Camposanto (imagen visual)
“[…] este está bonito. Puro zacatito y árboles, yo creo que por eso aquí la gente cuando entierra a alguien ni llora. Me gusta jugar aquí. Que nos dejaran pescar en el arroyito que pasa por aquí, hay muchos pescados”.
El narrador de “Es que duele” compara el camposanto de México con aquel que atraviesa ahora para ir a la escuela. Aclara que este cementerio sí es “bonito”, como si en el anterior se sintiera demasiado la muerte y aquí todo pareciera un juego. Parece un lugar natural, fresco y digno del descanso que los muertos merecen.
Don Laíto haciendo pan (imagen visual)
“Don Laíto se quitaba la camisa. Se veía bien pellejoso. Empezaba a sudar al amasar la harina. Era cuando se metía las manos en los sobacos y luego seguía amasando la masa cuando me daba más asco. Era verdad lo que decían. Él me miraba a ver si me daba asco y me decía que así lo hacían todos los panaderos. Eso sí, yo nunca volví a comer pan de dulce del que hacía él, aunque a veces tenía un montón grandísimo sobre la mesa”.
En esta escena apreciamos una de las primeras cosas que el protagonista de “La mano en la bolsa” comprueba con respecto a la pareja con la que está viviendo. La gente siempre decía rumores sobre ellos, y podrían haber sido una mentira. Sin embargo, no solo es cierto este nivel de suciedad y falta de respeto a los demás, sino que hasta son ladrones y asesinos, como se podrá conocer en el resto del relato.
El muerto (imagen visual y táctil)
“Llevé un susto pero susto porque al recargarme sobre la cama sentí como una víbora, pero en realidad era un brazo del mojadito. Yo creía que estaría borracho porque no despertó. Salté para atrás y salí del cuarto. Los dos viejos se soltaron riendo. Lugo noté que parte de la camisa la traía llena de sangre. Nomás me acuerdo de los dientes de oro y de los podridos de don Laíto”.
En esta cita podemos observar el momento en que don Laíto y doña Bone se burlan del protagonista, dejando al anciano muerto en su cama, para que lo descubra al irse a dormir. El nivel de morbo y perversión que manejan los lleva a reírse a carcajadas cuando notan su cara de terror. Después de ello, lo obligan a cavar una tumba para enterrar al hombre que asesinaron.
La insolación (imagen visual)
“A las cuatro se enfermó el más chico. […]. Empezó a vomitar y se quedó sentado, luego se acostó. Corrieron todos a verlo atemorizados. Parecía como que se había desmayado y cuando le abrieron los párpados tenía los ojos volteados al revés. […..] Parecía que se le venían calambres por todo el cuerpecito. Lo llevó entonces cargado él solo y se empezó a decir otra vez que por qué”.
En el relato que da nombre al libro encontramos esta cruel situación. El protagonista no puede entender el nivel de injusticia que tiene que atravesar. Todos sus parientes han enfermado en algún momento debido a la insolación. Incluso, sus tíos han llegado a morir. Su padre estaba todavía mal y ahora presentaba signos su hermanito. Todo esto ocurre debido a las condiciones inhumanas en que los obligan a trabajar.