Resumen
Entra un sirviente en busca de Astrov: lo requieren en una fábrica. A Astrov le da mucha lástima tener que irse. Mientras se prepara, pide un vaso de vodka e invita a Elena a visitarlo en su pequeña hacienda, donde tiene un jardín y un invernadero dignos de ver. Aunque a Elena y a Vania no parece interesarles, Sonia cuenta la importancia de la dedicación de Astrov al cuidado de los bosques, de las plantaciones que cada año realiza; explica que el doctor sostiene que el cuidado del medio ambiente ennoblece la vida del hombre, alimenta su inteligencia y sentido de la belleza. Vania se burla, diciendo que él continuará gastando leña para calentarse en el invierno. Astrov le explica las alternativas, otras maneras de encender estufas. Luego, cuenta cómo millones de árboles, animales, ríos y paisajes mueren por la acción humana. Para él, constituye una barbarie que el hombre destruya lo que es incapaz de crear. Astrov se consuela sintiendo que plantando árboles quizás contribuya a la felicidad de los hombres del futuro. Luego se retira, no sin que antes Sonia le pregunte cuándo volverá.
Elena queda a solas con Vania. Ella le reprocha su actitud para con María y con Serebriakov. Vania admite despreciar al profesor y critica su pereza. Elena se queja de que todos critiquen constantemente a su marido. Afirma que Astrov tiene razón en que los hombres están arruinando el mundo, que pronto ya no habrá pureza, ni fidelidad ni capacidad de sacrificio.
Luego, Elena dice que seguramente Sonia esté enamorada de Astrov, lo cual puede comprender, aunque ella misma nunca pudo hablar afectuosamente con el doctor. Elena termina diciéndole a Vania que seguramente ella y él son amigos porque ambos son aburridos y tristes. Vania la mira con intensidad y admite que está enamorado de ella. Elena sufre, rogándole que se calle, y luego se va.
Análisis
El futuro, que aparece como tema en boca de personajes de varias obras de Chéjov, cuenta en Tío Vania con un discurso ecologista. Astrov es un médico preocupado por los avances de la deforestación y el mal que la acción humana trae a la naturaleza: “Los bosques rusos crujen bajo el hacha, perecen millones de árboles, se vacían las moradas de los animales y de los pájaros, los ríos pierden profundidad y se secan; desaparecen, para nunca volver, paisajes maravillosos” (p.42). La respuesta de casi todo el resto de los personajes, como Vania y Elena, representa la opinión generalizada sobre el tema del medio ambiente en la Rusia de fines del siglo XIX: la indiferencia absoluta. Solo Sonia, enamorada del doctor, parece empatizar con la preocupación de Astrov, y le ayuda a explicar la importancia de su denuncia.
El modo en que Astrov actúa en relación con este tema es por demás interesante. El doctor combina en su discurso el entusiasmo y la convicción con una resignación producto de la indiferencia de sus interlocutores. Por otro lado, la preocupación del hombre no se limita a lo discursivo, sino que su investigación y su conocimiento lo mueven a la acción: Astrov planta árboles y ayuda a frenar la deforestación. “Cuando paso ante bosques de campesinos, a los que he salvado de la tala, cuando oigo el rumor de un joven bosque plantado por mí”, dice el doctor, “reconozco que el clima está algo en mis manos y que si, dentro de mil años, el hombre es feliz, será un poco por causa mía” (p.43). El doctor, en la primera escena de la obra, manifestaba su duda acerca de si los hombres del futuro reconocerán sus sacrificios. La escena que cierra este primer acto devela, entonces, que los sacrificios o esfuerzos de este personaje en pos del futuro de la humanidad no se limitan a su contribución a la salud como médico, sino también a su costado ecologista. Astrov siente que el presente se hunde casi irreversiblemente, pero que quizás sus acciones puedan contribuir a la felicidad de los hombres del futuro. Es un aspecto claramente generoso de este personaje, que deposita su esperanza en una humanidad que no llegará a agradecerle sus gestos.
Las acciones de compromiso de Astrov en relación con el futuro se corresponden con un crudo diagnóstico sobre su presente. “Es preciso ser un bárbaro sin juicio”, critica el doctor, “para destruir lo que nosotros somos incapaces de crear…” (p.42). El personaje vislumbra una relación ruin que la humanidad entabla con la naturaleza: “Si el hombre está dotado de juicio y de fuerza creadora, es para multiplicar lo que le ha sido dado, y sin embargo, hasta ahora, lejos de crear nada, lo que hace es destruir…” (p.42). Este diagnóstico se atribuye, por supuesto, al comportamiento de la sociedad respecto de los paisajes naturales, pero en varios momentos de la obra este discurso parece resonar en términos simbólicos: el hombre pervierte su relación con la naturaleza, pero también su relación con otros hombres; el comportamiento humano estaría destruyendo no solo el ambiente en que vive, sino también la sensibilidad, la belleza, la humanidad misma. Así lo resume Elena hacia el final del acto: “¡Cada uno de ustedes lleva dentro el demonio de la destrucción! ¡No tienen piedad! ¡Ni para los bosques, ni para los pájaros, ni para las mujeres, ni el uno para el otro!” (p.43). La mujer retoma el discurso de Astrov para reaccionar frente a Vania, quien no cesa de atacar agresivamente al resto de los personajes, ni de actuar en detrimento de sí mismo, al alcoholizarse y abandonarse en la depresión y el resentimiento. Al mismo tiempo, tal y como sucede con varios de los personajes de esta obra, Elena parece criticar en los demás lo que desprecia, también, de sí misma. La mujer reconoce en sí varios aspectos negativos que ve también, por ejemplo, en Vania, a quien llega incluso a decirle: “seguramente usted y yo somos tan buenos amigos porque los dos somos aburridos y tristes” (p.43). Se pone de manifiesto una suerte de espejo que proyecta características similares entre personajes enfrentados. Esas características, que los personajes poseen pero identifican en otros, son, al mismo tiempo, la causa de su autodesprecio. Criticando en otros lo que ellos mismos padecen, los personajes se orientan en una tendencia de mutua destrucción.