Resumen
Capítulo 1: Comentario a lo pasado
Andrés Hurtado regresa a Madrid, que está convulsionado por la noticia de la inminente guerra con Estados Unidos por Cuba y Filipinas. En la calle hay alboroto, manifestaciones, música patriótica. Andrés no entiende bien de qué se trata, ya que no ha seguido las noticias de las guerras coloniales durante su estadía en Alcolea. Sin embargo, el clima de los preparativos bélicos le hace sentir emociones intensas. En ese contexto, se emplea, como sustituto de un médico que tiene licencia por tres meses. Un día encuentra a su tío, el doctor Iturrioz, en la calle y este le augura la derrota española, a pesar del optimismo que se lee en los periódicos. Los acontecimientos le terminan dando la razón. Tras la derrota, Andrés se indigna con la indiferencia general de la gente, antes tan entusiasmada.
Visita a Iturrioz y conversan sobre la vida en Alcolea. El joven le cuenta que le ha ido bien como médico, pero no en lo personal. Le habla sobre los pobladores y le dice que se trata de una sociedad en la que las riquezas no están repartidas de forma equitativa, que hay conformismo en la miseria y falta de conciencia social: no comprende por qué no se rebelan. Su tío le dice que el egoísmo es sinónimo de progreso, que hay personas que llevan el espíritu de la riqueza y otros, el de la pobreza; y le explica sus ideas de manera alegórica con la forma de organización de las abejas.
Capítulo 2: Los amigos
Cuando llega el otoño, Andrés ya no tiene empleo. Pasa las mañanas en la Biblioteca Nacional y pasea el resto del día. Su padre ha hablado con amigos influyentes para ver si consigue algún empleo para su hijo.
Una noche, Andrés se encuentra con Montaner por la calle. Hace años que no lo ve. Este le cuenta que se ha recibido hace un año, después de que los padres de su novia la casaran con otro, y que no encuentra empleo. Por él, Andrés se entera de que Aracil está casado, tiene una clínica que ha puesto con dinero de su suegro, está empleado en el ferrocarril, atiende en unos conventos, es accionista en una sociedad de medicina, botica y entierro llamada La Esperanza, y tiene participación en una funeraria. Durante un tiempo, Montaner ha estado de ayudante en la clínica de Aracil, desempeñándose como albañil, carpintero y niñero, hasta que lo han puesto a atender pacientes pobres, pero luego lo han despedido. Aracil se asociará ahora con un médico apellidado Nebot. Montaner cree que tiene intenciones de prostituir a su esposa con Nebot, dado que Aracil tiene una amante vieja y rica, y se ha casado por dinero. Montaner dice que buscará un empleo cualquiera allí en Madrid; no se irá de la ciudad ni siquiera para trabajar como médico en un pueblo. Andrés le pregunta por los otros compañeros de la universidad: a ninguno le ha ido bien con la medicina.
A los pocos días, Andrés encuentra a Julio Aracil. Este le dice que, seguramente, Montaner le ha hablado mal de él. Además, le cuenta que está enojado con la familia de Concha, su esposa, porque sugieren que su esposa lo engaña con su socio. Él sostiene que eso es ridículo y que él le da libertad a su esposa. Además, le cuenta que tiene muchos gastos porque en su casa necesitan dinero para trajes, joyas, salidas, el coche. Andrés se despide de él pensando que no tiene nada que envidiarle.
Capítulo 3: Fermín Ibarra
Unos días después, Andrés encuentra a Fermín Ibarra, el inventor, que ahora ya no necesita bastón y luce alto y fuerte. Fermín se queja de la situación española, ya que no hay medios ni talleres ni laboratorios para trabajar en sus inventos. Quiere irse a Bélgica para vender unas patentes. Unos meses después le escribe a Andrés desde ese país y le cuenta que es jefe de un taller y que sus empresas están progresando.
Capítulo 4: Encuentro con Lulú
Un amigo del padre de Andrés, empleado en la Gobernación, cita al joven médico y le dice que lo único que puede ofrecerle es un puesto de médico de higiene. Andrés acepta. Al salir, se encuentra casualmente con Lulú y quedan en verse al día siguiente en un café.
Andrés asiste a la reunión. En el café están Lulú, su madre y un hombre joven. Lulú y Andrés hablan mucho entre ellos y el joven que los acompaña se retira del lugar. Leonarda parece molesta. Lulú le cuenta a Andrés que, al terminar sus estudios, Julio ha dejado de visitar a Niní. Como Lulú sabía que frecuentaba a una muchacha adinerada, habló con él y lo convenció de que hablara con Prudencio y le informara que ya no visitaría a Niní. Prudencio, entonces, pidió la mano de Niní y, además, le puso una tienda de costura a Lulú.
