Agamenón

Agamenón Resumen y Análisis de Líneas 1331-1677

Cuando Casandra entra al palacio, el Coro se despide de ella y se pregunta si la profecía se hará realidad: esto es, que Clitemnestra matará a Casandra y a Agamenón en venganza porque él sacrificó a su hija Ifigenia diez años antes, en el comienzo de la Guerra de Troya. Los ancianos se preguntan si un hombre tan grandioso como Agamenón, que ha sobrevivido a los peligros en Troya, está destinado a ser asesinado por su propia esposa. Se pregunta: “Mas, si ahora ha de pagar la sangre derramada antes, y sacrificando a los muertos, provocar el castigo de otros muertos, ¿qué hombre, al oír esto, podría jactarse de haber nacido con venturoso destino?” Líneas 1338-1342. Efectivamente, el padre de Agamenón, Atreo, contaminó de pecado la casa cuando cocinó a los hijos de Tiestes en el horno y secretamente se los sirvió. Los dioses están enojados con Atreo por tan malvado acto y ahora su hijo Agamenón también lo sufrirá. En ese momento se siente la voz de Agamenón gritando de dolor y diciendo que ha sido apuñalado; el Coro se alarma. Los hombres discuten sobre qué hacer y acuerdan que lo primero es entrar al palacio y ver lo que ha pasado.

Una vez dentro del palacio, el Coro ve una escena horrenda. Agamenón y Casandra están caídos en el suelo muertos y Clitemnestra está parada delante de ellos, explicando que ella primero maniató a su esposo tirándole una pesada red alrededor de su cuerpo para que no pudiera pelear y luego lo apuñaló tres veces. La sangre salpicó todo el cuerpo y manos de Clitmnestra pero ella dice que se siente “alegre” de sentirse ensangrentada. Le dice al Coro que debe alegrarse por la muerte de Agamenón, puesto que “éste ha llenado de tal manera en el palacio la crátera de crímenes malditos”. La mujer actúa de manera muy diferente a cómo lo hizo antes, cuando su esposo recién había llegado a Argos, invitándolo a caminar por la alfombra roja y a recibir los honores de su pueblo. Su adulación ahora cambió a odio. En lugar de alabarlo por haber sido un héroe que saqueó Troya, ahora Clitemnestra dice que es un hombre maligno, principalmente porque mató a su hija mayor, Ifigenia para que Artemisa enviara vientos y así los barcos griegos pudieran navegar hacia Troya.

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El Coro de Ancianos no está contento con el asesinato de su rey y están indignados con el hecho de que Clitemnestra haya matado a su esposo. La Reina de Argos no les muestra ninguna simpatía: . “Me probáis como si fuera una mujer irreflexiva. Pero yo os hablo, bien lo sabéis, con un corazón valiente, y me es igual si queréis elogiarme o condenarme. Este es Agamenón, mi esposo, cadáver por obra de esta mano derecha, trabajo de justo artífice. Eso es todo” Líneas 1401-1406. Le dice al Coro que la tratan como si fuera una “mujer” aunque en los hechos ella es una mujer. Clitemnestra ha matado al rey y le hace saber de manera muy clara al Coro que fue “el trabajo de su mano diestra” la que lo apuñaló. Parece querer demostrar algo puesto que le da importancia al hecho de hacerle entender al Coro que ella es la asesina. El Coro está disgustado, preguntándose que es lo que la ha hecho llegar a ese estado de maldad. Insisten en que ahora nadie cuidará por ella, porque ella será una exiliada que deberá “soportar el odio de los ciudadanos y las maldiciones del pueblo”.

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Clitemnestra no se siente humillada por las palabras del Coro y se defiende, recordándole a esos hombres que no hicieron absolutamente nada para ayudar a su hija Ifigenia cuando Agamenón la sacrificó a la diosa Artemisa. Desafía a los ancianos, diciéndoles que intenten detenerla: “Mas yo te digo que puedes lanzar estas amenazas con la convicción de que estoy preparada del mismo modo: si me vences con tu mano, gobernarás; pero si la divinidad decide lo contrario, aprenderás, aunque sea tarde, a ser prudente” Líneas 1422-1425. Insiste en que los dioses apoyarán sus acciones contra su esposo y contra Casandra, expresando que ellos la protegerán si los ancianos deciden tomar el poder para gobernar Argos en su lugar. Mostrando poco respeto, les dice “quédense en su lugar”. Está claro ahora que Clitemnestra tiene planeado gobernar Argos, sustituyendo a su esposo. No siente ninguna culpa por lo hecho sino que siente regocijo y expresa que su esposo mereció la muerte por haber asesinado a su hija en Aulide antes de que comenzara la Guerra de Troya. Ahora se defiende en lugar de permitir que los ancianos hablen a sus espaldas.

