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¿Cuál es la relación entre el amor (eros) y la retórica en Fedro? ¿Cómo vincula formalmente el diálogo ambos temas?
Esta es quizás la más difícil de todas las preguntas relativas a Fedro. Sería un error reducir esta explicación a decir que la filosofía sirve de puente entre el eros y la retórica. El material de transición entre los tratamientos del eros y la retórica parece casi arbitrario, o al menos esto sostienen muchos críticos. Si bien en una primera parte parece que el texto versará sólo sobre el eros, a mitad de camino, este asunto se convierte, a través de la introducción del mito de la cigarra y las Musas, en un mero tópico de discursos. A partir de ahí se pasa a analizar en la segunda mitad de Fedro el hecho de componer discursos en sí, o sea, la retórica.
En medio de todo esto, se define al alma. Podríamos decir que la única relación que podemos sostener con seguridad entre el eros y la retórica es el hecho de que un alma que se acerca correctamente a ambas es un alma filosófica.
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¿Qué papel desempeñan los mitos en Fedro? ¿Cómo evolucionan las opiniones de Sócrates sobre los mitos a lo largo de la obra?
En un principio, más allá que debido a que no se conoce aún a sí mismo y, por ende, no pierde tiempo en desmentir los mitos, Sócrates se muestra escéptico ante la mitología en general. Sin embargo, con el correr del diálogo lo vemos inclusive componiendo él mismo mitos de su propia invención y sosteniendo que está dispuesto a recurrir a cualquier relato mitológico con tal de que en él se contenga cierta verdad. En la medida que la filosofía implica a veces cierto grado de locura divina (o al menos requiere algo diferente de la razón pura) hay espacio para el mito. Muchos críticos atribuyen este cambio al efecto que tiene sobre Sócrates haber atravesado los muros y estar fuera de la ciudad.
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La crítica de Sócrates al discurso de Lisias hace una distinción entre estilo y contenido (234e-235b). ¿Por qué sostiene Sócrates que a Lisias le importa más el estilo que el contenido?
Esta acusación de Sócrates se fundamenta en el hecho de que Lisias ha compuesto un discurso desordenado, que no tiene principio y que no discute las nociones básicas a partir de las cuales construirá su argumentación. Es decir, no define al alma, cosa que debería hacer sí o sí, si va a enfrentarse al asunto del eros. Sin embargo, el discurso de Lisias cautiva a quienes lo reciben, por ende, Sócrates reconoce allí mucho empeño en la forma y no en el contenido. Además, el discurso le ha sido pedido por encargo a Lisias, por lo cual Sócrates sospecha de que realmente Lisias comulgue con las ideas que componen su texto.
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¿Cree realmente Sócrates que sabe muy poco, que es como una "jarra vacía" (235d)?
Esta pregunta puede ser explorada en relación con otros numerosos diálogos platónicos. Su afirmación de ignorancia se llama justamente la ironía socrática, dado que Sócrates parece tener una gran cantidad de conocimientos valiosos si se lee con atención, pero siempre dice saber poco o no estar seguro de sus afirmaciones. Hay una humildad de su parte en los diálogos que no necesariamente es genuina, aunque tampoco es desleal, sino que ya forma parte constitutiva del estilo de los diálogos platónicos.
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¿Cuál es el razonamiento que subyace a la crítica de Sócrates a la escritura? ¿Cuál podría ser un ejemplo de escrito que Sócrates consideraría digno de un buen dialéctico? ¿Y el Fedro?
La crítica principal es que la escritura, o cualquier fijación de la palabra posible, parece pretender contener en sí misma una verdad. La verdad sólo puede abordarse mediante la dialéctica, según Sócrates, y esto sólo puede suceder en el diálogo oral. Sin embargo, reconoce que hay un tipo de texto que puede ser legítimo, y es aquel que, humildemente, reconoce que no contiene verdad, que no está preparado para enfrentar a cualquier público, sino que se escribe para ser leído en la intimidad, como un juego.
A no ser que se crea que Platón escribió los diálogos socráticos como Fedro "para divertirse", siguiendo el argumento de que jugar es el único propósito legítimo de la escritura filosófica, Fedro no podría calificarse de buena escritura, ya que estaría incursionando en cierta voluntad de dejar por escrito una verdad, en este caso sobre el eros o la escritura. Es por esto último que muchas veces se considera una paradoja el hecho de que se escriba un texto como Fedro en el que se critica la misma escritura.