Capítulo 5: Médico de higiene
Andrés comienza a trabajar como médico de higiene y se da cuenta rápidamente de que ese trabajo no le gusta. Debe atender prostitutas y determinar si están sanas para trabajar. Las desprecia, por la indiferencia de ellas ante el tipo de vida que tienen, pero también desprecia a los dueños de las casas de lenocinio, entre los que se hallan incluso curas, y a los clientes, casi siempre ricos. Piensa que si la sociedad realmente comprendiera todo aquello, intentaría una revolución social. Sin embargo, esto no sería posible porque ve cómo se dan dos evoluciones paralelas: una burguesía cada vez más fuerte y un pueblo pobre cada vez más vulnerable.
Capítulo 6: La tienda de confecciones
Un mes después de haberla visto en el café, Andrés visita a Lulú en su tienda. Queda sorprendido al ver lo grande que es y lo bien organizada que está. Ella le cuenta que ha estado charlando con Julio y que este le ha contado que, en el pasado, Andrés la ha llamado "orangután". Andrés no lo desmiente.
Dos días después, vuelve a visitarla y comienza también a frecuentarla los sábados en el café. Allí se entera de que el joven que ha estado la otra vez en el café es un boticario que pretende a Lulú. En un momento, charlando con él, Andrés le dice al boticario que Lulú no le parece una mujer para contraer matrimonio, dado que no es sensual y es demasiado cerebral. Luego, al notar que Lulú no trata bien a este hombre, Andrés le dice que no debe ser odiosa con alguien que está enamorado de ella. A ella la fastidia ese hombre.
Capítulo 7: De los focos de la peste
Un día, en la tienda, Andrés conversa con Lulú sobre los disgustos que sufre en su trabajo y le cuenta varias historias. Una de ellas, por ejemplo, es sobre la situación penosa de unas mujeres en un burdel. Le ha llegado una carta de unas mujeres que firman como "Las desgraciadas", que le cuentan que están esclavizadas y que sus proxenetas las maltratan y las esconden cuando llegan las autoridades o médicos. El estado protege a las celestinas y chulos, pero no a las mujeres que están en esas condiciones. Andrés sostiene que esto es consecuencia del carácter semítico que aún sigue vigente en el español: "El considerar a la mujer como una presa, la tendencia al engaño, a la mentira..." (273). Lulú le pregunta si no pueden suprimirse esos establecimientos y Andrés le dice que no, porque las autoridades dirán que es "un mal necesario" (274). Lulú le recomienda que deje ese trabajo.
Capítulo 8: La muerte de Villasús
Andrés pone como pretexto que está enfermo y abandona el empleo. Julio Aracil lo toma como médico en La Esperanza, una sociedad para la asistencia facultativa de personas pobres. Aquí no se indigna éticamente como en su anterior empleo, pero sí se cansa muchísimo, dado que tiene que caminar hacia barrios lejanos. Andrés cree comprobar en esas visitas la enseñanza de su tío Iturrioz: "La naturaleza no sólo hacía el esclavo, sino que daba el espíritu de la esclavitud" (275). En el único lugar en el que se encuentra a gusto es en la tienda de Lulú.
Un día, durante una visita en un barrio muy pobre, una mujer le pide que pase a ver a un enfermo. Al preguntar su nombre, se da cuenta de que se trata de Rafael Villasús, el dramaturgo. Ahora está ciego y se ha vuelto loco. Una semana después, al volver a pasar por allí, le cuentan que ha muerto después de tres días de vociferaciones contra sus enemigos literarios. En ese momento, están velando su cadáver. Un hombre, al ver que él es médico, le pide que reconozca el cuerpo, porque creen que está vivo y que es un caso de catalepsia. El cadáver tiene los dedos quemados: ya han estado probando si reacciona. A pesar de estar seguro del deceso, Andrés saca el estetoscopio, lo ausculta y certifica la muerte. Un amigo lanza loas al poeta muerto y llega el empleado de la funeraria a llevarse el cuerpo.
Capítulo 9: Amor, teoría y práctica
En la tienda, Andrés y Lulú conversan. Él tiene una hipótesis sobre el amor. Le dice que hay dos procedimientos: la alopatía y la homeopatía. La alopatía amorosa está basada en la neutralización, es decir, que una pareja se conforma por seres opuestos entre sí, por ejemplo, un rubio con una morena. La homeopatía amorosa sería el sistema por el que se unen los semejantes entre sí, que son los que están conformes con su propia imagen, por ejemplo, las parejas conformadas por un moreno con una morena. Además, da una definición propia sobre el amor: "Es la confluencia del instinto fetichista y del instinto sexual" (281). Esto lo vincula con el instinto de la especie que sería, según él, la voluntad de tener hijos, de tener descendencia. Lo que plantea es que el instinto reproductivo se vale del velo del amor. El amor, entonces, sería un engaño.