El Coro de Ancianos le contesta a la Reina que está llena de arrogancia y que está gobernada por las emociones en lugar de los pensamientos racionales, “a causa de una acción sangrienta la mente delira, una mancha de sangre brilla en tus ojos”, pero también predice que sus muertes un día serán vengadas. Los hombres repiten la profecía hecha por Casandra, de que Clitemnestra será asesinada por lo que ha hecho. Una vez más, la mujer está resentida, expresando que será protegida por su amigo Egisto quien ha sido su amante en ausencia de Agamenón. Esto es lo contrario a lo que dijo antes, cuando volvió su esposo y ella insistió en que le había sido fiel. El hecho de que Agamenón yazca muerto junto a su amante Casandra, es una revancha aún mayor, porque ella sigue viva y además tiene su amante. En lugar de ser una mujer dócil y obediente, Clitemnestra cada vez más se parece a Agamenón. Ha matado, ha dado órdenes al Coro, ha sido audaz al tener un amante y planea gobernar la ciudad de Argos. El Coro se lamenta por lo malvada que fue Helena al causar el inicio de la Guerra de Troya y llevar a la muerte a tantos hombres valientes. Ahora el Coro culpa nuevamente a la mujer por haber matado a Agamenón. Si ese acto lo hubiera cometido un hombre, quizás no habría sido tan malo.

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Clitemnestra se enfrenta nuevamente con el Coro por haber culpado a Helena por la Guerra de Troya. Defiende a Helena, que en los hechos es su hermana. Insiste que las muertes de tantos hombres griegos no fueron culpa de Helena y que lo que los ancianos están haciendo es buscar un chivo expiatorio. El Coro la compara con un buitre y muestra su disgusto por el hecho de que ella esté tan orgullosa con la terrible matanza que ha llevado a cabo. Apelan al consuelo de Zeus y de pronto sienten una profunda tristeza por lo mucho que amaron al Rey Agamenón, asesinado por su propia mujer. Agregan que Zeus controla todo lo que hacen los humanos, incluyendo este acto de muerte. Clitemnestra -en cierto modo- está de acuerdo con esto, diciendo que no fue ella quine lo hizo, que fue Zeus quien de hecho asesinó a Agamenón. “Aseguras que esto es obra mía: no consideres que soy la esposa de Agamenón. Tomando la forma de la mujer di este muerto, el antiguo, amargo Alastor di Atreo, cruel anfitrión, lo ofreció en pago, sacrificando un adulto en venganza por unos niños” Líneas 1497-1504. Según ella, el Rey de Argos sufrió a causa de sus pecados por asesinar a Ifigenia, pero también porque su padre, Atreo, asesinó a los hijos de Tiestes hace mucho tiempo. Los vengadores de Atreo aún están en la casa y son ellos los que han llevado a cabo este asesinato bajo la dirección de Zeus. Clitemnestra justifica sus actos sentenciando que es un acto de justicia.

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El Coro continúa gritando y lamentando la muerte de Agamenón, y Clitemnestra tan sólo dice otra vez que él recibió lo que se merecía: “con su muerte a filo de espada ha pagado todo cuanto hizo [a Ifigenia]”. Los ancianos se preguntan que pasará ahora con Argos y que pasará con el cuerpo de Agamenón. Están totalmente confundidos y no saben qué hacer. Su líder ha caído y, sin nadie que guíe sus acciones, estos ancianos están perdidos. Clitemnestra dice entonces que no se preocupen porque ella y su amante, Egisto, tienen el deber enterrar a Agamenón porque fueron quienes lo mataron. Se regodea pensando que cuando Agamenón vaya al infierno, verá a Ifigenia. También declara que no hay nada de lo que preocuparse, que con ella ha terminado la maldición de Atreo. “Si puedo quitar del palacio la locura de recíprocas matanzas”. Según ella, no habrá más sufrimiento en Argos, contrariamente a lo que la profetisa Casandra predijo. Casandra dijo que el hijo de Clitemnestra la matará para vengar la muerte de su padre. Sin embargo, Clitemnestra está completamente segura que nada le pasará.

