Con el trasfondo de los dramáticos acontecimientos de la Guerra Civil en Estados Unidos (principios de la década de 1860), se describe la vida de Scarlett O'Hara.
La guerra civil estalló en 1861 entre el Norte y el Sur. Esta guerra destruyó la esclavitud en los estados sureños, la cultura del Sur, se centró en la aristocracia y destruyó las tradiciones. La guerra civil trajo la ruina al Sur y una derrota total, pero los momentos más difíciles vinieron después, cuando la gente tuvo que adaptarse a una nueva vida.
Scarlett O'Hara es una mujer egoísta, narcisista y vanidosa, que no se detiene ante nada. Scarlett es un personaje negativo, opuesto a Melanie Wilkes, quien es amable, simpática y con una gran nobleza de alma. Sin embargo, es Scarlett, con todos sus defectos, quien atrae a los lectores, porque su naturaleza compleja se mantiene a lo largo de toda la historia, al igual que una voluntad indomable y una vitalidad que muchos hombres envidiarían.
Scarlett, en ese lugar de personaje negativo que ocupa, cree a lo largo de la novela que odia a Melanie, y no se da cuenta de cómo el odio se convierte en amor hasta que es demasiado tarde, es decir, hasta justo después de la muerte de Melanie.
Scarlett es quien ha defendido la posesión de la familia: Tara. A los 18 años, sufrió los horrores de la guerra, se quedó sin madre, con un padre obsesionado por las pérdidas y unas hermanas menores indefensas. No tenía a nadie a quien pedir ayuda, nadie a quien trasladar los problemas, toda la carga que tenía que llevar ella sola. Sobrevivió, aprendió a vivir en un mundo cambiado, en el que no había esclavos, ni grandes propiedades familiares y estatales, y ayudó a su familia y parientes. En ella podemos ver no solo la transición de una época a otra, sino lo que significó para toda una generación de mujeres y de esclavos, como queda patente al final, cuando Scarlett regresa a Tara junto a quien alguna vez fue su nodriza, Mammy, la esclava, el único símbolo que todavía le recuerda cómo era la antigua vida en el Sur.
