Soneto CLXVI (“Mientras por competir con tu cabello”)

Soneto CLXVI (“Mientras por competir con tu cabello”) Resumen y Análisis Soneto CLXVI ("Mientras por competir con tu cabello")

Resumen

La voz poética del soneto se dirige hacia una mujer a la que le aconseja que, mientras sea joven y bella, disfrute ese momento, dado que, irremediablemente, envejecerá y morirá.

En este soneto, se comparan, en las dos primeras estrofas, los rasgos bellos y joviales de la mujer, con diferentes objetos naturales: su cabellera con el oro bruñido por el sol; su frente, por su blancura, con el lilio; sus labios, con el clavel; su cuello, con el cristal luciente. La voz poética llega a la conclusión de que en cada una de esas comparaciones triunfa la belleza de la amada.

La exhorta entonces, en la tercera estrofa, a que goce con su belleza mientras esta dure. En la cuarta estrofa, le advierte que luego envejecerá, su apariencia se deteriorará y, finalmente, su cuerpo quedará reducido a polvo y su existencia a la nada.

Análisis

Luis de Góngora y Argote (1561-1627) es uno de los grandes exponentes literarios del Barroco, periodo que se enmarca dentro del Siglo de Oro español. Góngora escribe en una época en la que, a pesar de la existencia de la imprenta, aún la poesía suele circular de forma manuscrita. Desde el año 1619 y hasta 1628, un año después del deceso de Góngora, Antonio Chacón y Ponce de León trabaja en la confección de una obra monumental: recopila las obras de Góngora en un códice manuscrito con la guía del propio autor. Así, logra un texto de vital importancia para estudiar la obra gongorina. Son tres volúmenes que se conocen como el "Manuscrito Chacón".

A este soneto, que suele designárselo comúnmente por su primer verso, "Mientras por competir con tu cabello", se le asigna el número romano CLXVI en el "Manuscrito Chacón". De allí, también obtenemos su año de producción: 1582. Esto quiere decir que Góngora lo escribe a los 21 años y que es una de sus obras de juventud, cuando todavía no ha desarrollado al extremo en su escritura los rasgos que lo convierten en el máximo exponente del culteranismo.

El contexto en el que Góngora escribe este poema es, como mencionamos, el Siglo de Oro español. Se conoce bajo esta denominación a un periodo histórico y cultural que abarca desde fines del siglo XV hasta mediados del siglo XVII. Recibe este nombre, ya que en ese periodo, en España, se produce un crecimiento artístico y literario sin precedentes. Durante estos años se establece una coexistencia y transición entre dos importantes estilos artísticos: el Renacimiento y el Barroco.

El Renacimiento español se desarrolla entre los siglos XVI y parte del XVII y se caracteriza, principalmente y como su nombre lo indica, por un renacer de los valores del mundo clásico. En la literatura predomina la intencionalidad estética y se destacan autores como Garcilaso de la Vega, quien introduce el soneto y la tradición lírica de la poesía del italiano Petrarca. De hecho, suele compararse el soneto XXIII de Garcilaso, conocido como "En tanto que de rosa y azucena", con el soneto de Góngora que trabajamos aquí. Ambos presentan una temática similar, aunque con un estilo de escritura más austero y clásico y, además, con un final menos trágico en el caso de Garcilaso.

El barroco español se desarrolla desde fines del siglo XVI y durante el siglo XVII. Se caracteriza por la ruptura con la estética renacentista y por la exuberancia y mayor complejidad de las producciones. En este periodo artístico se inscribe la obra de Góngora. Durante el siglo XVII, en el marco del barroco español, conviven y disputan su lugar dos estilos literarios: el conceptismo y el culteranismo. El conceptismo se caracteriza por asociar ingeniosamente las ideas para dar con resultados exactos y concisos en un estilo sobrio. Su máximo exponente es Francisco de Quevedo. El culteranismo es una variante del conceptismo que deriva en una oposición tajante a él. Recibe también el nombre de gongorismo, dado que Góngora es su mayor exponente. Es una corriente literaria que hace énfasis en la ornamentación y la complejidad del lenguaje, por lo que se vale de un uso profuso de metáforas, hipérbaton, latinismos y neologismos, entre otros aspectos. El culteranismo es capaz de sacrificar la claridad de lo expresado en pos de la belleza estilística y esto es lo que más lo diferencia del conceptismo.