A Lulú comienza a visitarla en la tienda un joven militar que es su primo. Andrés cree que ella quizás piensa en su primo con otras intenciones. Esto lo pone algo nervioso y decide dejar de visitar la tienda, pero no puede, porque es el único lugar en el que está bien. Un día, en el que se siente melancólico, va hacia la tienda y le dice que está muy guapa. Ella se sorprende por la amabilidad de él. Él le toma la mano, le confiesa su amor y la besa en la boca. Ella le dice que ella ha sentido amor por él desde siempre.
Análisis
En esta parte de la novela continúan las experiencias profesionales médicas del protagonista, pero ahora en un espacio urbano: Andrés Hurtado está de nuevo en Madrid. Es el escenario propicio para el reencuentro con sus conocidos. Y esto nos muestra las modificaciones en sus vidas. Montaner ha pasado de ser un joven de buen pasar económico a un pobre médico. Julio Aracil ha conseguido lo que se proponía: tiene dinero, múltiples trabajos, continúa siendo un especulador y un hombre sin escrúpulos en el trato con las mujeres. Fermín Ibarra triunfa en Bélgica, dado que España no le ofrece posibilidades para sus inventos; reiterando así la crítica al estado y desarrollo de la ciencia nacional.
Hay un evento histórico que permite fechar el episodio y que es muy importante para España y para los escritores noventayochistas: la guerra entre España y Estados Unidos que termina con la derrota española. Se trata del conflicto bélico conocido como la guerra hispano-estadounidense. Aunque se desata en 1898, lleva años pergeñándose. Desde mediados del siglo XIX, Estados Unidos intenta, sin éxito, comprarle a España la isla cubana. El presidente estadounidense James K. Polk ofrece, en 1848, una suma importante de dinero, pero España se niega a perder su colonia porque lucra con la producción cubana de diferentes productos. Hay otros intentos, hasta que, en 1895, los independentistas cubanos, aliados con Estados Unidos, deciden iniciar una guerra para liberarse de España. La Guerra de la Independencia cubana terminaría tres años más tarde, en 1898. La guerra hispano-estadounidense es un conflicto que comienza en abril de ese año y dura tres meses y medio, y se produce en el marco de la guerra por la independencia de Cuba. Estados Unidos le declara la guerra a España tras responsabilizarla por la explosión de un acorazado estadounidense en las costas cubanas. En España se la conoce como "Desastre del 98", dado que esta derrota deja a España sin las colonias y en una crisis profunda.
En la novela se representa bien la exaltación popular patriótica previa a la guerra, así como las exageraciones e inventos escritos en los periódicos. Esas expresiones populares eufóricas que observa el personaje en la gente que lo rodea son reflejo del ambiente popular español en aquel momento.
Otro tema que surge en esta parte de la novela vuelve a ser el del determinismo, corriente que retoma Iturrioz en casi todas las conversaciones y con la que no deja de estereotipar a las personas y, de esa manera, discriminarlas. Andrés enumera los problemas de Alcolea. Su tío le plantea que el conformismo y el estancamiento que Andrés denuncia en la sociedad rural se vincula con la existencia de una división biológica entre ricos y pobres. Para él, hay personas con espíritu de rico y otras con espíritu de pobre. Para ilustrar su punto, recurre a una alegoría y a un ejemplo. La alegoría es sobre la organización de las abejas: las abejas obreros son producto de una larva con alimentación deficiente, que no llega a desarrollarse de forma completa. Como resultado, nace "una obrera, una proletaria que tiene el espíritu del trabajo y de la sumisión" (249). Tras esto, procede a hacer un paralelismo entre esas abejas y los humanos: "Así sucede entre los hombres, entre el obrero y el militar, entre el rico y el pobre" (Ibid.). El ejemplo es sobre una experiencia pasada en Cuba, cuando presencian la terrible muerte de un operario chino que es triturado por una máquina: "Los blancos que presenciábamos la escena nos quedamos consternados; en cambio, los chinos y los negros se reían. Tenían espíritu de esclavos" (Ibid.). Iturrioz, claramente, se ubica a sí mismo como un hombre con espíritu libre.
En esta parte de la novela, Andrés cambia tres veces de empleo: el primero, como sustituto por un breve periodo de tiempo; el segundo, como médico higienista; el tercero, como médico de La Esperanza. Solo al primero de estos empleos lo consigue por su cuenta. Los otros dos los consigue por contactos. Otra vez se da esta contradicción en él, que ya marcamos en la primera parte, cuando su tío lo recomienda con el profesor de Química para que apruebe la materia.
