La Oscuridad
La Oscuridad es la fuerza metafísica con la que Juan se conecta durante los Ceremoniales. Para la Orden, la Oscuridad es el dios que les concederá la inmortalidad, "el dios negro". Es descrita por el narrador a través de las siguientes imágenes visuales:
La Oscuridad crecía primero alrededor de Juan, como si fuera vapor desprendiéndose de su cuerpo, y de repente –a Tali siempre la tomaba por sorpresa ese momento– se alejaba en todas direcciones y se hacía enorme y líquida, lustrosa más bien. Era difícil mirarla: más oscura que la noche, compacta, tapaba los árboles, las luces de las velas y, mientras crecía, elevaba a Juan, que flotaba, suspendido en la negrura de alas (p. 106).
El sexo entre hombres
A lo largo de la novela, aparecen varias escenas de sexo entre hombres. La homosexualidad es un tema fundamental de la obra, y se describen, de manera detallada, varios encuentros sexuales entre hombres. He aquí un ejemplo: Pablo entra en la casa de Gaspar y se encuentra con la imagen de Juan y Stephen teniendo sexo. Esa imagen será para Pablo un sueño erótico recurrente a lo largo de los años:
El padre de Gaspar se sentó en el suelo y Pablo vio cómo el hombre desnudo hacía algo increíble, imposible: se sentaba sobre el pito del padre de Gaspar y empezaban a coger como en las revistas porno pero con movimiento. Lo había visto en las que escondía Gaspar en el garaje, coger así, pero no entre dos hombres: había visto cómo un hombre se la metía por el culo a una mujer y le había parecido un asco. Pero no le parecía un asco ahora. Sí le daba vergüenza lo que veía y al mismo tiempo no podía dejar de mirar: el padre de Gaspar obligaba al otro hombre a ponerse en cuatro patas sobre el piso y, muy derecho, brillante de transpiración como una estatua mojada, se ponía detrás de él y lo hacían como perros, en completo silencio salvo por el golpeteo de los cuerpos (p.178).
Los niños enjaulados
La crueldad es otro de los temas importantes de la novela. Sin dudas, el personaje de la obra más cruel es Mercedes Bradford, y su acto más inhumano es el de retener niños enjaulados en el sótano de su casa, en condiciones infrahumanas. A través de estas imágenes visuales describe el narrador lo que ve Juan al entrar a dicho sótano:
Vio criaturas con los dientes limados de forma tal que sus dentaduras parecían sierras; vio a chicos con la obvia marca de la tortura en sus piernas, sus espaldas, sus genitales; olió la podredumbre de chicos que ya debían estar muertos. ¿Dejaban los cadáveres ahí para que el olor se les volviera familiar a los demás? A Rosario la habían obligado a enterrar a los enjaulados que morían. Vio heridas supurantes, infecciones, ojos por los que caminaban los bichos de la humedad y el río (p. 127).
El Valle de los Torsos
El Otro Lugar es el espacio liminal en el que habitan aquellos que son llevados por la Oscuridad. Uno de los lugares más terroríficos de este espacio es el denominado "Valle de los Torsos". Rosario lo describe a través de las siguientes imágenes visuales:
A la derecha del Bosque de las Manos, así lo bautizamos, estaba lo que más tarde Juan marcaría en el mapa como el Valle de los Torsos. Parecían piedras erectas o lápidas; un cementerio de soldados, por su simetría. Pero eran torsos humanos. Sin los brazos, sin la cabeza, sin las piernas. Torsos con la piel manchada de un hombre mayor, torsos con senos hermosos de jovencita, torsos de niños, de varones gordos, de varones delgados, torsos de piel oscura y torsos de piel muy pálida, vientres hundidos, grandes panzas de obesos, torsos de mujeres que habían dado de mamar (pp. 354-355).