Resumen
Capítulo 12
En Ciudad de México, Catalina se siente sola y empieza a necesitar a Andrés, quien no aparece todos los días. Se siente inútil, aburrida, como sonámbula, dedica los días enteros a mantener la casa limpia y a sí misma bien vestida, para la llegada de su marido. Cuando él finalmente llega, siempre discuten. Entonces Andrés decide que ella vuelva a adquirir tareas y la presenta en la Unión Nacional de Padres de Familia, quienes precisan gente para una campaña anticomunista. Catalina sabe que lo del anticomunismo interesa a Andrés solo en tanto molesta a Cordera, líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Y a ella le cae bien Cordera.
En la Unión Nacional Catalina pasa la tarde con unas mujeres que preparan bolsitas con golosinas y rosarios para los presos, sin hablar entre sí. La líder es esposa de un empresario millonario. Las colaboradoras parecen esposas de los empleados de este. Catalina se une a la tarea de las bolsitas mientras oye a la líder discutir con otra acerca de la conveniencia o no de tener a la esposa de Ascencio en la Unión. Catalina siente un gran alivio cuando Juan, el chofer, la pasa a buscar.
Catalina le pide a Juan que la lleve a la Alameda, donde lee el diario. Le vuelve el deseo, perdido durante esos meses, de estar al tanto de lo que sucede. Catalina también le pide a Juan que le enseñe a manejar. Él lo hace, aunque con miedo de que el general se entere y lo mate. Desde ese momento, Catalina pide a Andrés que le preste a Juan más seguido. Andrés accede y pregunta a Catalina si lo de la Unión servirá de algo. Ella responde que no, además de que las mujeres que están allí son insoportables, Catalina no tiene nada contra los comunistas. Andrés se divierte y acuerda con ella. Le dice que el encierro terminó y volverá a llevarla con él a todos lados. Le informa que tiene que reunirse con Rodolfo, y que ella mientras puede pasear unas horas y comprarse lo que quiera.
Capítulo 13
Catalina toma un helado en la puerta de la tienda Sanborns. Luego entra al Palacio de Bellas Artes. Escucha música y la sigue, hasta llegar al escenario donde ensaya una orquesta. Se sienta en una butaca y admira al director de orquesta, sus movimientos, su forma de hablar. De pronto él la ve e interrumpe el ensayo para preguntarle qué hace allí. Catalina dice que es periodista y cuando la orquesta retoma el ensayo, ella se escapa. Al salir del teatro, llora sin saber por qué.
Más tarde Catalina comenta a Andrés que escuchó el ensayo de la sinfónica, y este le dice que entonces debe haber visto a Carlos Vives, el director, a quien conoce por ser hijo de un famoso general. Andrés se refiere a él como a un necio por no hacer carrera política o militar y dedicarse a la música. El matrimonio luego va a cenar a un restaurant y aparece Carlos Vives. Andrés los presenta y los hombres hablan del pasado. Catalina bebe con intensidad.
Capítulo 14
Andrés quiere pasar todo el día con Catalina y llevarla a todos lados. Esto, que dos días antes a ella le hubiera gustado, ahora le molesta, puesto que está enamorada de Carlos Vives como nunca lo estuvo de Andrés. No solo mantienen un amorío, sino que además Catalina piensa todo el tiempo en estar con él.
Un día que Andrés tiene que ir al Palacio, Catalina dice que irá de compras, pero entra al Bellas Artes. Ve de lejos a Carlos en el ensayo de la orquesta. Luego él la invita a tomar un helado. Se hace tarde y Juan, al encontrarla, le advierte que el general estará furioso por la demora. Catalina y Carlos están por decirle a Juan que se vaya, pero se trenzan en una discusión (Catalina comenta cómo le gusta Sanborns, y Carlos le dice que le pida a su general que se lo compre); finalmente Catalina, obligada por Juan, se sube al auto y se va. Ya en la casa, Catalina cuenta a Andrés que vio el ensayo de Vives y que discutió con él por lo de Sanborns, por lo que no lo invitó a cenar.