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Egisto entra al palacio y alaba a los dioses por permitirle matar a Agamenón. Revela que para él también fue una venganza, porque Tiestes era su padre. Los que fueron cocinados vivos por Atreo, el padre de Agamenón, fueron sus hermanos mayores. Relata con horrendos detalles el banquete en que Atreo le sirvió a Tiestes a dos de sus hijos (Egisto era el tercero y el menor) y que como resultado de esto Tiestes maldijo a la familia de Atreo. Egisto no siente culpa por lo ocurrido. “Por todo esto podéis ver a ese hombre caído; y yo soy en justicia el que ha urdido esta muerte. Decimotercero de los hijos me desterró, cuando era todavía niño en pañales, con mi desventurado padre; después que fui criado, la justicia me ha vuelto a la patria, y sin franquear la puerta he alcanzado a este hombre, anudando toda la trama del plan fatal. Así bello sería para mí morir, ahora que he visto a ése en las redes de la Justicia” Líneas 1603-1611. Egisto tuvo diferentes razones para matar a Agamenón. También reclama el gobierno de la ciudad porque Atreo desterró a Tiestes de Argos por temor a que intentará recuperar el trono. Egisto admite que ayudó en el plan para matar al Rey. Sin embargo, tanto Egisto como Clitemnestra insisten en que sus acciones están apoyadas por los dioses y que por lo tanto están libres de castigos.

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El Coro culpa a Egisto por todo lo que ha pasado, sentenciando que él ha hecho que Clitemnestra cometa el acto de asesinato; que él no tuvo honor porque sino debería haberlo hecho él. “¿Tú, mujer, aguardando en casa a los hombres, venidos de la guerra, has deshonrado el lecho del esposo y has tramado esta muerte para el caudillo del ejército?” Líneas 1625-1627. El Coro ya no dirige su enojo hacia Clitemnestra sino que lo centra en Egisto, comparándolo con una mujer cobarde. Egisto amenaza con castigar al Coro, expresando que “una vez dominado te mostrarás más manso”. El Coro insiste que Egisto no puede gobernar Argos porque no es un hombre digno, por no tener siquiera el coraje de matar a Agamenón por sí mismo y hacer que una mujer lo matara por él. El Coro no muestra respeto por Egisto, quien contesta que Clitemnestra estaba en mejor posición para matar a Agamenón porque ella es una mujer y las mujeres son mejores para engañar de lo que son los hombres. Egisto advierte al Coro que se detenga o sino sufrirá de manera terrible por su desobediencia.

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Desafiante, el Coro expresa que su esperanza es que Orestes, el hijo de Agamenón, retorne a Argos y los salve, burlándose nuevamente de Egisto por haber hecho que una mujer cometiera asesinato por él. “¿Por qué en tu alma cobarde no mataste tú solo a este hombre, sino que una mujer, baldón para este país y los dioses locales, le mató? ¿Acaso Orestes ve la luz para que, regresando con un destino favorable, llegue a ser el victorioso matador de ambos?” Líneas 1642-1648. Orestes es la única esperanza para detener a los dos asesinos. El Coro no cree que los dioses apoyen lo que Egisto y Clitemnestra hicieron. En lugar de percibir que Agamenón merecía la muerte, piensa que los dioses castigarán a Clitemnestra y a Egisto. Egisto desafía al Coro nuevamente y ellos se enojan mucho y quieren pelear con espadas contra él. Egisto está preparado para la batalla, pero Clitemnestra interrumpe, insistiendo que no habrá más luchas. Insta a que no haya más muertes o derrames de sangre y le pide a Egisto que entre al palacio real con ella.

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Aunque al principio está renuente, Egisto finalmente acepta. Cuando se está yendo, discute con el Coro e intenta comenzar una pelea. Una vez más Clitemnestra permanece en calma, instando a Egisto a seguirla y diciendo: “No te preocupes de esos vanos ladridos; tú y yo, señores de este palacio, restableceremos todo el orden”, Líneas 1673-1676. Aunque después de la muerte de Agamenón, Clitemnestra estaba dominada por la furia, ahora está en calma, incluso aconsejando al hombre sobre lo que debe hacer. Quien ahora se maneja por sus emociones es Egisto y lo mismo ocurre con el Coro de ancianos. En este momento, Clitemnestra es la única persona que permanece racional, mientras todos en su entorno se comportan de manera emocional. Con palabras finales, Clitemnestra persuade a su amante Egisto de que debe entrar al palacio y que el Coro debe permanecer afuera, de pie. La Reina de Argos agrega que si produjese desorden en la ciudad, ellos dos al menos asegurarán que las cosas estén en orden dentro del palacio, donde el Coro de Ancianos no puede cuestionar su autoridad. Satisfechos con lo que hicieron, los dos asesinos desaparecen en el interior del palacio y no se los vuelve a ver.

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