El doctor Stockmann, médico oficial del balneario de su ciudad, descubre que las aguas están infectadas y que constituyen un peligro para la salud de la población. La base de la contaminación reside en los desechos de los valles en los que comienza la construcción del sistema de aguas.
El doctor Stockmann comunica su descubrimiento a Hovstad, director del periódico El Mensajero del Pueblo. Este le asegura al doctor la publicación del informe, ya que ve además allí una oportunidad para demostrar la ineficacia de las autoridades y producir un cambio en el gobierno. Le asegura al doctor que contará con el apoyo de toda la opinión pública. El doctor Stockmann, en principio, no considera necesaria la confrontación: a él solo le interesa que se haga público su descubrimiento para hacer llegar la verdad a los ciudadanos, realizando un bien para su pueblo natal.
El alcalde de la ciudad y hermano del doctor, Pedro Stockmann, le pide a su hermano que no haga público su supuesto descubrimiento. Le explica que las reformas que él propone costarían una fortuna y además requerirían que el balneario se cerrara por dos años, arruinando el turismo y la economía de la ciudad. Al doctor le parece más importante alertar sobre el peligro de las aguas contaminadas. El alcalde se lo prohíbe y lo amenaza con echarlo de su puesto como médico del balneario, que él mismo le ha conseguido.
El doctor se dirige a la redacción de El Mensajero del Pueblo y coincide con los periodistas en la necesidad de reformar no solo el balneario sino también la burocracia que contamina la sociedad. Cuando se retira, llega el alcalde a la redacción. Este les dice que el supuesto descubrimiento del doctor tendría como consecuencia el sacrificio económico de toda la población. Los hombres del periódico cambian por completo su visión sobre el asunto y deciden no publicar el informe. Cuando hablan nuevamente con el doctor Stockmann le aseguran que la opinión pública no estará de su lado y que nadie publicará ese informe que atenta contra el bien común. El doctor Stockmann decide dar una conferencia para proclamar su verdad.
Cuando el doctor está por dar su conferencia, el alcalde logra hablar antes que él y advertir a los ciudadanos sobre el atentado que el doctor Stockmann planea contra la sociedad, convenciendo a los presentes de que se prohíba al doctor hablar sobre el tema de los balnearios. Los ciudadanos gritan insultos hacia el doctor Stockmann, quien acaba dando un discurso sobre las bases podridas de la sociedad y del problema de la opinión pública, diciendo que la mayoría de las personas suele estar estupidizada, y que la razón suele tenerla una minoría con intelectualidad desarrollada; los librepensadores. La comunidad acaba denominándolo “enemigo del pueblo” y apedrean su casa. Él y su hija son despedidos de su trabajo.
En el acto final, aparece el suegro del doctor, uno de los propietarios de los valles que contaminan las aguas. Amenaza al doctor Stockmann comunicándole que compró todas las acciones del balneario, y que si él no se retracta de sus dichos, su familia quedará sin herencia. Aparecen también los del periódico, enterados de lo que hizo el suegro de Stockmann, y le proponen ayudarlo a recomponer su imagen pública a cambio de dinero. El doctor rechaza a todos y luego le dice a su familia que no abandonarán el pueblo, sino que se quedarán librando batalla hasta terminar con los enemigos de los hombres libres.