Al día siguiente Basilio Suárez cena en la casa de los Ascencio. Catalina lo desprecia. Basilio sólo quiere ganar dinero y por eso se asocia a Andrés para derribar a Cordera. En medio de la cena aparece Vives, que había sido invitado por Andrés a modo de sorpresa. Luego, frente a los presentes, Andrés firma la compra de Sanborns como regalo a Catalina. Vives comenta que ya nunca beberá café en ese lugar, ahora comprado con dinero que quién sabe de dónde salió. Andrés se defiende, ofendido pero mostrando una susceptibilidad y respeto que sorprende a Catalina.
Capítulo 15
La orquesta sinfónica dirigida por Carlos Vives ofrece un concierto, y Catalina, Andrés, Rodolfo y Chofi lo ven desde el palco presidencial del teatro. Andrés se aburre, y Catalina debe tolerar a Chofi envuelta en piel de zorro, en el entreacto, elogiando a Vives, al igual que todas las esposas de los ministros de Rodolfo.
El aplauso final es fervoroso. Andrés asegura a Rodolfo que deberían tener a Vives como candidato, debido a las virtudes políticas de alguien capaz de suscitar tanto fervor en las personas. Catalina tiene un ataque de nervios por el enamoramiento secreto que siente.
Más tarde en una fiesta en Los Pinos, todos saludan a Vives con admiración. Luego Carlos, Catalina y Cordera salen al jardín y hablan apartados del resto. Carlos pregunta a Cordera sobre la voluntad de Ascencio y de Rodolfo de destituirlo de la cámara de diputados y lo incita luego a hacer frente a ese par de corruptos. Después, Carlos y Catalina se van al departamento del músico. Al tiempo, Catalina despierta en la cama con él. Juan, el chofer, los busca y le informa a la narradora que Andrés sigue en Los Pinos y se niega a partir sin ella.
De vuelta en Los Pinos, Catalina y Carlos encuentran a Andrés bastante alcoholizado, dialogando aún con Poncho Peña. Andrés insiste en continuar la fiesta en la casa.
Capítulo 16
Andrés, Catalina, Peña y Carlos llegan a la casa. Pronto llega también Toña Pelegrino, célebre cantante mexicana, llamada por Andrés. Ella canta varios temas acompañada por Vives en el piano. Catalina canta también, incitada por Toña, a pesar de las protestas de Andrés, que le pide que se calle. Luego Andrés se queda dormido, y Catalina canta “Arráncame la vida” sobre el hombro de Vives.
Horas después aparece Checo, recién despierto. Toña y Vives se van. Este acuerda con Catalina para verse la noche siguiente. Por la mañana, Andrés exige a Catalina que le cuente qué conversaron Cordera y Vives en su presencia, pero ella responde con evasivas. Luego se imagina dejando al general y yéndose con Carlos.
Análisis
Apenas Rodolfo gana la presidencia, Catalina y Andrés se mudan a Ciudad de México. Catalina queda lejos de las amigas con quienes compartía sus tardes en Puebla y pasa los días sintiéndose sola, aburrida, angustiada, extrañando incluso a su marido, quien no aparece por allí todos los días. No tiene ninguna tarea a la que abocarse y se dedica entonces a mantener la casa impecable, a vestirse y maquillarse a la perfección, esperando la visita de Andrés que dé sentido a una vida que el resto del tiempo se mantiene como en suspenso. El capítulo que inicia esta sección presenta el retrato de una figura social típica, la de la mujer-esposa de clase media o alta a mediados del siglo pasado, delegada al universo doméstico. Encerrada en su casa, sin trabajo ni intereses a los que abocarse, sin más tareas que mantenerse a sí misma y a la casa en buen estado para la apreciación de su marido, Catalina se hunde en un aburrimiento paranoico y depresivo durante meses:
Establecí un orden enfermo, era como si siempre estuviera a punto de abrirse el telón. En la casa ni una pizca de polvo, ni un cuadro medio chueco, ni un cenicero en la mesa indebida, ni un zapato en el vestidor fuera de su horma y su funda. Todos los días me enchinaba las pestañas y les ponía rímel, estrenaba vestidos, hacía ejercicio, esperando que él llegara de repente y le diera a todo su razón de ser.
(p. 149).
El cuadro da cuenta de la desigualdad producida por los roles de géneros instalados en la sociedad. Mientras el hombre es quien se realiza en su profesión, vive el mundo por fuera de su casa, la individualidad y realización de la mujer no se tiene en cuenta, sino que esta es condenada a vivir para su marido. Tal como lo dice Catalina en este fragmento, todas las actividades de ella en ese período cobran sentido únicamente con la aparición de Andrés.
