Corazón ardiente (metáfora)
En más de una ocasión se utiliza esta expresión en el Libro III para referirse a las confesiones de Dimitri. Cuando va a ver a su hermano Alyosha, le cuenta todo lo que pasa por su corazón y, al ser tan complejo, el narrador lo califica de “ardiente”.
Al parecer, se ha enamorado de dos mujeres diferentes y ahora no sabe bien cómo hacer para abandonar a la primera que conoció e irse con la segunda. Esta parte de la historia, que parece tangencial al resto de los sucesos, es en realidad muy importante para la novela. A partir de este dilema, queda en claro que Dimitri necesita el dinero que podría llegar a heredarle su padre, quien se niega a hacerlo, provocando grandes discusiones entre ellos.
Fyodor/Bufón (símil)
“¡Reverendo padre! —exclamó con énfasis repentino—. Está usted delante de un bufón, ¡un auténtico bufón! Así me presento. ¡Ay, es una vieja costumbre! Pero, aunque mienta a veces sin venir a cuento, lo hago con la intención de divertir y de ser agradable”.
Fyodor va a ver al padre Sozima al monasterio, por pedido de Alyosha, y se encuentra esperando a que también llegue Dimitri. Como este se retrasa, Fyodor comienza a contar anécdotas con tal de pasar el tiempo y tratar de entretener a su interlocutor. Desde un primer momento, se califica a sí mismo de “bufón”, debido a esta necesidad de divertir a quienes tiene enfrente y su costumbre de quedar en ridículo al hacerlo.
Smerdiakov/burra de Balaam (símil)
“Bueno, ahora te vas a divertir, y precisamente con tu tema. Te vas a reír a base de bien. Nuestra burra de Balaam se ha puesto a hablar, ¡y cómo habla, cómo! La burra de Balaam resultó ser el lacayo Smerdiakov. Todavía joven, de unos veinticuatro años, era terriblemente insociable y taciturno. No es que fuera un salvaje o que se avergonzara de algo: no, al contrario, era de natural arrogante y parecía despreciar a todos”.
La burra de Balaam es un personaje que aparece en la Biblia y que, aparentemente, poseía una inteligencia muy particular, que solo aparecía en momentos muy específicos. Fyodor Petrovitch compara a su hijo ilegítimo con este personaje bíblico, queriendo significar que, aunque parezca idiota, tiene algunas intervenciones mordaces e irónicas que nadie podría prever.
Pensar demasiado un asunto/darle vueltas (metáfora)
“«Es una angustia que me produce náuseas, pero soy incapaz de determinar cuál es la causa. Mejor no darle más vueltas…» Iván Fiódorovich probó a «no darle más vueltas», pero eso tampoco ayudó. Lo más lamentable y, sobre todo, lo más irritante de aquella angustia era que presentaba un aspecto un tanto fortuito, y totalmente externo; eso se notaba”.
Luego de que Iván ha ido a conversar con Alyosha y le ha contado algunas cuestiones internas que nunca había hablado con nadie, se queda un poco preocupado. Se siente vulnerable, tal vez, por haberse abierto a su hermano por primera vez.
La cuestión es que utiliza la metáfora de ‘dar vueltas’ para significar que está sobrepensando demasiado el asunto, que lo está intentando rodear por todos lados y que es mejor que “no le dé más vueltas”, es decir que intente dejar de buscar una explicación a la angustia que siente en ese momento.