Resumen
Tablilla I
La historia comienza con un preámbulo que introduce al personaje principal, Gilgamesh, rey de Uruk, y su historia. Gilgamesh es hijo de Ninsunna, diosa de las vacas. Ella le otorgó a su hijo su carácter semidivino. Gilgamesh es dos tercios dios, un tercio humano. Su padre es Lugalbanda, quien fuera rey en tiempos pasados.
Gilgamesh fue quien construyó la gran ciudad de Uruk a lo largo del río Éufrates y la rodeó de muros hermosamente decorados, convirtiéndola en una fortaleza. También construyó un templo para Ishtar, la diosa del amor, la fertilidad y la guerra, y para Anu, padre de Ishtar y rey de todos los dioses.
El preámbulo narra que Gilgamesh fue aquel que abrió las montañas para pasar entre ellas; aquel que viajó al inframundo, donde conoció a Utnapishtim, único sobreviviente del diluvio que casi acaba con el mundo.
Tras este preámbulo, comienza la narración de la historia. Lo primero que se cuenta es que Gilgamesh, pese a todas las virtudes que describe el preámbulo, es un rey tirano, que tiene poca consideración por su pueblo. Los hace trabajar hasta que mueren; toma sus posesiones como si le pertenecieran a él; tiene relaciones sexuales con las novias en las noches de bodas, antes de que ellas estén con sus maridos.
Sin embargo, nadie se puede enfrentar a él, dado su gran poder. Entonces los ancianos de Uruk se quejan y les piden ayuda a los dioses. Estos escuchan los reclamos y le ordenan a Aruru, la diosa de la creación, que cree a alguien lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a Gilgamesh. Aruru toma un poco de arcilla, la humedece con su saliva y crea a otro hombre, llamado Enkidu.
Enkidu vive en la estepa, lejos del mundo civilizado. Vive con los animales, como si fuera uno más de ellos.
Un día, un trampero ve a Enkidu en un abrevadero al que suele ir su ganado. Su apariencia le parece aterradora: es enorme y está cubierto de pelo. El trampero sospecha que Enkidu es quien ha estado desarmando las trampas que usa para cazar animales. Regresa a su hogar y le dice a su padre que ha visto a un hombre aterrador. El padre del trampero le aconseja a su hijo que vaya a Uruk y le pida a Gilgamesh que le ceda una prostituta del templo de Ishtar. La utilizarán para domar a Enkidu. El trampero obedece. Va a Uruk y regresa con Shamhat, la prostituta. Esperan durante tres días, en el abrevadero, la aparición de Enkidu.
Cuando Enkidu aparece, el trampero le dice a Shamhat que se acueste sobre una manta y le muestre su cuerpo desnudo. Enkidu queda prendado por ella. Tienen relaciones sexuales durante seis días y siete noches. Entonces, Enkidu, satisfecho, intenta regresar con los animales, pero estos ya no lo consideran uno de ellos y huyen de su presencia.
Enkidu descubre que se ha vuelto más débil y ya no puede correr con los animales como lo hacía antes. Su mente está despierta. Preocupado por esta nueva conciencia sobre sí mismo, le pide ayuda a Shamhat. Ella le cuenta sobre la vida en Uruk y sobre Gilgamesh. A medida que Enkidu escucha la historia del rey de Uruk, siente cada vez más la necesidad de tener un compañero que sea como él. Finalmente decide ir a conocerlo.
Mientras tanto, Gilgamesh tiene dos sueños que lo inquietan. En el primer sueño, un meteorito aterriza en las afueras de Uruk. Gilgamesh se siente atraído por la roca. La acaricia como si fuera su esposa. La levanta y la lleva a los pies de su madre, quien trata a la roca como lo trata a él, con el mismo amor. En el segundo sueño, Gilgamesh encuentra un hacha tirada en la calle. También se siente atraído por ella como le sucedió con la roca. Y sucede lo mismo cuando se la lleva a su madre.
Gilgamesh le cuenta estos sueños a Ninsunna. Ella los interpreta y le dice que pronto conocerá a un hombre que se convertirá en su mejor amigo y compañero.
Tablilla II
Shamhat se quita uno de sus vestidos y con él lo viste a Enkidu. Es la primera vez que Enkidu utiliza ropa. Luego, comienzan su viaje hacia Uruk.
