“Mientras la noche caía, los aullidos de caza a derecha, a izquierda y en la retaguardia se hicieron más cercanos, tan cercanos que más de una vez provocaron que cundiera el pánico entre los agotados perros, sumiéndolos en efímeros ataques de terror”.
Mientras Henry y Bill conducen un ataúd con un hombre fallecido sobre la nieve, los lobos de las Tierras Vírgenes, solitarias y heladas, emiten constantes aullidos de caza a su alrededor. Estos dos hombres llevan el ataúd en un trineo, tirado por cinco perros. En el Ártico, que es donde están, la luz del día dura apenas unas seis horas, por lo que la mayor parte del tiempo es de noche y las posibilidades de ser atacados por los lobos son muchas cuando no hay sol, a menos que los hombres mantengan un fuego prendido durante toda la noche.
“Colmillo Blanco se convirtió en una criatura odiada por hombres y perros. Durante aquel período de su desarrollo no conoció un momento de tranquilidad. Los dientes de cada perro, la mano de cada hombre estaba contra él. Era recibido con gruñidos por los de su especie y por maldiciones y piedras por sus dioses. Vivía en tensión”.
En esta cita nos encontramos con el estado de Colmillo Blanco cuando ya ha sido entrenado por Smith para pelear contra otros perros. Se ha vuelto tan feroz que tanto los de su especie como los humanos le temen y le tienen bronca. El protagonista se encuentra acosado por un constante nerviosismo, pues él mismo teme las represalias de aquellos a los que ha atacado o dañado de algún modo. No se encuentra, ya, en su estado natural, que es en realidad calmo y afable.
“Por primera vez, Colmillo Blanco no realizó un ataque inmediato. Se quedó quieto, con las orejas erguidas, atentas y curiosas, mientras estudiaba al extraño animal que se enfrentaba a él. Jamás había visto un perro semejante”.
Esta escena resulta muy importante en la novela, dado que es la ocasión en que Smith enfrenta a Colmillo Blanco con un perro mucho más fuerte que él. Se trata de un bulldog llamado Cherokee que acaba lastimándolo tanto que casi lo mata.
“Weedon Scott escuchó. A través de la puerta llegaba, leve, un angustiado gemido, como un sollozo oculto por la respiración que se hubiera hecho audible. Luego, cuando Colmillo Blanco se aseguró de que su dios estaba todavía dentro y que no había emprendido aún su largo y solitario viaje, produjo una prolongada aspiración de nariz”.
En esta cita podemos apreciar el cambio que está experimentando Colmillo Blanco, luego de haber sido rescatado por Weedon Scott, quien lo compró a Guapo Smith para librarlo de aquellas horribles peleas en las que obligaba al perro lobo a participar con el único fin de obtener dinero. Colmillo Blanco ansía un hogar y le ha tomado cariño a Scott, por lo que ansía su cuidado y cercanía.
“Los otros cachorros se acercaron a él tambaleándose, a pesar del gran disgusto de Collie. Colmillo Blanco, muy serio, les permitió que treparan y retozaran encima de él. Al principio, entre los aplausos de los dioses, le traicionaron un poco su antigua timidez y torpeza. Pero aquellos apuros se desvanecieron cuando las cucamonas y las travesuras de los cachorros continuaron y, tumbado con los ojos entornados y la actitud paciente, se adormiló al sol”.
Este fragmento corresponde exactamente al final de la novela. Es, después de todo, un final feliz. Colmillo Blanco por fin puede descansar con su nueva vida familiar. Su compañera, Collie, ha dado a luz a seis cachorros, y él ya se encuentra libre de luchar con otros perros o de ser maltratado por los hombres. Al cuidado de Scott, puede por fin disfrutar de su vida.