El viajero cree cumplir sus deseos, pero no sabe que está siendo esclavizado (ironía dramática)
“Anastasia, ciudad engañosa: si durante ocho horas al día trabajas tallando ágatas ónices crisopacios, tu afán que da forma al deseo toma del deseo su forma, y crees que gozas de toda Anastasia cuando sólo eres su esclavo.”
Como parte del apartado de ‘Las ciudades y el deseo’, Marco Polo describe la ciudad de Anastasia. Allí los viajeros sienten que pueden cumplir todos sus deseos, que estos les rodean todo el tiempo. Sin embargo, creyendo ser ellos quienes disfrutan, los extranjeros solo están siendo utilizados por la propia ciudad como si fueran esclavos a sus órdenes, para que esta luzca tal como quiere aparecer.
El viajero cree conocer la ciudad, pero ignora que nunca podrá lograrlo (ironía dramática)
“La mirada recorre las calles como páginas escritas: la ciudad dice todo lo que debes pensar, te hace repetir su discurso, y mientras crees que visitas Tamara, no haces sino retener los nombres con los cuales se define a sí misma y a todas sus partes”.
El viajero ignora que la ciudad de Tamara se esconde tras una ‘envoltura de signos’ y que en realidad nunca logrará saber qué hay detrás de la azarosa forma que toma ante sus ojos cada vez que la visita.
La ciudad de Zora es olvidada a pesar de sus grandes intentos por ser recordada (ironía situacional)
“[…] inmóvil e igual a sí misma para ser recordada mejor, Zora languideció, se deshizo y desapareció. La Tierra la ha olvidado”.
En su afán por quedar eternamente en la memoria de sus visitantes, la ciudad de Zora comenzó a repetirse a sí misma de tal modo que terminó por hacerse aburrida y predecible. Es así que obtuvo lo contrario a lo buscado: desapareció y fue olvidada para siempre.