven es en esencia pragmática, rápidamente comienza a sentir un deseo genuino hacia ella. Este sentimiento se mezcla con su deseo general de riqueza y poder, lo que hace que la combinación le resulte extremadamente difícil de resistir.
Por su parte, Goriot apoya de todo corazón la relación entre el joven estudiante y su hija casada. Esto trae a colación la centralidad que tiene el tema de “La infidelidad” en la novela. Goriot es sorprendentemente liberal respecto al vínculo extramatrimonial y cree que el señor de Restaud no merece a su hija. Además, está tan desesperado por revivir el vínculo con ella que encuentra en Rastignac una forma de acercarse nuevamente, y no solo le brinda su amistad sino que posteriormente será él quien estimule económicamente la relación entre los jóvenes.
Por este motivo, Goriot y Rastignac acaban unidos por el mutuo amor que le profesan a Delphine, y Rastignac comienza a encarnar el papel de hijo sustituto del anciano. Pese a ello, el narrador deja entrever importantes diferencias respecto al modo en que ambos conciben y juzgan a Delphine: “Eugène no podía disimular que el amor del padre, limpio de cualquier interés personal, superaba al suyo por su duración y su persistencia. El ídolo era siempre bello y puro para el padre, y su duración crecía tanto con el pasado como con el porvenir” (373). Resulta evidente, con este pasaje, que Rastignac posee una visión más objetiva respecto a los defectos y actitudes egoístas que tiene su amada. El amor de Goriot, por el contrario, raya la idolatría, y lo vuelve ciego al desinterés y la manipulación constantes que le devuelve Delphine a cambio de su incondicional afecto.
Cabe destacar que los detalles sobre la vida personal y financiera de Delphine se nos presentan a los lectores como una imagen premonitoria de cómo podría ser el futuro de Rastignac en caso de ascender socialmente. A pesar de que parece tenerlo todo, Delphine es una mujer infelizmente casada, traicionada por su amante y presa de constantes problemas económicos. Además, debido a su necesidad de mantener las apariencias, pasa tanto tiempo preocupada por el dinero como el propio Rastignac.