En el camino, se detienen en un campamento. Los pastores que están allí se asombran de la fuerza y el tamaño de Enkidu. Le sirven platos de comida y cerveza. Enkidu no reconoce los platos de comida como alimento ni la cerveza como bebida. Hasta ahora, solo había comido hierba y había bebido leche de animales salvajes. Shamhat lo anima a comer y beber. Enkidu obedece. Bebe siete jarras de cerveza y comienza a cantar y bailar. Después se baña, se unge con aceite y se viste con ropas finas. Shamhat le afeita el pelo de su cuerpo. Enkidu, luego, se ofrece a cuidar a los pastores y sus rebaños de los lobos y los leones que suelen acecharlos.
Un día, llega un extraño al campamento con una fuente muy decorada que llama la atención de Enkidu. El hombre le dice que está yendo a una boda en Uruk. Le cuenta, además, que Gilgamesh se acostará con la novia antes de que ella se acueste con su marido. Enkidu encuentra esto inaceptable y decide ir inmediatamente a Uruk para desafiar a Gilgamesh. Está seguro de que puede vencerlo.
Cuando llega a Uruk, la gente se asombra al ver a un hombre tan fuerte y poderoso como el mismo Gilgamesh. Lo aclaman como si fuera su salvador.
Enkidu se para en el umbral de la alcoba de la novia para bloquear el camino de Gilgamesh. Cuando este llega, comienzan a luchar. Gilgamesh, finalmente, sale victorioso de la contienda. Enkidu reconoce su derrota y afirma que Gilgamesh es el rey legítimo de Uruk. Ninsunna le dice a Gilgamesh que Enkidu no tiene familia y le asegura que le será leal. Ambos hombres olvidan su ira, se abrazan y se besan.
Análisis
En el preámbulo, el yo lírico, por un lado, resume en tiempo pasado la epopeya que el lector está por empezar a recorrer, adelantando los hechos más importantes, como si quisiera asegurarse que cuenta con su atención. Da la justificación, además, de por qué va a narrar la historia de Gilgamesh: “Haré que el mundo conozca/ a quien penetró en el abismo/ a quien conoció los mares/ comprendió todo/ a quien escruto por sus cuatro confines/ la Tierra entera” (p. 43).
Por otro lado, el yo lírico sugiere que aquello que está por contar, aquellas aventuras del pasado, fueron escritas por el mismo Gilgamesh al regresar de las mismas, y que este, en tiempo presente, está sacando de un cofre la tablilla en donde las escribió. Convierte al mismo Gilgamesh en uno de los lectores que está por leer su propia epopeya: “Abre/ la puerta de los secretos./ Saca una tablilla/ de lapislázuli. Lee./ Son las pruebas/ que sufrió él, Gilgamesh” (p. 45).
La explicación a esta convivencia entre pasado y presente puede encontrarse en las motivaciones que existen detrás de la escritura del poema. La narración en pasado es fundamental ya que, efectivamente, el poema intenta dar cuenta de hechos históricos que le sucedieron a Gilgamesh, quien reinó en el siglo XXVIII a.C. en Uruk, y así expandir su fama, lograr que “todo el mundo” lo conozca. Desde nuestra óptica actual, estos hechos históricos se perciben atravesados por la ficción (Gilgamesh abre las montañas, es hijo de una diosa, mata a un gigante), pero es importante destacar que, probablemente, esto no era así en la antigüedad. El Poema de Gilgamesh es la obra literaria fundamental de la mitología mesopotámica y, según los eruditos en la materia, el pueblo de Medio Oriente no consideraba la narración como una ficción, sino como un relato histórico basado en hechos reales. Incluso, la Lista Real Sumeria, prisma de arcilla que data del 1817 a.C., que es una lista de reyes de la antigua Mesopotamia y un documento histórico no ficcional, incluye el nombre de Gilgamesh y afirma que este era hijo de una diosa. Es decir, lo que hoy se percibe claramente como ficción, no era percibido de ese modo en su época.
Ahora bien, el preámbulo no se ancla en el pasado, sino que también incluye al presente. ¿Con qué fin sitúa a Gilgamesh dentro de la historia, dispuesto a leer aquello que él mismo escribió y vivió? La historia de Gilgamesh, sus distintos aprendizajes (su dolor al comprender la existencia de la muerte, su aprendizaje acerca de la importancia de la vida y el amor, su tiranía que se convirtió en sabiduría), son presentados como valores eternos y universales, que no solo importan como hechos históricos del pasado, sino que también en el presente deben ser tomados y aprehendidos como lecciones de vida. En definitiva, el preámbulo intenta presentar el Poema de Gilgamesh como una historia atemporal, que narra hechos del pasado y a la vez contiene valores morales eternos, que trascienden esos hechos específicos.