La crítica suele coincidir en que hay dos etapas en la producción de Góngora: la de su juventud, con poemas cuya composición es más sencilla, y la que comienza, aproximadamente en 1610, cuando sus poemas se tornan más herméticos; esta última es la que se suele considerar como el inicio del culteranismo. Sin embargo, algunos críticos especializados en su obra, como Dámaso Alonso, establecen que, en realidad, desde siempre está presente en la producción del autor cordobés la complejidad que se reconoce como culterana, solo que va evolucionando y desarrollándose más con el paso del tiempo.

"Mientras por competir con tu cabello", que es de 1582, es un poema de una edad temprana, corresponde a la juventud del poeta. Como veremos, en el soneto ya están presentes algunas de las características que se reconocen como propias del culteranismo, aunque aún no sean llevadas al extremo, como sucede en otras de sus obras, tales como Soledades (1613). Al respecto, es interesante señalar, como una de las complejidades sintácticas del poema, que está construido como una sola oración con múltiples proposiciones subordinadas temporales. Esta cualidad es característica y distintiva del poema.

"Mientras por competir con tu cabello" es un soneto. Esta forma poética se caracteriza por estar compuesta por cuatro estrofas. Las dos primeras de ellas tienen cuatro versos, y las últimas dos, tres versos cada una. El soneto es un poema de arte mayor, tal como se conoce a aquellos cuyos versos están formados por más de ocho sílabas. Los de los sonetos son endecasílabos, es decir, tienen once sílabas cada uno.

En el soneto de raigambre petrarquista, como es el caso de este poema, la rima sigue el esquema ABBA-ABBA en los dos cuartetos y presenta diferentes opciones de rima para los dos tercetos, entre la que se encuentra la opción utilizada aquí, que es CDC-DCD. Esta da como resultado tercetos encadenados por la dependencia rítmica. Generalmente, como sucede en este caso, la rima de los sonetos es consonante. Esto quiere decir que se trata de una rima en la que tanto las vocales como las consonantes de las sílabas, a partir de la última vocal acentuada en los versos, coinciden de manera idéntica. A continuación se transcribe el poema con la numeración de sus versos y la señalización de la rima.

1. Mientras por competir con tu cabello → A
2. oro bruñido al sol relumbra en vano, → B
3. mientras con menosprecio en medio el llano → B
4. mira tu blanca frente al lilio bello; → A

5. mientras a cada labio, por cogello, → A
6. siguen más ojos que al clavel temprano, → B
7. y mientras triunfa con desdén lozano → B
8. del luciente cristal tu gentil cuello, → A

9. goza cuello, cabello, labio y frente, → C
10. antes que lo que fue en tu edad dorada → D
11. oro, lilio, clavel, cristal luciente, → C

12. no sólo en plata o vïola troncada → D
13. se vuelva, más tú y ello juntamente → C
14. en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. → D

Como se puede comprobar si separamos silábicamente cada uno de ellos, estamos ante versos endecasílabos. Para contar las sílabas de un verso es menester tener en cuenta licencias poéticas, como la sinalefa o la diéresis, que el poeta utiliza para dar con la cantidad de sílabas métricas necesarias para su composición.

La sinalefa consiste en la unión de dos vocales en una sola sílaba, cuando se encuentran en el final de una palabra y en el inicio de la inmediatamente siguiente. Esto sucede, por ejemplo, en el segundo verso, en el que hay dos sinalefas: "O-ro-bru-ñi-doal-sol-re-lum-braen va-no". Esta licencia se repite en otros versos, como el tercero, el cuarto, el sexto, el noveno, el décimo, el décimo segundo, el décimo tercero y el décimo cuarto.

La diéresis, en cambio, consiste en la separación de un diptongo, es decir, de dos vocales que usualmente conformarían una sola sílaba dentro de una palabra. Esto sucede en el décimo segundo verso con la palabra "viola", y se señala mediante la colocación de una diéresis, dos puntos horizontales, sobre la vocal afectada: "No só-loen-pla-tao--o-la tron-ca-da".

Por lo general, en los sonetos se mantiene un desarrollo similar. Los cuartetos se utilizan para exponer el tema, el primer terceto se usa para reflexionar sobre lo expuesto anteriormente y el segundo terceto resulta el más emotivo o más sorprendente. Esto es lo que sucede en este poema. En los dos primeros cuartetos se presenta el tema de la belleza excepcional de los rasgos de la amada, con un énfasis constante en el aspecto temporal a través del uso reiterado de la conjunción temporal "mientras". Luego, en el primer terceto, se exhorta al goce de esa belleza propia de la juventud y, más adelante, en el segundo terceto, se cierra con una idea lúgubre y profundamente emotiva, dado que se menciona la angustiosa certeza de la senectud y la posterior muerte.

