"¿Cuánto pesa un ojo en la balanza? ¿Cuánto mide un sueño entre dos párpados? ¿Cuánto pesa en tus manos un ojo cerrado, un ojo de muerto y un ojo pelado?"
El poema "Pasos y medidas del ojo" de Homero Aridjis se adentra en una reflexión profunda sobre la naturaleza del ojo y su papel en la experiencia humana. El autor utiliza preguntas retóricas para indagar sobre la esencia del ojo, desafiando la convencionalidad de su valor cuantificable. Al cuestionar el peso y la medida del ojo, Aridjis trasciende la anatomía física para explorar dimensiones metafóricas y existenciales.
Las interrogantes sobre el peso de un ojo en la balanza y la medida de un sueño entre párpados revelan la tendencia del poeta a desafiar las nociones convencionales y a explorar la relación entre la percepción y la realidad. La inclusión de "un ojo de muerto" añade una capa adicional de complejidad, sugiriendo la persistencia de la visión más allá de la vida física.
"Todos querían entrar a la clase de español: el gorrión, las piedras, el fresno y el azul del cielo.
Mi lápiz dibujaba a la maestra campesina: su vestido raído, sus zapatos deslenguados.
Yo aprendía a leer como se aprende a ser: tú, yo, padre, hermano, la sombra en la pared."
En este fragmento, Aridjis evoca su infancia y la conexión entre la naturaleza, la educación y la formación de su identidad. La clase de español se convierte en un microcosmos donde elementos naturales como el gorrión, las piedras, el fresno y el azul del cielo buscan acceso al conocimiento. El lápiz que dibuja a la maestra campesina resalta la interacción entre la creatividad humana y la realidad tangible.
El aprendizaje de la lectura se convierte en una metáfora para la adquisición del conocimiento y la construcción de la identidad. El autor no solo se apropia de la enseñanza formal, sino que también incorpora elementos cotidianos en su proceso de aprendizaje, sugiriendo que la naturaleza y la cultura convergen en la formación de la persona.
"A través de la lluvia, a través de la sombra, hay un ojo que no se cierra.
Es el ojo del amor perpetuo, es el ojo del amor errante, es el ojo del amor desvelado.
Es el ojo color oro viejo de la diosa sin altar ni forma, es tu ojo, amor mío, es tu ojo de mujer enamorada."
El poema de amor de Aridjis teje una narrativa lírica que se sumerge en la experiencia romántica y la eleva a un plano trascendental. La lluvia y la sombra sirven como metáforas de las adversidades y los misterios del amor. El "ojo que no se cierra" se erige como símbolo del amor eterno y la conexión profunda entre amantes.
El poeta despliega una riqueza de imágenes al describir el ojo como "color oro viejo de la diosa sin altar ni forma". Esta diosa sin altar sugiere una espiritualidad desligada de las convenciones religiosas, enfatizando la singularidad y la intensidad del amor. El fragmento culmina con la personalización del ojo como el de su amada, infundiendo la abstracción del amor con un carácter específico y humano.
"Yo, Pisístrato, mando
que a las mujeres encintas
y a los viejos
no se les deje desembarcar aquí,
que en esta isla,
purificada de tiempo,
sólo nazcan y mueran
las hormigas."
En este fragmento, Aridjis, a través de la voz de Pisístrato, establece un decreto que prohíbe el desembarco de mujeres encintas y viejos en la isla de Delos, dejándola exclusivamente a las hormigas. La purificación de tiempo sugiere una atemporalidad y una sacralidad que vincula a la isla con un orden divino.
La prohibición de la llegada de mujeres encintas y viejos resalta la importancia de la pureza y la continuidad en este espacio, mientras que la exclusión de los humanos destaca la centralidad de lo divino y lo natural. Este poema refleja la interconexión de lo humano y lo divino, así como la inevitable presencia de restricciones en la convivencia entre ambos.