Cabe mencionar que ninguno de esos dos empleos que desempeña más tiempo le agradan, y los dos le dan motivos para realizar una crítica social. Como médico higienista, debe atender y certificar el estado de salud de las prostitutas. La novela denuncia, en voz de su protagonista y del narrador, cómo son sometidas las mujeres que ejercen la prostitución. Se menciona la trata de mujeres, la carencia total de derechos, la manera en la que son descartadas cuando ya no sirven para los fines de los proxenetas, las pésimas condiciones de vivienda, alimentación y salud en las que viven, los golpes y maltratos que reciben, la corrupción que gira en torno a ellas y la forma en la que se involucran miembros de la Iglesia en estos negociados. Por ejemplo, se puede leer el sarcasmo con el que se construye esta frase que da cuenta de la hipocresía de un cura: "Entre los dueños de las casas de lenocinio había personas decentes: un cura tenía dos, y las explotaba con una ciencia evangélica completa. ¡Qué labor más católica, más conservadora podía haber que dirigir una casa de prostitución!" (266).
Andrés también se enoja con la actitud de estas mujeres, porque considera que son imperturbables ante lo que les sucede, y les pide que al menos odien. Recuerda las palabras de su tío y aplica esa teoría determinista aquí: "Como decía Iturrioz, la naturaleza era muy sabia; hacía el esclavo, y le daba el espíritu de la esclavitud; hacía la prostituta, y le daba el espíritu de la prostitución" (266). Esta idea que sostiene que se nace determinado a ser de una manera o de otra la aplica para clasificar a la sociedad en dos grupos, según sus genes: los ricos, que cada vez son más hermosos y fuertes, convirtiéndose en una casta; los pobres, que cada vez son más débiles y se van degradando. Para él, esto es lo que hace que el pueblo no pueda rebelarse: "La casta burguesa se iba preparando para someter a la casta pobre y hacerla su esclava" (267).
En relación con su trabajo como médico de La Esperanza, una sociedad para asistencia de gente pobre, también tiene elementos para criticar. El nombre de esta sociedad suena bastante irónico, dado que no es una empresa dedicada solo a la medicina y la botica, sino que también es una funeraria. La denuncia que se plantea durante su empleo aquí tiene que ver con las condiciones en las que viven sus pacientes y cómo la ley resulta "siempre más dura con el débil" (276). Andrés cree en la posibilidad de una lucha colectiva, pero considera que no es posible aún: "Aquellos desdichados no comprendían todavía que la solidaridad del pobre podía acabar con el rico" (276). Desde su paso por Alcolea, surgen en Andrés ciertos sentimientos revolucionarios, totalmente diferentes al estado de ataraxia que suele buscar.
Mientras se desempeña para esta empresa de Aracil, se reencuentra con Rafael Villasús. Villasús perece en la locura, por lo que no es capaz de entender la realidad; y perece en la ceguera, por lo que no es capaz de ver lo que lo rodea. Cabe aclarar, en este punto, que Pío Baroja ha estado, en 1909, en el funeral de Alejandro Sawa, figura en la que se inspira el autor para la creación de Villasús. Es muy probable que lo relatado aquí sea muy parecido a lo presenciado por Baroja en el funeral del artista. Esto se afirma por las coincidencias entre la representación del funeral de Villasús en esta obra y la de representación del funeral de Max Estrella en Luces de Bohemia (1920), la obra dramática de Valle-Inclán, quien también se inspira en la figura de Sawa para dar vida a su personaje. Al parecer, los dos escritores, impactados por lo presenciado allí, inmortalizan esa escena en sus obras.
Por último, queda por repasar el encuentro con Lulú, quien ahora es una joven más independiente que antes y tiene pretendientes a los que rechaza. A ella le comparte Andrés su teoría acerca del amor. Su primera idea se trata de la forma en que dos personas se eligen para ser pareja. Para hacerlo, habría dos procedimientos de la medicina que él aplica a este gran tema de la historia de la humanidad: la alopatía y la homeopatía. La unión entre los miembros de la pareja se haría de forma alopática, si la pareja está conformada por dos personas que son diferentes entre sí, y se haría, en cambio, de forma homeopática si la pareja está conformada por seres semejantes, parecidos físicamente.
Su segunda teoría tiene que ver con la explicación de qué es el amor. Él propone que el amor es un engaño biológico con una finalidad práctica: la procreación y continuación de la especie. Las personas caen en el engaño cuando confluye el instinto fetichista con el instinto sexual. El instinto fetichista es el que se forja en la mente de los miembros de la pareja y que lleva a la idealización o el embellecimiento del otro. El instinto sexual es el de la especie: la voluntad de tener hijos, de continuarse en una descendencia. Así, postula que la principal idea de la mujer es la de tener hijos y que la naturaleza le da a ese deseo un velo: el amor. Lo irónico e inesperado de todo esto termina siendo que, tras plantear al amor de esta forma tan despojada de sentimentalismo, Andrés le declare el propio.