La complejidad de este soneto se vincula con su estructura: todo el poema es una sola y extensa oración. Las dos primeras estrofas se constituyen como cuatro proposiciones subordinadas temporales concatenadas, cuyo sentido se completa con el imperativo del noveno verso. Este imperativo es la exhortación central en el poema ("Goza") y lo sigue una nueva subordinada temporal, que recorre el poema hasta el final. En síntesis, y simplificando en extremo el sentido, se podría leer de esta manera: "Mientras seas joven y bella (primeras dos estrofas), goza (noveno verso), antes de que envejezcas y perezcas (últimos cinco versos)".

En principio, nos detendremos en los dos primeros cuartetos, que tienen una estructura, temática y composición similar. Lo que sucede en estas dos estrofas es que la voz poética se dirige a la amada en segunda persona, lo que se llama una actitud apostrófica. Establece entonces comparaciones entre los rasgos de una dama y objetos de la naturaleza. En esas comparaciones, la mujer siempre resulta triunfadora.

Como señalamos, se hace énfasis en el aspecto temporal. De hecho, la primera palabra del poema es la conjunción temporal "mientras". Ese sitio privilegiado en el poema le otorga una posición altamente significativa. Además, su potencia expresiva se multiplica al tratarse de una anáfora, dado que se reitera al inicio de cuatro de los versos de estas dos primeras estrofas. Una anáfora es una figura retórica que consiste en la reiteración de las primeras palabras de un verso. Esta reiteración contribuye al tópico clásico del tempus fugit, que refiere a la fugacidad del tiempo. Ese "mientras" suspende la acción del poema en un tiempo presente; después vendrá, como veremos en las próximas estrofas, el polvo, la tierra y la sombra: la muerte.

En el soneto, y en general en la poética de Góngora, se utiliza la figura retórica conocida como hipérbaton. Con ella se logra una sintaxis barroca, dado que lo que hace esta figura es modificar el orden sintáctico tradicional y esperable de una oración o sintagma. Por otro lado, este procedimiento le permite al poeta ajustar métrica y rítmicamente los versos. Las dos primeras estrofas, como señalamos, comienzan con "mientras", y establecen comparaciones en parejas de versos encabalgados.

Los dos primeros versos se podrían interpretar, si se simplificara la sintaxis, de la siguiente manera: "Mientras el oro bruñido al sol relumbra en vano por competir con tu cabello". Esto establece una comparación entre el cabello de la amada con el oro, tan brillante tras haber sido pulido o bañado por el sol. En esa competencia resulta ganadora la belleza del cabello rubio y brillante de la mujer. Las comparaciones se reiteran en la segunda pareja de versos, cuando se establece una relación entre la frente de la muchacha y un lilio, que es una flor blanca. La frente de la mujer es más bella y más blanca que el lilio; por ello la mira con desprecio. Encontramos, en este punto, una personificación que deriva en una metonimia. En ella se le asigna a la frente la capacidad de mirar, cuando quien mira, en realidad, es la mujer.

En la segunda estrofa, se reitera la estructura de la primera: dos pares de versos establecen una comparación entre un rasgo de la mujer y un objeto de la naturaleza. Cada uno de esos pares está encabalgado y utiliza la conjunción temporal "mientras" al inicio. Los primeros dos versos de la segunda estrofa comparan los labios con el clavel y, otra vez, aparece el recurso de la personificación, ya que se menciona que los ojos siguen a los labios. Esto da como resultado una sinécdoque, dado que se alude a una parte del cuerpo, los ojos, para dar cuenta de un todo, que son los admiradores, que portan esos ojos y siguen con la vista sus atractivos labios. Los dos últimos versos de la estrofa comparan el cuello lozano y joven de la amada con el cristal brillante. Nuevamente, triunfa, en esta competencia, la mujer.

A través de las ideas presentadas en estas dos estrofas de cuartetos se manifiesta un retrato de la mujer. Este retrato se corresponde con el arquetipo de la mujer idealizada del Siglo de Oro. Es una joven de tez blanca, brillante cabellera rubia y atractivos labios rojos. La descripción de la dama o descriptio puellae es un tópico recurrente en la literatura de la época, que consiste en realizar una enumeración y descripción de las características físicas de la joven amada para destacar sus rasgos más bonitos. Esta enumeración de cualidades se hace de forma gradual y en orden descendente, es decir, desde arriba hacia abajo: el cabello, los ojos, la boca, el cuello. Góngora respeta este orden gradual en estas dos primeras estrofas, sin embargo, no lo hace y quiebra el orden clásico en el noveno verso, que es el inicio de la tercera estrofa.

