“Así como el comerciante prudente evita invertir todo su capital en una sola operación, así también la sabiduría quizá nos aconseje no hacer depender toda satisfacción de una única tendencia, pues su éxito jamás es seguro” (81-82). (Símil)
En esta instancia, Freud apela a un símil que compara los beneficios de una inversión económica diversificada con los de intentar acercarnos a la felicidad por diferentes medios, no apostando a una única estrategia. En uno y otro caso, el beneficio radica en la reducción de posibles daños: en el caso del comerciante, si una de sus apuestas comerciales fracasa, aún podrá beneficiarse de las otras; en el caso de nuestra relación con la felicidad, si alguno de nuestros proyectos (laborales, artísticos, amorosos, etc.) fracasa, tendremos el resto para sostener el sentido de nuestra vida.
“El hombre ha llegado a ser, por así decirlo, un dios con prótesis” (90). (Símil)
Freud apela a esta interesante comparación del hombre con un dios con prótesis para aludir al poder que supone para las personas el desarrollo técnico y científico: con él dominamos la naturaleza, tenemos gran capacidad de producción y de destrucción; nuestro poder, en definitiva, se amplifica.
“(...) la cultura domina la peligrosa inclinación agresiva del individuo debilitando a éste, desarmándolo y haciéndolo vigilar por una instancia alojada en su interior, como una guarnición militar en la ciudad conquistada” (124). (Símil)
Freud compara el proceso mediante el cual la cultura instala el super-yo en el interior de la psiquis humana, para dominar sus instintos agresivos, con la guarnición militar que un ejército deposita en una ciudad recientemente conquistada para asegurarse el control del territorio. Es interesante notar que el símil pone énfasis en el proceso de introyección de la autoridad, que se vuelve omnipresente una vez que forma parte de la propia psiquis.
“Tal como el planeta gira en torno a su astro central, además de rotar alrededor de su propio eje, así también el individuo participa en el proceso evolutivo de la humanidad, recorriendo al mismo tiempo el camino de su propia vida” (145). (Símil)
Freud compara aquí el doble movimiento que hace un planeta, que rota sobre sí mismo al mismo tiempo que se traslada alrededor de un astro, con el paso por el mundo de cada persona, que recorre su propia vida al mismo tiempo que forma parte del proceso evolutivo de la humanidad toda.
“Sólo nos queda esperar que la otra de ambas “potencias celestes”, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario” (151). (Metáfora)
Con esta poderosa frase termina El malestar en la cultura. En ella, el autor utiliza una metáfora que representa la tensión entre las pulsiones libidinales y las agresivas de una persona como una lucha celestial en la que se miden las fuerzas de dos poderosos e inmortales adversarios: Eros y Tánatos.