Yendo al relato propiamente dicho del preámbulo, hay un punto fundamental sobre el que debemos detenernos, ya que es muy útil para seguir comprendiendo la estrecha relación entre historia y ficción que atraviesa toda la epopeya: la construcción de las murallas de Uruk. Según el preámbulo, fue Gilgamesh quien realizó esta tarea magnánima. Lo interesante es que las investigaciones arqueológicas coinciden con esta afirmación. Lo más probable es que dicha muralla haya sido construida durante el reinado de Gilgamesh. Este ejemplo sirve para destacar que el Poema de Gilgamesh se encuentra constantemente entre la ficción y ciertos hechos históricos que, desde nuestra actualidad, pueden ser incluso comprobados por la ciencia.
En relación a lo que nos es narrado acerca de los orígenes de Gilgamesh, es interesante hacer una revisión acerca del rol de sus padres. Su madre, Ninsunna, como hemos visto, es considerada una diosa mitológica tanto dentro de la epopeya como en la Lista Real Sumeria. Su personaje es fundamental en el poema. Es el personaje que insta a Gilgamesh a forjar su amistad con Enkidu. Sobre el padre de Gilgamesh, Lugalbanda, por el contrario, se dice muy poco. Algunas versiones del poema afirman que fue un sacerdote, mientras que otras lo describen solamente como un tonto. Así como Gilgamesh, Lugalbanda también fue una figura histórica, real. Precede a su hijo en la Lista Real Sumeria. Según los eruditos, lo más probable es que Lugalbanda haya sido su abuelo, y no su padre, teniendo en cuenta la duración de los reinados registrados allí. Al igual que lo que sucedió con Gilgamesh, Lugalbanda fue adorado por su gente como un dios tras su muerte.
Es interesante la aparente contradicción entre el preámbulo, que hace grandes alabanzas a Gilgamesh, y el comienzo de la narración de la historia, en donde lo primero que se afirma es que Gilgamesh era un rey tirano, y se dan detalles acerca de las distintas formas en las que oprime a su pueblo. Esto, en realidad, no es una contradicción, sino que es una estrategia narrativa para que el lector acompañe a Gilgamesh en su transformación. Ya el lector sabe, desde el preámbulo, que Gilgamesh fue el rey más grande y sabio de la historia. Ahora, al conocer sus crueldades, comienza a recorrer el camino de aprendizaje del héroe.
Para que ese aprendizaje comience se necesita la aparición del otro héroe, Enkidu. Este, al principio, es el antagonista de Gilgamesh, aunque rápidamente se convierte en su gran amigo y compañero de aventuras. Aruru, diosa mesopotámica de la creación, precisamente, crea a Enkidu como un doble de Gilgamesh, aunque con una gran diferencia: Enkidu es un salvaje. Mientras que Gilgamesh (pese a su tiranía) es el representante de la civilización, Enkidu nace como el representante de la barbarie. Vive en la estepa junto a los animales y su apariencia es aterradora.
Sin embargo, Enkidu es, a diferencia de Uruk, un ser indefenso y bondadoso. Esa indefensión se nota en la facilidad con la que Shamhat, la prostituta, lo civiliza para llevarlo a Uruk. Su bondad natural, por su parte, se nota en la indignación que siente al conocer lo que Gilgamesh le hace a su pueblo.
Estos dos dobles opuestos son, en realidad, las dos caras de una misma moneda. Incluso, cuando Enkidu es afeitado y vestido con prolijidad su fealdad desaparece, y el pueblo lo ve idéntico a Gilgamesh, tan bello como él. A lo largo del poema, Enkidu y Gilgamesh se complementarán naturalmente tomando siempre del otro lo que les falta. Enkidu se volverá civilizado y valiente de la mano de Gilgamesh. Gilgamesh, por su parte, se volverá bondadoso gracias a Enkidu. Civilización y barbarie se unirán en un equilibrio exacto.