En la tercera estrofa, la voz poética exhorta a la amada al goce de su presente, del estado actual de su cuerpo. Lo hace a través del uso del modo verbal imperativo: "Goza". Mediante el significado de este verbo y de la modalidad empleada, se hace evidente el tópico clásico que deviene tema central del poema: el carpe diem. Hasta aquí, si no se tuviera en cuenta el indicio recurrente del término "mientras", podría pensarse que la descripción y exaltación de la belleza de la amada sería el tema principal. Sin embargo, llegado este punto ya no quedan dudas: el verbo "gozar" es el predicado de la extensa oración que es todo el soneto. Carpe diem es un tópico clásico que significa "aprovecha el día". La frase es metafórica: significa que hay que disfrutar el presente. En este caso, el presente es el de la juventud y la belleza. Se exhorta a la joven al disfrute de sus dones. Y se los enumera, tras el verbo, desorganizando el orden clásico descendente de la descriptio puellae: "goza cuello, cabello, labio y frente" (v. 9). Se trata de una enumeración caótica que señala la velocidad y ansiedad por la concreción del disfrute: ahora comienza por abajo, por el cuello; sube hacia el cabello; baja la vista hacia los labios; vuelve a ascender su mirada hacia la frente.

En los dos versos que completan el primer terceto, comienza la subordinada temporal que se extiende hasta el final del poema y señala un límite ("antes que"). Esta proposición subordinada, además de marcar un tiempo venidero, plantea lo que se constituye como una advertencia realizada por la voz poética sobre ese futuro. Aparece, entonces, una metáfora para referirse a los años de juventud: la "edad dorada", que contrasta con los tiempos que sobrevienen para la joven. Se establece, nuevamente, una enumeración de los rasgos idealizados de la amada a través del uso metafórico de los términos. No se nombran las partes del cuerpo sino que se refiere a esos rasgos a partir de la mención de los objetos con los que en las primeras estrofas se los compara: "Oro, lilio, clavel, cristal luciente" (v. 11), que es lo mismo que referir al cabello, la frente, los labios y el cuello. En esta enumeración se emplea el asindetón, una figura retórica que consiste en prescindir de las conjunciones que normalmente se emplearían en una estructura sintáctica. Por ejemplo, aquí no se utiliza la conjunción copulativa "y" antes del último término. Esta enumeración sin conjunciones contribuye a la sensación de velocidad del poema. A su vez, esto se relaciona con el tópico del tempus fugit, que alude a la fugacidad de la existencia y al veloz paso del tiempo.

Los últimos tres versos, que constituyen la última estrofa, comienzan con dos metáforas: la "plata" es aquí una metáfora de cabello canoso, que contrasta con el oro con el que se compara el cabello en la primera estrofa; la "vïola troncada" hace referencia a una flor de la violeta cuando es cortada y, por ello, pronto marchita, y se configura como antítesis de las flores lozanas de las primeras estrofas: el lilio y el clavel. La violeta en ese estado hace referencia a la pérdida de la tersura y blancura de la piel de la amada con el correr de los años. Aquí se cierra la primera de las advertencias, que es la de la vejez. La voz poética anima a disfrutar la juventud porque en algún momento llegará la senectud. Esta idea se puede vincular, tal como desarrollamos en el tema "La juventud", con el tópico clásico del collige virgo rosas, que se utiliza para instar a los jóvenes al disfrute de su belleza antes de que lleguen los años en que esta se deteriora.

La última idea es la más terrible y angustiante del poema. La voz poética menciona que las características antes alabadas de la mujer, así como todo su ser, se degradarán hasta convertirse en "nada". Se realiza aquí una enumeración gradual descendente: "En tierra, en humo, en sombra, en polvo, en nada" (v. 14). El mensaje del carpe diem de este periodo barroco, representado por las letras de Góngora, es funesto. Lo que hace es señalar que, en algún momento e irremediablemente, el tiempo hará que todos esos rasgos, antes hermosos, y ella misma se destruirán por completo. Esa degradación, que supone la enumeración, se vincula con el antiguo tópico referente a la muerte y a volver los cuerpos a la tierra. Este se encuentra presente en textos universalmente conocidos, como la Biblia, y es nombrado como pulvis et umbra sumus ("polvo y sombra somos"). Por último, se evoca otro tópico clásico, el memento mori, que recuerda que, inexorablemente, el destino final es la muerte. El final del poema es pesimista, dado que enfatiza la idea de caducidad de los seres humanos y el tiempo fugaz (tempus fugit) de la existencia.

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