El carácter inconformista e inquieto de Catalina le permite salir, sin embargo, de ese estado. La “vuelta a la vida” de la protagonista (su voluntad de aprender a manejar, su interés por las noticias) se combina en los capítulos siguientes con una serie de elementos que darán giro a la trama y serán desencadenantes de posteriores conflictos. Particularmente, el mayor cambio en la narrativa lo produce la aparición de Carlos Vives, personaje que protagonizará junto a Catalina la principal historia de amor de la novela. La protagonista, atrapada en un matrimonio con un político-militar cuya conducta criminal ella padece, se ve de pronto fascinada por un universo completamente distinto: “Qué extravagante quehacer tenían esos hombres, que distinto a todos lo que yo había visto de cerca” (p.164), dice la narradora sobre los músicos que ensayan en el escenario.
La profesión artística de Vives parece ser la característica que arrojará a Catalina a sus brazos. Desde el momento mismo en que lo ve dirigir la orquesta, al interior de la protagonista comienza a tejerse aquello que se convertirá en el foco de sus pensamientos para siempre. Sentencia más tarde Catalina: “Me volví infiel mucho antes de tocar a Carlos Vives. No tenía lugar para nada que no fuera él. Nunca quise así a Andrés, nunca pasé las horas tratando de recordar el exacto tamaño de sus manos ni deseando con todo el cuerpo siquiera verlo aparecer” (pp. 171-172). La protagonista que se casó siendo adolescente con un hombre al que ni siquiera eligió, ahora se ve envuelta en un verdadero enamoramiento. La sensación de renovada vitalidad y esperanza se entremezclan con la inquietud propia de la inconveniencia de la situación. Si Catalina hasta el momento no había tomado ninguna decisión para su vida ni sabía qué quería de esta, la aparición de Carlos se le presenta con toda la claridad propia del deseo.
Me daba vergüenza estar así por un hombre, ser tan infeliz y volverme dichosa sin que dependiera para nada de mí”, admite, y luego continúa, describiendo lo que puede leerse como un clara sensación de enamoramiento: “Nunca hice con tanta libertad todo lo que quise hacer como en esos días, y nunca sentí con tanta fuerza que todo lo que hacía era inútil, tonto y no deseado. Porque de todo lo que tuve y quise lo único que hubiera querido era a Carlos Vives a media tarde. (pp.171-172).
Si ser infiel a un hombre como Andrés constituye ya de por sí una situación inquietante y peligrosa, el hecho de que el hombre con el cual Catalina mantiene la aventura sea afín al punto contrario del arco político agrava el cuadro e intensifica el dramatismo de esta historia de amor. Carlos Vives no es sólo amigo de Cordera, líder de la CTM en Ciudad de México, sino que colabora con él y ambos comparten las mismas ideas acerca del poder tiránico y déspota de Andrés, Rodolfo Campos y todo ese arco político. Por su parte Andrés insiste en varias ocasiones en que Carlos debería dedicarse a la política, y cuando lo hace se refiere por supuesto a adentrarse en su propio cuadro. Al mismo tiempo, está al tanto de la cercanía de Vives con Cordera -a quien él y Rodolfo intentan derribar de su liderazgo en la CTM- y pregunta a su esposa por el contenido de las conversaciones entre estos hombres.
La relación entre Catalina y Vives ofrece entonces varios ingredientes para el desarrollo y complicación de la trama. No solo constituye la principal historia de amor y pasión en la novela, sino que además instala una complicada triangulación en lo que respecta a los movimientos de la esfera política representada en la obra. Al sostener su relación con Vives, Catalina traiciona a su marido en lo que respecta al contrato de fidelidad, pero también, y más importante, en el hecho de vincularse con los enemigos políticos de Andrés. Podría pensarse, a su vez, que Andrés “permite” la relación extramatrimonial de su esposa (supuestamente secreta, pero es difícil creer que un hombre tan poderoso y estratégico no sepa lo que está ocurriendo) porque le conviene estratégicamente, en tanto puede observar de cerca los movimientos del cuadro enemigo. Todas estas vertientes no hacen más que reforzar el entrelazamiento entre los planos íntimo y político que pone en juego la novela desde su comienzo.