“Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Contra este aspecto se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Matternich y Guizzot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”.
En esta cita, comienzo del Manifiesto, los autores metaforizan al comunismo como un espectro, un fantasma. Esto da cuenta del carácter amenazador que tiene este movimiento político para los partidos dominantes del continente europeo; además, la elección del “espectro” remite también a un elemento propio de la literatura gótica, popular en el contexto de los autores. Así, frente a este terror que infunde el comunismo, todos los referentes políticos europeos se aliaron en su contra. Marx y Engels buscan dejar en claro la heterogeneidad de esta alianza, que incluye a personajes tan opuestos como Guizzot, el primer ministro francés, y Matternich, príncipe de Austria. Lo único que uniría a estos sectores es el miedo al comunismo, que amenaza con desafiar el orden establecido de la burguesía.
“Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de la lucha de clases”.
Esta frase deja ver la concepción que tienen los autores sobre el progreso y el avance histórico. Para Marx y Engels, las sucesivas formas de organización social y económica que atravesaron el continente europeo son, efectivamente, producto de la lucha de las clases en pugna. Estas clases son siempre las mismas: opresores contra oprimidos. Para los autores, este enfrentamiento es inevitable y conduce necesariamente a la transformación revolucionaria de la sociedad o al exterminio de ambas clases. En esta valoración, se exhibe una mirada determinista de la historia: según Marx y Engels, el progreso solo se da a partir del conflicto permanente. En cierto sentido, esto también es una mirada esperanzadora sobre el rol del proletariado: la clase obrera logrará imponerse sobre la burguesía si se organiza de manera colectiva.
“La burguesía desgarró los velos emotivos y sentimentales que envolvían a la familia y puso al desnudo la realidad económica de las relaciones familiares”.
En esta afirmación, los autores dejan en claro que, en el capitalismo, la familia se basa en el afán de ganancia. Según Marx y Engels, la idea de núcleo familiar como espacio de contención, apoyo y cariño quedó absolutamente demolida. En este modelo de producción, todos los sujetos valen en relación con la capacidad de generar lucro; por lo tanto, los padres explotan a sus hijos y a sus mujeres con tal de garantizar dinero. Así, en esta cita se ve que el dinero tiene la capacidad de deshumanizar los vínculos humanos y transformarlos meramente en mercancías.
“Y la burguesía no sólo forja las armas que han de darle muerte, sino que, además, pone en pie a los hombres llamados a manejarlas: estos hombres son los obreros, los proletarios”.
En esta definición, la palabra “proletario” es sinónimo de obrero, de clase trabajadora. Marx y Engels dejan en claro que la misma condición de existencia de la burguesía trae aparejada su destrucción, su propia muerte. Así, la clase dominante necesita una masa trabajadora que produzca ganancias. La paradoja es que la pésima situación del obrero y sus miserables salarios prueban que la vida de la burguesía es incompatible con la del proletariado. Por esto, la clase obrera finalmente se organizará para poner fin a esta desigualdad y acabar con el poderío de la burguesía como clase dominante y opresora.
“La existencia y el predominio de la clase burguesa tienen por condición esencial la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos, la formación e incrementación constante del capital; y éste, a su vez no puede existir sin el trabajo asalariado”.
En esta cita, los autores dejan en claro que la clase dominante del capitalismo existe a costa del trabajo asalariado. Así, la burguesía depende del proletariado para existir y, al mismo tiempo, lo necesita para aumentar su capital y sus riquezas. Marx y Engels buscan dejarle en claro al lector que no existe una burguesía bienintencionada, sino que sus propias condiciones de existencia se basan en la explotación de una gran masa de individuos que trabajan para ella.
“El trabajo asalariado presupone, inevitablemente, la concurrencia de los obreros entre sí. Los progresos de la industria (...) imponen, en vez del aislamiento de los obreros por la concurrencia, su unión revolucionaria por la organización. Y así, al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre la que produce y se apropia de lo producido”.
En esta cita, se ve la importancia que tiene la organización colectiva como forma de asegurar la revolución exitosa del proletariado. La diferencia que tiene el capitalismo en relación con otros momentos de la historia europea es el sistema fabril como forma de trabajo. Como las fábricas demandan gran cantidad de mano de obra, el proletariado trabaja en conjunto. Esto llevará, irremediablemente, al fin de la burguesía: esta organización colectiva de la clase obrera es la clave de los trabajadores para su triunfo.
“Lo que caracteriza al comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición del régimen de propiedad de la burguesía”.
Marx y Engels hacen esta distinción entre propiedad en general y propiedad de la burguesía para defenderse de las críticas recibidas. Para los autores, en el sistema capitalista, la propiedad privada consiste en los medios de producción, es decir, en los instrumentos y materiales con los que cuenta la burguesía. A su vez, esta clase existe a base de la explotación que hace del proletariado. Para el comunismo, el trabajo asalariado de la clase obrera no genera propiedad alguna para el trabajador, sino que solo genera capital para la burguesía. Este es el sistema que los autores buscan demoler: uno en el que la única propiedad que existe es la propiedad burguesa, construida a expensas del trabajo de la clase obrera.
“El poder político no es, en rigor, más que el poder organizado de una clase para la opresión de la otra”.
En esta cita, Marx y Engels dan a entender que el poder de una sociedad es, básicamente, el poder que tiene la clase dominante. Con esta afirmación, buscan que el lector logre cuestionar las estructuras de la sociedad capitalista y descubrir que ninguna situación es absolutamente natural. Por lo contrario, la organización social del capitalismo responde a los objetivos de lucro de la burguesía. Esto constituye el primer paso hacia la liberación del proletariado: descubrir que el sistema político imperante no es inocente, sino que se vincula directamente con los intereses de la clase dominante.
“El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar contra la burguesía; la revolución le lleva al Poder; más pronto como desde él, como clase gobernante, derribe por la fuerza el régimen vigente de producción, con éste hará desaparecer las condiciones que determinan el antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto, su propia soberanía como tal clase”.
En esta cita, los autores dan a entender el rumbo de la historia luego del triunfo del proletariado. Según su interpretación del progreso histórico, la clase obrera vencerá sobre la burguesía y así terminará el fenómeno de la lucha de clases. Al mismo tiempo, si la historia avanza a través del enfrentamiento de las clases sociales, esta nueva sociedad sin clases implicará también el final de la historia tal y como la entendemos.
“Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar”.
En este párrafo final, los autores apelan al terror que generan el comunismo y la idea de una revolución proletaria en las clases gobernantes europeas. Además, desean interpelar a su lector, perteneciente al proletariado. Esto se ve en las metáforas utilizadas: Marx y Engels dejan en claro que, en una sociedad capitalista, el obrero es esclavo del burgués y, como tal, carece de libertad y movimiento. Por esto, lo motivan a transformar esta situación de servidumbre asegurando que hay por delante “un mundo entero que ganar”. En esta frase se lee el optimismo que trae la esperanza de una revolución proletaria para la clase trabajadora.