El Inspector
Este personaje central de la trama se revela como un hombre cuyo pasado conflictivo y transformación son fundamentales para comprender su personalidad compleja. Originario del País Vasco, regresa a su pueblo natal, enfrentándose a sus raíces como hijo de un represaliado de la guerra. Ingresó en un colegio de curas para ser reeducado con valores opuestos a los de su familia, estudió Derecho y se convirtió en policía.
Poco a poco, la narrativa revela su evolución, desde un niño débil y asustadizo hasta un policía de la brigada político-social que llega a denunciar a sus propios compañeros de facultad, renegando de sus orígenes. Este cambio lo convierte en un personaje obsesionado con su trabajo y la resolución del crimen, llevando el peso de la investigación de manera casi solitaria. Físicamente, se presenta como un hombre de mediana edad, con cabello gris y un atuendo inapropiado para el clima andaluz, conservando un anorak llamativo de sus días en tierras cantábricas.
Aunque inicialmente se percibe como un policía concienzudo y solitario, se desentrañan capas más profundas de su personalidad. Su confesión al Padre Orduña revela un pasado de violencia, alcoholismo, prostitución y maltrato. La complejidad del inspector refleja la realidad en toda su amplitud, desafiando la distinción entre buenos y malos. Su conexión con Susana Grey lo lleva a reflexionar sobre lo desconocido y lo perdido en su vida, dejando que los lectores ponderen sus revelaciones.
El Padre Orduña
Este personaje representa el contraste entre dos épocas, encarnando el paso del tiempo y la transición de la era franquista a la actualidad. Durante la Guerra Civil, fue alférez provisional del bando franquista, pero su evolución lo llevó primero hacia lo religioso y luego hacia lo social. Intentó construir una "Ciudadela de Dios" y acoger a huérfanos del bando republicano o hijos de personas encarceladas.
A pesar de sus intentos, el padre Orduña no logra adaptarse a los cambios políticos y sociales de la transición. Conserva una nostalgia por su vida pasada, custodiando lo que ya no importa a nadie. Su figura persiste en otra época, marcando el contraste entre el antes y después de la transición. Aunque no logra renovar su conexión con la sociedad, su presencia enriquece la novela al resaltar la complejidad de la transición y sus efectos en los individuos.
Susana Grey
Susana es presentada como la ex esposa de un artesano intransigente en sus opciones políticas y sociales, atrapado en la amargura. A medida que su esposo antifranquista la abandona por otra mujer, Susana encuentra la libertad. En los noventa, se enamora del inspector, desafiando las barreras políticas y sociales que antes limitaban sus relaciones.
Su personaje refleja la resignación y la adaptación a la nueva realidad democrática. Aunque ha sido "maestra progresista", su vida posterior se caracteriza por una suerte de resignación e impotencia. La novela la presenta como alguien que reflexiona sobre su pasado y busca entender las elecciones de su hijo. A través de Susana, el autor explora la transformación de los ideales políticos y sociales en la España posfranquista.
El Asesino
Aunque sin nombre, el asesino se presenta como un personaje cuya vida frustrada se detalla minuciosamente. Con 23 años, trabaja como pescadero y carga con un odio hacia sus padres, a quienes culpa de cortar sus expectativas. Este individuo impotente y resentido se revela como un ser común, afectado por el fracaso sexual, social y afectivo.
A diferencia de los estereotipos de los criminales, el asesino de Plenilunio carece de una fuerza física descomunal o una pasión excesiva. Su impotencia sexual sorprende al lector, desmitificando la percepción del agresor sexual. La narrativa explora su doble personalidad, tratando amablemente a los demás en su vida cotidiana mientras oculta pensamientos oscuros y traumas. Esta complejidad añade una capa intrigante a la trama y desafía las expectativas del género.
Ferreras (el forense)
Ferreras, el forense, cumple un doble papel en la novela. Además de proporcionar datos sobre la muerte de la niña, conoce el pasado de Susana Grey y mantiene una relación cercana con el inspector. Su carácter extrovertido y charlatán contrasta con la introspección del inspector. La amistad entre ambos personajes destaca la diversidad de personalidades presentes en la trama, mientras Ferreras ayuda al inspector en la resolución del caso.
En conjunto, estos personajes tejen una narrativa rica y compleja que explora no solo la investigación del crimen sino también las complejidades de las relaciones personales, los cambios políticos y sociales, y las transformaciones individuales en la España posfranquista.
Fátima y Paula
Las víctimas del pederasta son dos niñas inocentes mencionadas solo por sus nombres. Representan la tragedia central de la novela, siendo objeto del oscuro crimen que el inspector está decidido a resolver.