En relación a Shamhat, es importante destacar que el hecho de ser una prostituta no le otorga un carácter negativo a su personaje. Todo lo contrario, su papel es sagrado. Es reverenciada por Gilgamesh por sus actos antes de ir a la batalla contra Humbaba. Esto se debe a que, dentro de la cultura mesopotámica, la prostitución era considerada como un complemento fundamental de la civilización. Se consideraba que las artes sexuales eran las que convertían al hombre salvaje en un ser sofisticado. Esto se ve claramente en la obra: Enkidu toma conciencia de sí mismo y desea ir hacia la civilización tras tener relaciones sexuales con Shamhat durante seis días y siete noches. Incluso, los animales huyen de él cuando Enkidu intenta regresar junto a ellos. Ya no lo reconocen como un animal más.
Según muchos críticos, existe un paralelismo entre la historia de Enkidu y la de Esaú e Ismael, en el Antiguo Testamento de la Biblia. Esaú, por su parte, es el hijo de Isaac, que nace todo cubierto de pelo, mientras que Ismael, hijo de Abraham, es, por su rebeldía e indomabilidad, comparado con un potro salvaje. Otra parte de la crítica conecta la historia de Enkidu con la de Adán y Eva, quienes, tras pecar, deben abandonar el paraíso y se vuelven mortales. Enkidu, tras tener relaciones con Shamhat, abandona la estepa y pronto encontrará la muerte.
Acerca del preámbulo, hay un gran debate entre los eruditos en relación a si fue escrito por Sîn-lēqi-unninni o si es anónimo, como el resto del poema. Los eruditos están de acuerdo en atribuir a Sîn-lēqi-unninni el rol de haber compilado la versión mejor conservada del poema (la versión babilónica). Ahora bien, algunos de ellos afirman que es probable que, además de haber hecho la compilación, haya agregado el preámbulo. Otros contrarrestan esta versión afirmando que se han encontrado fragmentos del poema que preceden históricamente a Sîn-lēqi-unninni. Lo cierto es que estos fragmentos no contienen el prólogo. Por lo tanto, el debate sigue abierto a lo que arrojen nuevas investigaciones históricas y/o arqueológicas.
La Tablilla II, precisamente, en la versión de Sîn-lēqi-unninni, es una de las que está peor conservadas. Falta una gran parte de ella, por lo que los compiladores posteriores y traductores modernos han debido (y deben aún hoy) completarla utilizando fragmentos tomados de otras versiones previas.
En esta segunda tablilla asistimos fundamentalmente al proceso de civilización de Enkidu, llevado a cabo por Shamhat. Tras el primer acto civilizatorio (tener relaciones sexuales), Shamhat viste a Enkidu y lo insta a comer platos elaborados por humanos (hasta entonces Enkidu comía hierba, como los animales) y a beber cerveza. Precisamente, luego de beber y comer, Enkidu baila y canta, lo que demuestra la humanización inmediata que se produce en él tras tener este primer contacto con elementos propios de las personas civilizadas.
Que estos eventos sucedan en un campamento de pastores también es relevante. Este campamento es el primer espacio habitado por otros hombres que encuentra Enkidu en su camino a Uruk. Puede considerarse un híbrido entre la barbarie de la estepa y la civilización de la ciudad. Allí, Enkidu cruza definitivamente el umbral entre lo animal y lo humano cuando decide defender a los pastores de los ataques de los lobos y los leones. Se vuelve totalmente humano.
Esta humanización repentina también le otorga a Enkidu valores humanos. Enkidu no solo deja de ser un animal, sino que se convierte en un humano con una moral alta y noble. Se indigna al enterarse de lo que hará Gilgamesh en la boda que se celebrará esa noche, aun sin tener conocimiento previo de las costumbres de las personas civilizadas, sin saber qué implica una boda. Decide, entonces, detenerlo.
Aunque Gilgamesh derrota a Enkidu en la lucha, y este, incluso, lo reconoce como legítimo rey de Uruk, la lucha lo modifica internamente. Advierte que Enkidu no es un rival, sino un digno compañero. Deja de lado su soberbia y despotismo característicos, y abraza y besa con bondad a Enkidu. He aquí un paralelismo: así como Shamhat domesticó a Enkidu a través del acto sexual; Enkidu domestica a Gilgamesh a través del combate. Desde la cosmovisión mesopotámica de la época, la unión física, ya sea sexual o violenta, es el punto de partida para la civilización de las personas.
Ahora que Gilgamesh y Enkidu se han unido como hombres civilizados, amigos y compañeros, pueden comenzar su lucha contra la barbarie más salvaje, es decir, pueden salir en busca de Humbaba, el gigante.