En su novela Kafka en la orilla, Murakami lleva más lejos que en otras de sus obras ciertos elementos del realismo mágico. A través de los elementos propios de este tipo de literatura, el autor construye un clima misterioso que atrapa al lector. Una lluvia de sanguijuelas, gatos que hablan y cuyas almas son utilizadas para construir una extraña flauta, piedras que son puertas a otras dimensiones; todos estos elementos se insertan en una narrativa que explora una experiencia muchísimo más cercana a nuestra realidad: la búsqueda de la propia identidad y el camino que cada persona debe hacer hacia el autoconocimiento.
No hay acuerdo entre los críticos sobre una única definición de realismo mágico. Como corriente literaria, hay algunos elementos que lo definen. Por ejemplo, en este tipo de narraciones, los escritores describen en gran detalle y con un grado de realismo el mundo que crean, para luego introducir elementos mágicos, sobrenaturales o extraños que invaden esa realidad. Lo que sucede es que algo extraño e inexplicable se vuelca en la realidad y genera una reacción paradójica: si bien el lector experimenta inquietud por lo atípico de las circunstancias, pronto esa sensación es reemplazada por la aceptación de lo mágico en el reino de lo real.
Para muchos críticos, el realismo mágico manifiesta un modo particular de ver la realidad, que implica una actitud de asombro y de apertura y receptividad ante el misterio del mundo. Como una óptica desde la que se mira el mundo, el realismo mágico busca comprender la realidad más allá de lo físico, natural y racional.
Tal vez por eso, en esta novela de Murakami el realismo mágico parece encajar perfectamente con la trama y los temas centrales. Kafka en la orilla narra una búsqueda del yo y del sentido de la existencia que supera lo físico. Además, se trata de una novela que recorre el camino íntimo de sus personajes. Por ese motivo, el realismo mágico parece ser la corriente más adecuada para mostrar el camino que hace el personaje en su experiencia absolutamente individual y subjetiva de la realidad. Y es que, aquí, la experiencia individual y subjetiva trasciende el reino del pensamiento y las emociones y tiene efectos concretos en la realidad. Por ejemplo, algo de la angustia que experimenta Nakata se termina manifestando en la forma de lluvia de peces. Si bien la lluvia de peces parece ser una metáfora de la experiencia subjetiva de Nakata, también es concretamente una lluvia de peces que afecta a otros personajes en la narrativa.
Asimismo, la presencia paralela de Saeki y su fantasma adolescente expresa de manera metafórica cuán profundamente pueden marcar etapas y momentos de la vida, a tal punto de detener la maduración de un individuo. No obstante, esa metáfora de la experiencia personalísima de Saeki tiene consecuencias medibles, visibles y concretas de la que también es testigo el resto de los personajes. Es a partir del trauma de Saeki que se abre un portal que va a desajustar la realidad de todos los personajes que entren en contacto con él.
En definitiva, el realismo mágico en Murakami es una manera de explorar la experiencia subjetiva de una realidad que es insondable. Lo que parece plantear esta óptica de la realidad es que las leyes físicas y racionales que buscan explicar el mundo no alcanzan para agotar su misterio.